Diablo, la injusticia lleva tu nombre

“A la hechicera no la dejarás con vida”
Éxodo 22, 17
        John Proctor va a morir, y lo sabe. Su esposa también sabe, porque todos los demás han sido ahorcados. Muchos detenidos esperan el mismo final. El Comisionado Danforth no tendrá piedad de los poseídos. ¿Poseídos? Jamás se sabrá, a ciencia cierta, qué fue lo que sucedió en Salem. Con el tiempo, se hablaría de una intoxicación con el pan de centeno (el famoso “pan de la locura”), pero aún faltaba mucho para que la ciencia investigue el caso y mucho más para que la psiquiatría hablara de síntomas histéricos o de otro tipo de enfermedades mentales. Por ahora, reina el Demonio, y no acepta competencia en este campo. Así nace los famosos "Juicios de Salem".
        Salem es una pequeña población de la localidad de Massachusetts, y el hecho ocurrió en los pueblos de la Unión que recién en 1776 encontrarán (y lucharán por) su Independencia. Pero mientras tanto, sufren tanto el ataque los indios Wabanaki como las inclemencias del tiempo, el duro trabajo y la vigilancia permanente de todos y de cada uno de ellos, dispuestos a convertir al territorio en una nueva Arcadia, un lugar de paz y de espiritualidad, siempre dentro de las estrictas normas de vida puritanas. Y de las creencias religiosas absolutas, que dieron pie a esta matanza que quedó para siempre registrada en la Historia de la Humanidad.
La gran actriz Susana Rotman, como la señora Putnam (derecha) y la gran Mabel Chavanne como Rebeca Nurse 
        Con el tiempo, Arthur Miller escribiría la obra de teatro “Las Brujas de Salem” o “El Crisol” (en inglés, “The Crucible”). Corría el año 1952. Al año siguiente, en 1953, la obra gana el Premio Tony. En ella, Miller crea una alegoría de la represión y persecución macarthista de aquellos años.
Fue filmada tanto   para una serie de la televisión como para el cine: la versión más moderna corresponde a la del año 1996, interpretada por Daniel Day-Lewis y Winona Ryder, en los papeles estelares.
        Ahora llega a nosotros en la presentación de la Casa de Arte Doña Rosa y El Matadero Producciones, que  nos ofrecen un teatro muy elaborado y profundo, como lo hacen con “El Diablo en Salem”, con la Dirección General de Miguel Montalto y un gran elenco que detallaremos. Digamos por ahora que el Diseño de Luces y Efectos corresponde a Miguel Montalto y Hernán Maldonado, el Diseño y Edición de Sonido también a Hernán Maldonado, la Asistencia de Dirección a nuestra amiga Daniela Cimer, la Asistencia de Producción a Camila Lombardo, la Prensa a Mariano Pueyo y la Operación de Luces y Sonido a José Oreguy.
La gran actriz Daniela Cimer, como Abigail Williams, la que inicia todo el drama 
        Todos ellos crean el ambiente especial, tan intenso y por momentos aterrador, como corresponde a una obra de esta estatura. Y en este ambiente de persecución y muerte, donde las Justicias (sí, las Justicias, porque aquí no hay una sino varias) se entrecruzan,  se mueven Osvaldo Camino (“Reverendo Parris”), Daniela Cimer (“Abigail Williams”), Mabel Chavanne (“Rebeca Nurse”), Camila Lombardo (“Sussana Walcott”), Bárbara Maldonado (“Comisionado Danforth”), Maru Perea (“Betty Parris”), Carolina Rivarola (“Mary Warren”), Rosita Rotman (“Ann Putnam”), Patricia Santi (“Elizabeth Proctor”), Eduardo Soto (“Alguacil Herrick”), Claudia Venturini (“Mercy Lewis”), a los que se suman Jorge Godoy Zarco (“Reverendo Hale”) y Daniel Rodríguez (“John Proctor”), todos estupendos en sus papeles.
         Y aunque son muchos actores, el Director Montalto los maneja con maestría y ellos dan lo mejor de sí, en una obra intensa, difícil, porque el conflicto que representa, realmente, lo es. En "El Diablo en Salem" el nudo humano deja de ser humano: si lo humano es difícil, y dictar Justicia humana ya lo es de por sí, mucho más lo será si se mezclan en el asunto el Diablo y la posesión diabólica, y la Justicia Divina con sus mandamientos.
        Y todos estos protagonistas se encontraron durante meses, en 1692, en la aldea de Salem.
Daniel Rodríguez como John Proctor y Carolina Rivarola como Mary Warren, grandes actores  
El comienzo de la historia
        Toda historia tiene un comienzo, y en ésta no faltará. Al parecer, la hija del Reverendo Parris, Betty, y su sobrina Abigail Williams, comenzaron a padecer síntomas de posesión diabólica, o al menos, es lo que se creía en aquel tiempo. Luego se sumarían otras jóvenes de la comarca. Se habló de un baile lascivo en el cual las niñas invocaron el nombre del Maligno y el Reverendo las vio. De este modo, ellas empezaron a sentir mordidas y pellizcones, sacudidas y desmayos, todos síntomas que se atribuyeron en aquel momento a la acción del Demonio. “Las encontré bailando en el bosque”, dice Parris. “Si tuvieron comercio con los espíritus debo saberlo ahora mismo”, insiste, sabiendo que las habladurías del pueblo se volverán en su contra. “Bailaban como bestias estúpidas alrededor de la fogata”, detalla. “Luché tres años para que esta gente se me someta, y justo ahora se va a arruinar mi reputación”, se lamenta.
De izquierda a derecha, Eduardo Soto como el Alguacil Herrick, Jorge Godoy Zarco como el Reverendo Hale y
Daniel Rodríguez como John Proctor 
        Pero no sólo es Betty la víctima de la supuesta “posesión”. Ruth, la hija de la señora Putnam, también padece estos trastornos. “No ve, no oye, no come, está poseída, seguro; el toque del Diablo es así”, dice la madre de la joven. Y concluye: “Hay una bruja sedienta en las sombras”...
        Salem era una localidad fundada por puritanos, estricta y rígida en todo sentido. Las luchas de la vida diaria no ocultaban disputas, rencillas, celos, envidias. Como en cualquier lugar. Pero, como dice el famoso dicho, “pueblo chico, infierno grande”: de acuerdo con la obra de Arthur Miller, Abigail trabajó en la casa de los Proctor, y tuvo con John una relación que fue descubierta por Elizabeth, su mujer. “Me amaste, John Proctor, y por más pecado que sea, me seguirás amando”, le asegura Abigail.
        La dueña de casa echa de su propiedad a Abigail, con lo que intenta restablecer su matrimonio y su familia. Esta paz no duraría mucho: la joven se venga tanto de uno como de otro, acusándolos de hacer pactos con Satán. Para ello se vale de la ayuda de sus amigas, sin pensar que desencadenarían una colección de tragedias que llevarían al cadalso a gran parte de la población.
El gran actor Daniel Rodríguez, como John Proctor 
El Diablo anda suelto en el odio y la ambición
        Claro que, según se sabe, el interés económico no andaba lejos, como tampoco anda nunca el Demonio. Los Putnam acopiaron buena parte de los territorios de los ajusticiados, que a su vez habían sido arrebatados de las manos de sus dueños, los indios wabanaki, que también habían tomado venganza. Quizá a la señora Putnam le remuerda la conciencia, y ante la situación, sostiene que “mejor será que busquemos la culpa en nosotros mismos”. “¿En nosotros?” le preguntan asombrados. “Le recuerdo que si la gente no se acerca a la Iglesia es porque ya no le hablan de Dios, sino sólo del Infierno” alega Proctor, sin saber que muy pronto el Destino lo alejará de uno y lo enviará al otro.
        Mientras tanto, el Reverendo Hale busca fórmulas en su libro. “No teman, lo encontraremos y lo destruiremos”, promete. “Si está entre nosotros, serán testigos de prodigios terribles” asegura. La culpa sale de la gente, y vuelve al Demonio, siempre escondido, siempre transformándose en otro, en un vecino que viene a atacarnos por la noche, en alguien que daña, muerde, pellizca. En alguien a quien acusar.
El gran actor Jorge Godoy Zarco, como el Reverendo Hale
        Abigail, vengándose de los Proctor, confiesa. “Me obligaron a beber sangre”, dice, “quiero confesar, me vinieron a buscar todas las noches para que salgamos a beber sangre”. “Quiero el dulce amor de Jesús” pide, y nombra a todas las mujeres que hicieron un pacto con Satán, entre las que luego estará la mujer de Proctor.
        John quiere defenderse. “¿Cómo puedo demostrar que todo esto es un fraude?”, se pregunta, y le recrimina a su esposa: “¡No voy a tolerar tus sospechas!”. La respuesta no se hace esperar: “¡Entonces no las provoques!”. Elizabeth sospecha que Abigail la quiere muerta, para ocupar su lugar. “En Salem se pasea la venganza” sostiene Proctor. “Yo no voy a entregar a mi mujer a la venganza”. 
Escena memorable entre John y su esposa Elizabeth Proctor, estupendamente representada por Patricia Santi 
        Pero el Comisionado Danforth no entiende de venganzas, para él, la Ley se aplica como Ley y no hay desviaciones en este espinoso camino: “En un crimen ordinario, se llama a testigos. Pero en un cargo de brujería, es un delito invisible, por eso se llama a las brujas y a sus víctimas. Por eso estamos ansiosos de escuchar confesiones”. “Esta Corte está basada en la Biblia, que prohíbe la brujería y este delito se paga con la muerte”, sostiene el magistrado, que no retrocederá ni aún ante el Demonio.
        Y mucho menos ante el Reverendo Hale, que lo intenta todo para salvar a los acusados. “Deténgase ahora, señor Comisionado, la venganza personal se infiltra en este Tribunal”. Y dirigiéndose a Elizabeth, le pide que ayude a su esposo: “Ayudalo, Elizabeth, de nada sirve sangrar!”. 
        Pero ella comprende que la dignidad de él no tiene precio, aún y más allá de una infidelidad. Hay cosas más importantes, y ella las rescata. “Él ya tiene su pureza, Dios no permita que yo se la quite”.
La pareja de acusados se despide, porque Proctor va a ser ajusticiado 
Final
        Poca Justicia se hizo por los que fueron llevados al estrado judicial, poca Justicia humana. Pero durante meses, se le sumó a esta situación la intervención del Comisionado, que la encarna, e intenta eliminar de plano cualquier intervención del Demonio, aplicando todo el rigor de la ley divina. Todos estos actores se suman en los Juicios de los que aún quedan actas, y que con los años llevarían a ofrecer a los damnificados una retribución para tanto dolor. Escasa, si se quiere: el dinero nunca puede compensar el terror de ver colgado de un madero a aquel al que tanto se amó.
        Pero, cuando todo se mezcla, y todo es tan inasible como lo espiritual (y la persecución que de ello deriva por culpa del fanatismo), la muerte no tarda en llegar.
        Sobre el final, las confesiones le dan a algunos la posibilidad de escapar de la horca, acusando a su vez a otros vecinos. John se niega a hacerlo, y Elizabeth defiende la integridad   de su esposo hasta el final.
        Es la luz de esperanza que encuentran, en medio  de tanta ignorancia, de tanta espiritualidad mal entendida, de tanta rigidez de pensamiento, de tanto odio y dolor.
        De tantas Justicias, cuando no hay siquiera una.
Llega el final, y Elizabeth defiende la dignidad de su esposo John
Biografía de Arthur Miller y de sus “Brujas de Salem” 
Arthur Asher Miller (Nueva York, 17 de octubre de 1915 - Roxbury, Connecticut, 10 de febrero de 2005) fue un dramaturgo y guionista estadounidense.
Ya desde sus primeros títulos deja entrever lo que sería el elemento fundamental de toda su obra: la crítica social, que denuncia los valores conservadores que comenzaban a asentarse en la sociedad de Estados Unidos. Su consagración definitiva se produce en 1949, con "Muerte de un viajante", en la que denuncia el carácter ilusorio del sueño americano. En 1988, Miller declararía: «Jamás imaginé que adquiriría las proporciones que ha tenido. Era una obra literal sobre un vendedor, pero luego se convirtió en un mito, no sólo aquí, sino en muchas otras partes del mundo». Afirmó también: «Trabaja uno toda la vida para comprar una casa, y cuando, por fin, la casa ya es de uno... no hay quien viva en ella», con la misma postura acerca de las consecuencias del capitalismo. La obra fue galardonada con el Premio Pulitzer, con tres Premios Tony y de nuevo con el de la Crítica de Nueva York.
El dramaturgo americano Arthur Miller 
En la década de 1950 fue víctima de la caza de brujas. Acusado de simpatías comunistas por Elia Kazan, rehusó revelar los nombres de los miembros de un círculo literario sospechoso de tener vínculos con el Partido Comunista ante la Comisión de Actividades Antiamericanas en 1956, acogiéndose a la protección constitucional. A pesar de las presiones que sufrió (le fue retirado el pasaporte, y no pudo viajar a Bruselas para asistir al estreno de una de sus obras), Miller no dio ningún nombre, declarando que, aunque había asistido a reuniones en 1947 y firmado algunos manifiestos, no era comunista. En mayo de 1957 se le declaró culpable de desacato al Congreso por haberse negado a revelar nombres de supuestos comunistas. Sin embargo, en agosto de 1958, el Tribunal de Apelación de los Estados Unidos anuló la sentencia, de forma que no tuvo que ingresar en la cárcel.

La atmósfera de aquel tiempo se plasmó en “Las brujas de Salem” ("The crucible", 1953). En esta obra se sirve de un acontecimiento real del siglo XVII para atacar la caza de brujas dirigida por el senador McCarthy de la que él mismo fue víctima. También en la década de 1950 publicó “Recuerdo de dos lunes” (1955) y “Panorama desde el puente” (1955), llevada con éxito al cine y al teatro y con la que obtuvo su segundo Premio Pulitzer. El 29 de junio de 1956 se casó con Marilyn Monroe, matrimonio que duraría cuatro años y medio.
Fuente: Arthur Miller – Del sitio Wikipedia.
https://es.wikipedia.org/wiki/Arthur_Miller
 Merecidos aplausos para tan grande esfuerzo en "El Diablo en Salem" 
Juicios de Salem
        Los juicios de Salem por brujería aluden a un famoso episodio del período de colonización de los Estados Unidos en 1692 en la aldea de Salem (actual estado de Massachusetts), en el que, como efecto colateral de luchas internas de las familias coloniales y fanatismos puritanos revestidos de paranoia, fueron condenadas a muerte 19 personas acusadas de brujería, todas mujeres, y se encarceló a un número mucho mayor. El número de acusados por brujería en estos juicios pudo fluctuar entre 200 y 300.
        Muchas teorías han intentado explicar por qué la comunidad de Salem explotó en ese delirio de brujas y perturbaciones demoníacas. La más difundida insiste en afirmar que los puritanos, que gobernaban la colonia de la bahía de Massachusetts prácticamente sin control real desde 1630 hasta la promulgación de la Carta Magna en 1692, atravesaban un período de alucinaciones masivas e histeria provocadas por la religión. La mayoría de los historiadores modernos encuentran esta explicación cuando menos "simplista". Otras teorías se apoyan en analizar hechos de maltrato de niños, adivinaciones invocando al maligno, ergotismo (intoxicación con pan de centeno fermentado que contiene elementos químicos similares al LSD), el complot de la familia Putnam para destruir a la familia rival Porter, y algunas otras aluden al tema del estrangulamiento social de la mujer.
        En el prólogo de la obra, el propio Miller señala que ha empleado cierta licencia poética para condensar el número de personas involucradas en los procesos, y que ha aumentado la edad de Abigail de 12 años para que el argumento pudiera salir adelante. Enfatiza que su objetivo es mostrar la naturaleza esencial de uno de los episodios más extraños y horribles de la historia de la Humanidad. Esta historia está bien documentada en los registros de los juicios de la Salem de hoy.
Fuente: Juicios de Salem – Del sitio Wikipedia
https://es.wikipedia.org/wiki/Juicios_de_Salem
Saludo de los actores en el final de la obra 
Vean este documental del Canal History donde se explica qué fue lo que sucedió en Salem, EEUU, en 1692 
https://www.youtube.com/watch?v=KYrXYIu5TnE
Película que se realizó sobre este tema, con Daniel Day Lewis y Winona Ryder 
Confederación Wabanaki 
La Confederación Wabanaki es un (también conocida como Wabenaki o Wobanaki, traducido aproximadamente como «Pueblo de la Primera Luz» o «Pueblo de la Luz del Amanecer») son una confederación de pueblos nativos estadounidenses y canadienses conformada por los maliseet, los passamakoddy, los micmac, los abenaki y los penobscot.

Los miembros de la Confederación Wabanaki, los pueblos wabanaki, reciben su nombre gracias a la región que ellos llaman Wabanahkik ('Tierra del Amanecer'), la cual era conocida por los colonos europeos como Acadia. Hoy en día forma parte del actual estado de Maine en los Estados Unidos; y Nueva Escocia, Nueva Brunswick y parte del Quebec al sur del río San Lorenzo en Canadá. Los abenaki del oeste viven en tierras en Nueva Hampshire, Vermont y Massachusetts en los Estados Unidos.

En una de sus comunicaciones oficiales más recientes, la Confederación ha enfatizado su causa común y la aceptación de alianzas con activistas del medioambiente con el objetivo de proteger sus tierras y aguas. Obtuvieron poderes bajo la Declaración de los Derechos de Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas en 2010 y otros tratados relacionados que han sido firmados por importantes potencias.
Fuente: Confederación Wabanaki – Del sitio Wikipedia.
https://es.wikipedia.org/wiki/Confederación_Wabanaki
 Saludo final junto al Director de la obra, Miguel Montalto, al centro 
La imagen de portada pertenece a la Casa de Arte Doña Rosa, de su página de Facebook
https://www.facebook.com/Casa-de-Arte-DOÑA-ROSA-171436186228/
La foto de Arthur Miller pertenece al sitio Wikipedia- Arthur Miller
https://es.wikipedia.org/wiki/Arthur_Miller#/media/File:Arthur-miller.jpg
Las fotos pertenecen a Adriana Sylvia Narvaja, conductora del ciclo "Algo Especial Protagonista del Presente", periodista y docente de Quilmes, República Argentina. Agradecemos la invitación de la Casa de Arte Doña Rosa y de El Matadero Producciones. 

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