Por Virginia Gawel
Están los que trabajan en tareas invisibles pero indispensables para que el mundo se sostenga. Están los que, amando su vocación, tienen que trabajar de otra cosa para ganarse la vida. Están los que, queriendo trabajar, son expulsados de un sistema en los que se avanzan a los codazos quienes reemplazaron la expresión "los demás" por una sola palabra: "MÍO". Están los que trabajan voluntariamente o con salarios mínimos en tareas indispensables para que muchos puedan respirar, estudiar, comer... existir. Están... estamos... A todos los trabajadores del pasado, a los del presente, TENGAN TRABAJO O NO. (Y a los que no, nuestro unánime abrazo que les acompañe en la FUERZA!)
Y un poema que escribí hace muchos años; sentí ganas de compartirlo especialmente en este día, como quien comparte un sencillo pan entre muchos, entre tod@s...
POR QUÉ QUISE NACER
Había la insolencia y el desprecio,
el átomo estallado, la matanza,
el hambre repartido entre millones,
la siniestra inquina solapada.
Había la tortura y la violencia,
había la niñez asesinada,
la traición, el cinismo y la mentira,
hollando las simientes que brotaban...
Pero QUISE nacer, porque sabía
que también está el que enseña y el que sana,
el que cultiva la huerta verdecida,
el que nutre, el que ora y el que canta...
el que promete y cumple, el que acaricia,
el que celebra el sol cada mañana,
el que, en vez de cañones, fragua el bronce
para forjar pacíficas campanas.
Quise nacer para estar entre los simples,
los que creen en la Vida y la resguardan:
esa estirpe singular que, construyendo,
hace que valga la pena la llegada.
Y me sumé a sus trabajos cada día:
regué la huerta, forjé mi campana,
procuré hacer felices a los tristes
y dar cobijo a quien lo necesitaba.
Di mis brazos a la siembra y la vendimia,
canté canciones con los que cantaban,
cambié los paños frescos a las fiebres,
y amé con persistencia apasionada.
Y te encontré: tú que lees estas líneas.
Te encontré, -porque tú también estabas-,
y aunque no nos conocimos, trabajamos
tú y yo juntos, inocentes y entusiastas.
Donde sea que estuvieras laborando,
en cualquier nación, de cualquier raza,
en cualquier tarea que hayas hecho,
juntos bregamos para que el Bien ganara.
Con errores y aciertos, intentamos
sacralizar la faena cotidiana,
para que en medio de tanto apocalipsis
el gozo y la ternura se salvaran.
Por eso yo te amé, querido humano,
aunque no nos conocimos: porque amabas;
porque diste todo lo que tenías
para que la Belleza prosperara.
Porque, en vez de lamentarte de que el mundo
no fuera tal como tú lo esperabas,
remangaste tus brazos vigorosos
y luchaste para que mejorara.
Porque cuidaste a la Naturaleza,
porque amasaste para que el pan se horneara,
porque criaste niños, porque hiciste
alfarería con barro de las charcas.
Porque, pudiendo muñirte de cañones,
elegiste forjarte una campana
y alentar con su son a los que bregan
por lo más noble de la especie humana.
Quizás estemos tejiendo antiguas redes,
sosteniendo un mundo nuevo con su trama,
y seamos simplemente parturientos
que pujan juntos para que ese mundo nazca.
Ya lo ves: no estás tan solo en la tarea...
Puja conmigo... Ríe, puja y canta...
© Virginia Gawel
www.centrotranspersonal.com.ar
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