La valiosa tarea de defender la identidad

Teatro Don Bosco de Bernal


Por Adriana Sylvia Narvaja

La búsqueda de la identidad es un tema teatral por excelencia, y en América Latina representa un dolor que jamás se cierra. Una vez más, Teatro por la Identidad pone sobre las tablas un tema signado por la falta de Justicia, que tarda tanto en llegar, y la búsqueda de casi 400 niños que no conocen su origen.  Compromiso y toma de conciencia son los pilares de este importante trabajo escénico, que busca conectarnos con esa parte humana que nos hace preguntar quiénes somos.

“Todo está guardado en la memoria…” canta León Gieco, y todos coincidimos con ese pensamiento. Amores y dolores se guardan por igual, aunque los segundos duelan más que los primeros, que a veces también nos dan dolor. Y ésa es la palabra que tal vez muchos no quieran oír, “dolor”. Y se le agrega “violencia”, “persecución”, “muerte”. Muchas de estas cosas han sucedido en nuestro país y en América Latina, pero es el día de hoy que muchos no las quieren oír. No hay que juzgar  mal a nadie, porque ésta es una de nuestras “costumbres argentinas”: muchos se dejan llevar por los cantos de sirena de una vida pasatista que nos propone la televisión actual, diseñada justamente para que no pensemos, para que no recordemos, para que vivamos “el aquí y ahora” pero no para sentirnos felices, sino para olvidar lo mucho que este país tiene para olvidar, trata de ocultar y de que vivamos ocultando lo que todos sabemos, pero todos hemos optado por callar. Cuesta desaprender lo aprendido cuando la letra con sangre entra.

Gracias a Dios, el teatro está allí para conspirar contra estas manipulaciones. El teatro, con su lazo humano que nos une con lo profundamente humano, está allí para hacer Memoria. Aunque tengamos que oír hablar del dolor, de la carencia, de ese “alguien” que falta, que ya no está. Pero que fue arrancado de su lugar por la fuerza, como los niños fueron arrebatados a sus padres. Y así comienza la larga lucha de la búsqueda de la identidad. Y la batalla de continuar con la Memoria, que de ser una simple función mental (como la encontramos en los libros de psicología) hoy tiene un sinónimo en “lucha por la identidad”, “batalla para recuperar lo que es la identidad de todos”.

Y es así que este sábado pasado, el Teatro por la Identidad Zona Sur se dio cita en el Teatro Don Bosco para levantar en alto la bandera del “Fin de Semana de la Memoria”. León Gieco, Mercedes Sosa, sonaban en el aire, ocupaban el aire. Y en off se podía escuchar la voz de Estela de Carlotto diciendo, una vez más, que “robar la identidad de una persona es retrasar su nacimiento”. Por su parte, el Coordinador General y director Gastón Carrica se presentó y agradeció tener una identidad clara con ese nombre, a la vez que recordó que “hay 400 jóvenes adultos que no pueden decir lo mismo”. “Por eso desde el 2006 intentamos recuperar la identidad por medio del teatro”, explicó a un público que lo seguía con atención.

Así pudimos ver tres obras con muy buena resolución de tiempo y espacio: es increíble todo lo que se puede decir sobre un escenario, cómo se puede llegar con un mensaje claro cuando hay corazón para expresarlo.

La incansable lucha de Quimey
En la primera parte, el Teatro por la Identidad presentó “Marici Weu, Marici Weu” de Mariano Vouillat, en el cuerpo y la hermosa voz de Gimena Campos, del Grupo teatral Marea Nueva, invitado para este “Fin de Semana por la Memoria”. En la obra, una Quimey embarazada nos cuenta toda su historia de discriminación, amenazas, persecución y asesinato de su esposo y de su hijo. “Quimey”, en mapuche, significa “bella”, y su bella alma intenta “mantener viva nuestra cultura, ésa es la costumbre que tenemos”. Ella es artesana originaria, enamorada de Nehuén, “fuerte” para los “che”, la gente de “mapu”, la tierra. Nehuén es asesinado por denunciar a la empresa contaminadora del agua que mató a su niña mayor. Y tiene que sufrir aún más, ya que el dolor es una rueda que una vez que se pone en marcha rara vez se detiene pronto. Matan a su hijo, y ella está a punto de perder sus esperanzas, hasta que, en el aire, en el viento, le llega la voz de su amor Nehuén instándola a seguir.

Cuando ella siente que las cosas ya no tienen sentido, que la lucha ya no tiene sentido, la voz amada le dice que “siempre tiene sentido, tenés que encontrárselo vos el sentido”. Y la empuja a “reconocer todo lo que conseguimos hasta ahora”, a pesar del dolor. A pesar de la muerte. “Nunca más vas a estar sola, Quimey, ahora nuestra voz se escucha más lejos” le dice, y concluye con una frase esperanzadora: “Se puede, Quimey, se puede”. Y sobre el final, la firme decisión de seguir: “Yo no voy a ser la única voz, yo no voy a ser la única” dice mostrándonos  una bandera originaria. La amada “whipala” que une a una comunidad signada por el dolor, que pinta este dolor con los colores de esta bandera, y que la compromete a Quimey a seguir adelante.

Un relato de lo que pasó desde el centro del terror
Aquí el relato se vuelve visceral, pega en el estómago.  Varias detenidas son acosadas por un carcelero, no se escucha lo que les dice, pero no es necesario. La situación es de terror, de indefensión. Sobran las palabras para explicar lo que está sucediendo. Jésica Vilar, Fernanda Gorosito, Florencia Gómez, Luján Gómez y un jugado carcelero en el cuerpo de Matías Maripil,   forman el elenco estable del Teatro por la Identidad de la Zona Sur Quilmes. Con la Coordinación de Gimena Campos se van presentando textos relatados en vivo, “Ecos del Pasado” de Guillermo Janices, “El Derecho de Soñar” de Eduardo Galeano, “Vivir” de Carolina Balbi y textos de la autoría del grupo.

Una muestra impactante, donde se explica el tema de la desaparición de las personas  en forma de cuerpos muertos, “sean 9 mil o treinta mil”. Si fueran nueve mil, explican, podrían ponerse uno detrás del otro, los pies de uno con la cabeza de otro, y cruzar así toda la Capital, y salir de ella. Y mientras esta explicación se da, el carcelero acosa y atormenta a las detenidas. El relato se va haciendo cada vez más desesperado, los cuerpos siguen acostándose uno al lado de otro, siguen apareciendo, siguen marchando a través de la ciudad. La situación no parece tener salida. Pero justamente la salida está en contarlo, en explicarlo, en representarlo. Para que nunca vuelva a suceder.

Los datos personales hacen  una vida
Aquí , Jesica Vilar nos muestra una humilde trabajadora que enfrenta las dificultades de su propia vida. Intenta explicar una historia llena de dolor y carencias, en un relato de Julio Mauricio que se titula, justamente, “Datos Personales”. Los datos de una vida, los simples datos de un formulario que tan poco representan para los demás y encierran tanta vida para nosotros. Como un nombre, como una identidad. Un formulario que tal vez no signifique mucho para otros, pero que es la diferencia entre la luz y la oscuridad para uno mismo. Excelente trabajo de Jesica.

Y para finalizar, una puesta de danza jazz denominada “Escucho tus latidos”, del Modern Jazz a cargo del Profesor Hernán Sánchez, grupo invitado a este evento. Sus intérpretes demostraron profesionalidad y emoción, y nos referimos a Valeria Oriolo, Soledad Jara y el propio Hernán Sánchez. Donde estés, es la propuesta, allí estoy escuchándote. Y por eso puedo buscarte, tratar de recuperar, de recuperarnos, de encontrar lo que habíamos perdido. Un ronquido amenzador nos atemoriza, pero el amor logrará encontrar el camino hacia vos. Si ésa es la idea, como creemos, “Algo Especial”, nuestro programa, adherirá a la misma.

Final con aplausos y sentimientos y necesidad de encontrarnos todos juntos. Los actores se presentan por sus nombres y nos recuerdan que todos tenemos una identidad que podemos agradecer, pero el trabajo aún no termina. “Lo que nosotros hacemos demuestra que se puede hacer y que todos pueden hacer muchas cosas cada uno desde su lugar” dice Carrica, ya que “desde cualquier lugar se puede trabajar”.

Y para continuar buscando la identidad, proponiendo la Memoria, apoyando la Justicia, nos invita a participar en futuras presentaciones que se harán durante los viernes de noviembre, donde podremos asistir a dos de las obras completas en esta misma sala de Belgrano 280, Bernal, a las 20.30.


En el aire suena Mercedes Sosa cantando “Nace una flor”, de Charly García.
La identidad nace así, también, como una flor.
Hay que cuidarla.

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