Una mirada psicológica del amor por las mascotas


Quienes amamos a las mascotas siempre buscamos saber más sobre ellas y de la especial conexión que nos une.

En esta oportunidad nos acercamos a la Lic. Jimena Marcos para que nos explique, desde la psicología, en qué consiste este lazo especial.

¿Por qué los humanos adoptamos o necesitamos tener una mascota?
Hay infinidad de razones que mueven a una persona a adoptar una mascota. Muchos estudios refieren que, al adoptar un animal se despierta el instinto biofílico del ser humano, que es el amor puro y espontáneo hacia la naturaleza.

Nuestros ancestros vivían inmersos en la naturaleza, pero el hombre moderno ha cambiado su entorno perdiendo en parte este contacto con lo natural. Por ello, tener mascotas nos conecta con nuestros orígenes ancestrales, nos acerca a la naturaleza y al aspecto instintivo de nuestra especie.

Entre otras razones para adoptar una mascota, podemos destacar las siguientes dos: por un lado, la necesidad de tener una compañía. Las mascotas ofrecen una oportunidad para el intercambio afectivo, para cuidar y ocuparse de otro ser, etc. Y, por otro, muchas veces aportan seguridad, y el humano se siente protegido teniendo una mascota en su casa.

¿Por qué elegimos una especie animal por sobre otra para adoptarlo como mascota?
En general, la elección de la especie tiene que ver tanto con los gustos específicos del adoptante como con la necesidad que lo mueva a adoptar y con su realidad cotidiana.

Si un individuo desea un perro guardián, elegirá dentro de determinadas razas. Si por cuestiones inconscientes e inexplicables se siente profundamente identificado con cierto tipo de especie, buscará adoptarla.

También, definen la elección de la especie, el tiempo del que dispone así como también el espacio de la casa y las posibilidades.

¿Por qué nuestras mascotas ocupan un lugar tan importante en nuestra vida/familia?
Desde tiempos muy antiguos, nuestros antepasados dedican su tiempo de ocio a domesticar animales e incorporarlos a la vida cotidiana. Todos los que aman a sus animales tienden a sentirlos como pares, como miembros más de la familia que participan de las experiencias y del crecimiento general. Cuando la mascota está bien integrada, ocupa un lugar sumamente importante porque es una pieza más dentro del sistema vital y familiar, su presencia genera efectos palpables y concretos y, también, efectos invisibles que aumentan la calidad de vida y la cohesión de todos los miembros de la familia.

La interacción con los animales, ¿cómo afecta al bienestar físico y psicológico del humano?
De numerosas maneras. A nivel físico, muchos estudios muestran que las mascotas promueven la salud de sus dueños y alargan la vida. Reducen la tensión arterial, producen relajamiento, nivelan el ritmo cardíaco, entre otros. A nivel psicológico, suman calidad de vida gracias al intercambio afectivo, a la compañía. Combaten la depresión, incrementan la autoestima y otorgan un sentido a la vida que favorece la plenitud y el desarrollo del ser humano.

¿Qué normas básicas deberíamos considerar para tener una relación saludable con una mascota?
Primero que nada, es fundamental que el adoptante tenga una visión realista de los cuidados que una mascota implica, de los requerimientos para darle una buena calidad de vida y de sus posibilidades concretas. Cuando la mascota está cómoda y el dueño también, fluye naturalmente el intercambio afectivo y se construye una relación saludable.

Muchas frustraciones y problemas en el vínculo adoptante-mascota surgen a partir de una visión poco realista del adoptante al momento de la adquisición de la mascota. Por ello una norma básica podría ser conectarse con las posibilidades reales, con el deseo genuino de cuidar de una mascota y buscar asesoramiento con veterinarios que sepan orientar y ayudar a pensar.

Algunos estudios revelan que la lógica del premio-castigo suele dar escasos resultados para la construcción sana de un vínculo y la excesiva antropomorfización (humanización) del animal también suele generar una presión y una transferencia demasiado masiva en el animal que no favorece el vínculo sano y realista.

Enlace: Blog Vital Can.

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