Y ya dijimos en otras notas que hacer reír es algo muy difícil, no lo vamos a repetir. Cuando hay una tragedia, todos lloramos, pero al fin nos vamos y queda el que sufre, solo con su dolor. La risa, en cambio, la hermosa risa, la carcajada, tiene eso de unirnos a todos. Porque muchas veces viene del reconocimiento de nuestra propia humanidad, con sus locuras, sus absurdos, sus discusiones inútiles, sus luchas que no conducen a nada. Y al fin, reírnos porque al final sabemos que, como todos nosotros, todo pasará también. Lo dijimos en otra nota: la risa pone todo en su lugar. Nadie se va a quedar aquí en este mundo. Estamos destinados a pasar, y mejor que lo tomemos con risa, que es una de las formas de la aceptación de nuestra condición.
Así fue que nos reímos enormemente con Nicolás Biffi, ayer viernes 15 de septiembre, en el querido Teatro Don Bosco de Bernal. De principio a fin nos reímos, de todo y de todos, porque lo que contó nos incluye a todos. Es lo que vivimos todos…
Volvé, Biffi, volvé
Biffi hace stand-up, y lo hace muy bien. Y en ese monólogo reidero se carga a sí mismo, cuenta su historia, y contándola cuenta la de todos, la de nuestra generación y la de la que pasó y la de la que viene. Y con muchos y variados temas que les contaremos, para que usted, amigo lector, vea qué bueno es reír y qué bueno es ir a ver a Biffi, allí donde lo encuentre. Prometió volver a Bernal, y nosotros, como a todos los artistas, le tomamos la palabra.
Aunque según él, lo que le toman es el pelo. Lo acusan de “gordo que no es normal”, pero él insiste en su normalidad. “De costado me la banco, pero de frente…¿qué pasó?” dice, y agrega: “Tengo tres panzas, y encima puedo apoyar los brazos”, gesticula. Y todo esto sólo para empezar.
Pero para darle una pátina “cultural” a su espectáculo, arranca con Facundo Manes, el neurólogo. Mientras nosotros nos seguimos riendo, claro. Bueno, él lo explica así: “Tenemos un cerebro, parietal derecho, parietal izquierdo, y en el medio no sé qué, y hay allí una neurona que hace que somos unos boludos”. Así comienza una larga charla sobre esta condición del ser humano, inexplicable para la ciencia, inapelable por su certera existencia, intransformable para muchos pensadores, inconmensurable para Einstein: la boludez humana.
Y la catástrofe que implica, cosa que pocos se dan cuenta. Biffi sí y nos lo cuenta, y no nos queda otra que asentir, cosa que haríamos si no nos estuviéramos riendo. “Las cosas fáciles, para el boludo son difíciles, porque no depende de la inteligencia” asegura, “Stephen Hawking es inteligente pero es un boludo igual”. Conclusión biffiana: “todos somos boludos”.
Pero entonces se sigue la pregunta obligada: "¿para qué vino el boludo a este mundo?". “Es obvio, para hacerle bullying”, nos dice. Sabemos que lo dice en broma, así como nuestros abuelos decían “me estás cachando”. Sin maldad. “Es más, el bullying forma la personalidad” insiste. Y ahí nomás nos cuenta toda la historia de su compañero de primaria, el señor Cucaracha, de quien no daremos datos porque, al parecer, ahora es un gran empresario dueño de muchas sucursales en más de 100 países y vive en New York. Bueno, si vive en New York por ahí no lee esta nota y nos salvamos. Aunque Biffi sigue insistiendo en que, con plata o sin plata, “el tipo es un boludo”. Y de ahí que sea candidato al bullying.
Pero…¿qué es el bullying?. “Es la mierda que tenemos adentro, que hay que ir sacando” asegura, “porque si no pasa como en Estados Unidos, que un día cae uno y le dispara a todos”. El bullying sería algo así como un ungüento preventivo de maldades mayores. Puede ser… aunque no creo que todos coincidan con esto. Pero no nos olvidemos que estamos en el marco de un monólogo cómico. No se tome “en serio” lo que escribimos, porque todo fue dicho en tono de broma. Ahora sí, a seguir leyendo…
La infancia de Biffi
“De chico, uno, ¿qué problemas puede tener?” se pregunta. “Todos tenemos problemas, la familia siempre fue un problema, los padres fueron siempre un problema” reflexiona. “La mía era la mismísima mierda. Mi papá era italiano, y era de hablar fuerte y gritar, íbamos a la casa de la tía que tiene los adornitos sólo para que yo los tire y mi papá me cague a patadas”. Y así lo hacía, y nuestro amigo lo recuerda con gestos muy contundentes.
Hay que ver también cómo van cambiando los tiempos. “Antes mi viejo me tenía de acá para allá, y ahora mi hijo también”. Conclusión biffiana: “Me cagaron, hijos de puta”. Y encima todo era muy sufrido: nadie había sufrido tanto como el padre en Italia. “Y no como vos, que te ponés un micrófono y todo es facilito!” dice imitando a su padre.
Pero la vida en familia es así. “Las parejas, sepárense, porque antes la vida duraba 25 años, y ahora dura como 100, y con el tiempo te vas odiando” dice. Nueva conclusión: “¡no existen los matrimonio felices!”. Acabáramos con tanto amor y tanta dulzura, que, al parecer, dura poco. Biffi lo ilustra con el relato de discusiones de pareja, intimidades y otros detalles de la vida familiar que seguro, usted, amigo lector, conocerá. O padecerá. Para el caso, es lo mismo. Vaya pensando mientras nosotros nos seguimos riendo, déle nomás que tiene tiempo…
Ser padre del Hombre Araña
Aquí arranca un relato de la más cruda actualidad: festejar un cumpleaños en un pelotero, disfraz de Hombre Araña incluido. Gracias a Dios, a Biffi no se le ocurrió robar un Banco, pero por poco lo necesita. Hoy el hijo es el rey del hogar… y lo siguen mandando a él a buscar un lugar accesible para "hacer el cumple" que al fin, le cuesta un ojo de la cara. Algo de eso creímos escuchar alguna vez…
Claro que el tiempo pasa, llega la adolescencia, y las inquietudes hormonales se hacen sentir. Y los misterios del sexo, por aquellos días de nuestra juventud, no tenían respuesta. “En todos los barrios había un perverso, el que proveía todas las perversidades”, dice. El que tenía la llave de la felicidad: el kiosquero del barrio. El único que tenía pornografía que, por supuesto, no era accesible a los menores. Salvo que hubiera unos cuantos australes de por medio (¡mire de qué época estamos hablando!). El resto, no, no lo puedo consignar aquí. Usted luego va a ver a Biffi y él se lo explica.
Estudiantes, estudiantes, a estudiar
“Termina el secundario, pasamos a la Facultad, y ahí somos todos adultos en dos meses” dice, y se lamenta: “¿Dónde quedó la gracia, dónde quedó la diversión?”. Pregunta difícil de responder. Uno crece, dirían unos. Hay que hacerse “grande”, comentarán otros. Puede ser…
“Antes era o trabajás o estudiás. Y te dedicás a eso, aunque después estudies o trabajes, pero era una decisión fundamental”, asegura. “Y yo dije, ninguna de las dos, quiero ser un vago de mierda”, dice Biffi, y nosotros nos seguimos riendo (le cuento que nunca dejamos de hacerlo, por si acaso la nota no lo aclara…). “Porque ahora se hace eso: se dice ‘papá, me voy a tomar dos años sabáticos’, ‘y con qué plata’, ‘con la tuya’, ‘ah, bueno’”. Entonces empieza la verdadera búsqueda de una profesión “como la gente”. ¿Cuál será “como la gente”?
Al fin, la vida separa al grupo y nadie sabe adónde fue el señor Cucaracha, que luego reaparecerá. En el camino, se plantea el problema de ser hombre y de ser mujer. “El hombre es un gorila, la mujer evolucionó, está un paso más adelante que el hombre, y no lo digo por machista” explica. “El gorila se fue educando, la sociedad va cambiando; hoy tenemos un gorilita”. ¡Tanto mejor! Si no, hubiéramos transitado todos estos siglos inútilmente…
Sobre el final, volvemos a la misma pregunta del principio: “¿está bien ser boludo?”. En la platea, las opiniones difieren. Biffi lo contesta pronto: “¡sí, porqué no! ¿Qué mal le hizo el boludo? Es más feliz que el que no es boludo…”. Será. “Voy a ser boludo toda la vida, sí, no hay manera de zafar” concluye.
Y entonces….¿no tenemos razón en seguir matándonos de risa? ¿No es acaso el oficio más viejo del mundo, si nos dimos cuenta de que somos así y no tenemos remedio?
Permita, amigo, que me siga riendo, y que le recomiende a Nico Biffi, que la tiene clara.
Porque él, como todos los humoristas desde el principio del mundo, ejerce el sano oficio de hacernos reír. Que nos ayuda a pensar. Que nos ayuda a evolucionar.
¡Que es lo que necesitamos!
El gran Nicolás Biffi y la conductora Adriana Sylvia Narvaja |
Pionero del Stand Up en Argentina, comenzó hace 15 años su carrera y fue recorriendo muchísimos escenarios a lo largo del país. Actualmente actúa en el conocido complejo Paseo La Plaza, donde tiene dos espectáculos en horario central. Siempre invitado a participar en programas de televisión como “Bendita TV”, “Éste es el show”, Canal C5N y muchos más.
Como humorista formó parte del primer proyecto de Germán Paoloski fuera del Noticiero de Telefé producido por Estevanez. Actualmente se pueden ver sus participaciones en televisión con distintos monólogos en “Hora de reír” por Canal 9. Fue dos veces presentador de “Ciudad Emergente”, y participó en los dos festivales de humor de la Ciudad de Buenos Aires. Hoy está recorriendo los escenarios con su nuevo show, “Beso Virtual” que se hizo conocido a través de Instagram, la red social.
La imagen de portada pertenece al afiche de la presentación en el Teatro Don Bosco de Bernal, al que le agradecemos la invitación. ¡Pasamos un momento estupendo!
Las fotos pertenecen a Adriana Sylvia Narvaja, conductora del programa de radio "Algo Especial Protagonista del Presente", que actualmente no está en el aire. Adriana Sylvia Narvaja es periodista y docente de Quilmes, República Argentina.
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