(en preparación)
Literatura, arte, cultura y algo más
«Esta tierra y Malena son una sola cosa. Por eso no puedo irme. Esta tierra... las barrancas, los benteveos, las retamas. Debajo de ese árbol, junto al cerco de cinacina, en el camino de las madreselvas estarán siempre, con el sempiterno canto de los grillos, aquellos besos, el que le dí y el que quise darle y no le dí. Este jardín está lleno de labios y de manos que se juntan por primera vez. Están debajo del aguaribay, en la glicina, en los aloes, en la barranca empinada que es un pretexto para tomarse del brazo. Están hasta en el color de la Santa Rita y de las camelias».
–Victoria Ocampo, Habla el algarrobo
Victoria Ocampo (Buenos Aires, Argentina, 7 de abril de 1890- Beccar, 27 de enero 1979) fue una destacada escritora, editora y figura cultural argentina, reconocida por su papel fundamental en la promoción de las artes y las letras en América Latina.
Nacida en una familia aristocrática de Buenos Aires, Ocampo desafió los convencionalismos de su época para convertirse en una intelectual influyente y pionera del feminismo en la región.
Ocampo fue la fundadora de la prestigiosa revista Sur (1931-1970), que se convirtió en un epicentro de la cultura y el pensamiento latinoamericano. A través de Sur, promovió las obras de autores como Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Julio Cortázar, además de traducir y difundir a figuras internacionales como Virginia Woolf, T.S. Eliot y Albert Camus. Su labor como editora y mecenas fue crucial para conectar la literatura latinoamericana con el mundo.
Como escritora, Ocampo publicó ensayos, memorias y artículos en los que exploró temas como la literatura, la política, la condición femenina y su experiencia personal como mujer en un mundo dominado por hombres. Su obra más destacada es su serie autobiográfica, Testimonios, una reflexión íntima y crítica sobre su vida y los acontecimientos históricos que vivió.
Ocampo también fue una ferviente defensora de los derechos de las mujeres, abogando por la educación y la igualdad de género. Fue la primera mujer en ser miembro de la Academia Argentina de Letras y mantuvo amistad con figuras influyentes como Gabriela Mistral, Virginia Woolf y Rabindranath Tagore.
Su vida estuvo marcada por su espíritu independiente, su amor por la literatura y su compromiso con la cultura. Victoria Ocampo dejó un legado como puente entre culturas y como una figura esencial en la construcción de la modernidad literaria en América Latina.
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Diálogo
Victoria Ocampo
Te hablaba del jarrón azul de loza,
de un libro que me habían regalado,
de las Islas Niponas, de un ahorcado,
te hablaba, qué sé yo, de cualquier cosa.
Me hablabas de los pampas grass con plumas,
de un pueblo donde no quedaba gente,
de las vías cruzadas por un puente,
de la crueldad de los que matan pumas.
Te hablaba de una larga cabalgata,
de los baños de mar, de las alturas,
de alguna flor, de algunas escrituras,
de un ojo en un exvoto de hojalata.
Me hablabas de una fábrica de espejos,
de las calles más íntimas de Almagro,
de muertes, de la muerte de Meleagro.
No sé por qué nos íbamos tan lejos.
Temíamos caer violentamente
en el silencio como en un abismo
y nos mirábamos con laconismo
como armados guerreros frente a frente.
Y mientras proseguían los catálogos
de largas, toscas enumeraciones,
hablábamos con muchas perfecciones
no sé en qué aviesos, simultáneos diálogos
–Victoria Ocampo
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Al rencor
Victoria Ocampo
No vengas, te conjuro, con tus piedras;
con tu vetusto horror con tu consejo;
con tu escudo brillante con tu espejo;
con tu verdor insólito de hiedras.
En aquel árbol la torcaza es mía;
no cubras con tus gritos su canción;
me conmueve, me llega al corazón,
repudia el mármol de tu mano fría.
Te reconozco siempre. No, no vengas.
Prometí no mirar tu aviesa cara
cada vez que lloré sola en tu avara
desolación. Y si de mí te vengas,
que épica sea al menos tu venganza
y no cobarde, oscura, impenitente,
agazapada en cada sombra ausente,
fingiendo que jamás hiere tu lanza.
Entre rosas, jazmines que envenenas,
¿por qué no te ultimé yo en mi otra vida?
Haz brotar sangre al menos de mi herida,
que estoy cansada de morir apenas.
–Victoria Ocampo
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Soneto
Victoria Ocampo
Me gusta, triste, soñar por la tarde, cuando tañe la hora,
Sea con el céfiro perfumado de la primavera
o de un invierno helado la brisa monótona
que de las campanas me trae un sonido claro y vibrante.
Me gusta imaginarme en una playa bretona
Con su arena de oro y el océano inmenso
Y la queja sin fin de las olas que resuena,
Esas olas de tono glauco y espaldas de espuma.
Amo esos días de verano donde el sol cálido brilla,
el pájaro vuela borracho de luz y gorjea,
las flores perfumadas lo embalsaman todo y el prado es tan verde!
Pero lo que llega más a mi alma sensitiva,
lo que la hace llorar y la cautiva
es escuchar, oh Rostand, cantar su alma en verso.
–Victoria Ocampo
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Imagen de la red
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Victoria Ocampo (1890-1979) 🇦🇷
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