Noticias de la Gran Bretaña
Inglaterra
"Con extraordinaria impaciencia esperábamos la apertura del Parlamento, para inferir del discurso que pronunciase Su Majestad (Jorge III de Inglaterra e Irlanda) el crédito que debíamos dar a las noticias esparcidas aquí de algunos días a esta parte. Abrióse en efecto el Parlamento el día 20 del pasado (noviembre de 1777), y el discurso de S.M. fue el siguiente.
Milores y Caballeros
'Me sirve de gran satisfacción poder recurrir a la prudencia y al apoyo de mi Parlamento en las presentes circunstancias en que la sublevación de la América Septentrional exige la más seria atención. Se ha usado fielmente de las facultades que me habéis confiado para extinguir aquella sublevación; y tengo fundados motivos de creer que, mediante la conducta y valor de mis Oficiales, el valor e intrepidez de mis Tropas de mar y tierra, y el auxilio de la Divina Providencia, lograremos los más prósperos sucesos; pero estoy persuadido a que conoceréis la necesidad de prepararse para las operaciones ulteriores que pueden ser indispensables por la vicisitud de la suerte de la guerra, y obstinación de los rebeldes, en cuya consecuencia tomo las medidas necesarias para mantener mis fuerzas de tierra en el pie actual, y si necesitare aumentarlas y tomar nuevas providencias, confío en vuestro celo y patriotismo que me proveerá lo necesario para este fin.
Las potencias extranjeras en dan repetidas seguridades de sus disposiciones pacíficas, y de las más no se puede dudar. Sin embargo, como en varios Puertos de Europa se continúan sin interrupción los armamentos marítimos, he tenido por necesario aumentar considerablemente mis fuerzas navales, ya sea para mantener mis Reinos en estado respetable de seguridad, o para proteger el comercio de mis Vasallos proporcionalmente a su extensión. En lo demás, así como estoy resuelto a no turbar la paz de Europa, lo estoy también a conservar intacto el honor de la Corona de la Gran Bretaña'.
Señores de la Cámara de los Comunes
Milores y Caballeros
También espero que aquellos Pueblos seducidos se reducirán a la obediencia que la memoria de la felicidad de que han gozado, y el sentimiento de haberla perdido, y de estar padeciendo bajo el yugo arbitrario de sus tiranos, harán revivir en sus corazones la lealtad debida a su Soberano, y el amor a su Metrópoli; y que me veré en estado, con el concurso y apoyo de mi Parlamento, de poner en práctica lo que siempre miraré como la mayor prosperidad de mi vida y suceso más feliz de mi reinado, que es el restablecimiento de la paz, el orden y la confianza en mis Colonias de América.
Como este discurso, según queda visto, no anuncia ninguna ventaja real, se tiene por cosa indubitable que todas las decantadas victorias con que se nos ha estado alucinando, no son más que triunfos imaginarios inventados con fines políticos'.
Luego que el Rey salió del Parlamento se retiraron los Comunes, y el Lord Percy propuso a la Cámara Alta que se presentase a S.M. un memorial dándole gracias del discurso emanado del Trono, y asegurándole al mismo tiempo el sincero deseo que tenía la Cámara de concurrir con S.M. a proseguir vigorosamente la guerra contra las Colonias rebeldes. Al principio se extendió el referido Lord sobre el reconocimiento que se debía a la prudencia y moderación de S.M. y después pasó a deplorar la situación de los Oficiales que había puesto al frente de sus Ejércitos, haciendo observar que si el éxito no había correspondido a sus esperanzas, sólo se debía imputar a circunstancias inopinadas, y fuera de los límites de la más consumada prudencia, y que así no se les debía culpar de negligencia ni de incapacidad.
'Sé muy bien, Señores, dijo, que se han juzgado precipitadamente sus operaciones, pero no lo extraño, pues la distancia que nos separa de las Colonias no permite formar juicio de los incidentes de la guerra. Calcular las medidas tomadas por los sucesos que de ellas resulten, es apartarse de los principios de la buena fe, que en todas circunstancias, debe ser la regla de un hombre imparcial y juicioso. Lo que únicamente me consuela en esta parte es ver que S.M., los Ministros y la parte más sana de la Nación, juzgan diversamente que el público.
En efecto, basta considerar el gran número de obstáculos que han debido vencer los Oficiales encargados del mando en aquella parte del nuevo Mundo, para conocer que, aunque el éxito no haya correspondido enteramente a los deseos de la Nación, se debe estimar en mucho lo que se ha hecho. Yo me lisonjeo, y creo tener fundado motivo para ello, de que las resultas corresponderán a tan felices principios que justificarán haber sido acertados los medios practicados hasta ahora y que cederán en honor de aquellos a cuya capacidad y prudencia se ha confiado su ejecución.
No hay duda que es sensible haber de derramar la sangre de sus semejantes, pero la guerra impone esa necesidad; y sean las que fueren las crueldades que se cometan, son inevitables. No consideremos pues la sangre que se ha vertido, ni la que acaso será preciso verter, sino solamente si la guerra que produce estas calamidades es justa. Sabemos los motivos que han tenido los Americanos para sublevarse, y nadie ignora los medios propuestos para terminar aquella fatal rebelión. Su carácter indomable y tenaz los ha inutilizado, por consiguiente, no nos queda más arbitrio que el de las armas para hacer ver a aquellos Pueblos seducidos, que tenemos derechos supremos sobre ellos, y fuerzas suficientes para reducirles a la obediencia'.
'Siempre he vituperado, y todavía vitupero, los medios violentos empleados contra las Colonias; y siento ver en el día que el éxito confirma lo mismo que yo había previsto. No ignoro que el Cuerpo Legislativo debe ejercer la Soberanía sobre todas las partes del Estado; ¿pero esta soberanía, que debe extenderse a todos los distritos que abraza, no debe tener por objeto sino el robar, desolar y destruir sus mismos distritos? ¿ Puede haber cosa más absurda que decir yo robo, talo, destruyo, porque puedo hacerlo? Fue necedad principiar esta guerra, y el querer hoy continuarla es locura.
Acordaos, Señores, que cuando se trató de entablar esta infeliz disputa, os pedí que colocaseis en un mismo punto de vista la Inglaterra y la América, que consideraseis la desproporción que había entre una y otra, y que fijaseis particularmente vuestra atención sobre la extensión de los territorios, reflexionando las respectivas poblaciones, situaciones y climas.
Escudo de armas de Jorge III desde 1801 |
Si los vínculos que nos unían con la América se hubiesen disuelto por un suceso inopinado, deberíamos haber procurado con la posible diligencia volverlos a unir. Si las pretensiones de las Colonias hubiesen sido tales que nos hiciesen temer un rompimiento inevitable, el interés de la Nación exigía entonces un sacrificio, y hubiéramos debido ser los primeros que proclamásemos a la América independiente.
A lo menos, de este modo, nos hubiéramos asegurado la amistad y alianza de un pueblo a quien tiene irritado contra nosotros la conducta altiva y despótica con que la hemos tratado, y a quien debemos mirar ya como un enemigo irreconciliable, por el principio de que nunca, o rara vez se extingue el odio que sucede a la amistad.
Habiéndome explicado siempre en estos términos, ¿Qué es, Señores, podré decir hoy que todas las medidas tomadas destruyen hasta las apariencias de reconciliación? ¿Hoy que aceleramos, como con designio premeditado, el instante en que debíamos perder nuestras Colonias; y hoy por fin en que nuestro mismo país va caminando precipitadamente a su ruina?
Fijad la vista, Señores, en el estado actual de la Gran Bretaña, y en la situación crítica de nuestros negocios en América. Considerad las disposiciones de las Potencias extranjeras, la facilidad que las proporcionamos de hacernos daño, y el interés que tienen en hacérnoslo. Tened presente la incertidumbre de los sucesos militares, y sobre todo las innumerables dificultades que encontraréis en dirigir una guerra cuyo teatro está tan distante, y veréis si la solicitud de S.M. en orden a que le ayudéis a continuar esta guerra, no debe haceros temer las más funestas consecuencias.
Abrazad en hora buena el partido violento que os ofrece S. M. o por mejor decir, el partido a que os quieren atraer los que le engañan con la esperanza halagüeña de un éxito absolutamente quimérico. Abrazadlo si queréis; pero en tal caso, estad seguros de que es inevitable nuestra ruina. ¿Más qué razón habrá para que acabemos de perdernos por un capricho insensato? Ciñámonos a nuestras pérdidas actuales, olvidemos ventajas imaginarias, aprovechémonos del tiempo que tenemos para conservar lo que nos queda; y, sin multiplicar los peligros de que nos vemos circundados, llamemos nuestras Escuadras y Ejércitos, y dejemos a la América la independencia a que aspira, y de que seguramente no desistirá.
Este es el único medio que concibo puede hacernos levantar de nuestras ruinas, y ponernos en estado de hacer frente a nuestros enemigos. Conforme a estos principios, que he seguido constantemente, nadie pensará que puedo votar a favor de la continuación de una guerra que considero tan ruinosa como extravagante y destructiva; y por lo mismo no me he levantado sino para oponerme a la proposición que el Noble Lord Percy ha hecho a favor del memorial, y a la cual me opongo formalmente'."
Diario Mercurio, Histórico y Político, “Que contiene el estado presente de la Europa, lo sucedido en las Cortes, los intereses de los Príncipes, y generalmente todo lo más curioso, perteneciente al mes de Diciembre de 1777, con reflexiones políticas sobre cada Estado”, en Madrid, en la Imprenta Real de la Gazeta.
http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vmid=0012208089&page=50&search=independencia+de+las+colonias+de+inglaterra&lang=es
La imagen de portada pertenece al cuadro "The Birth of Old Glory" del artista Percy Moran.
https://www.loc.gov/item/today-in-history/june-14/?loclr=twloc
La imagen del Rey Jorge III y su escudo real pertenecen al sitio Wikipedia.
https://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_III_del_Reino_Unido
No hay comentarios:
Publicar un comentario