por Raúl Gonzalez Tuñón,
poeta argentino (1905-1974)
«El pueblo no quiere pan…Está harto»
(Palabras de Ezequiel Martínez Estrada, ensayista de tono mesiánico)
Villas, villas miseria, increíbles y oscuras,
donde sopló el olvido sobre la última lámpara.
Villa Jardín, Villa Cartón, Villa Basura,
de calles que trazaron los azares del hambre,
la súbita marea de los desposeídos
y los desocupados forzosos; los ilusos
del patético éxodo de provincias lejanas,
que avengüenza la frente pálida de la patria.
Barrios de un Buenos Aires ignorado en la guía
para el turismo; barrios sin árboles, de ahumados
horizontes sin agua, sin ayer, sin ventana.
Atroces ciudadelas sucias y derramadas,
de viviendas como hongos; latones, bolsas, zanjas
hundidas por las lluvias, mordidas por los vientos.
Barrios de soles turbios y lunas oxidadas,
de noches enemigas y de hoscas madrugadas,
y la insólita fuga de los perros sedientos.
"Mirada" del artista plástico argentino Antonio Berni |
Villa Jardín es un nombre que suena
con un largo sonido de impiadosa ironía.
Un nombre que golpea como un aldabonazo
en el límite mismo de la ciudad gigante.
Una oficial y fría indiferencia
puso cercos de yuyos a su triste abandono.
Y aquel aldabonazo
debería sonar en la conciencia
de los que han olvidado que Jesús era pobre
y de insolentes lujos abruman sus iglesias;
de los que se levantan sobre la espalda de otros.
Y el Jesús que hoy invocan decía que su reino
(donde no existirían ricos ni desalojos,
ni pobres, ni prejuicios de raza, ni linchados,
ni la peste y la guerra)
«vendrá cuando los hombres vuelvan a andar desnudos,
y no sientan vergüenza»…
"Juanito Laguna va a la ciudad", Antonio Berni
Villa Jardín, un breve nombre
que oculta una miseria vasta.
Villas que habitan densas familias, el llamado
bajo fondo social, que no es la resaca,
y que mantiene intactos su decoro y su fe,
el altivo rencor dentro del pecho
y la esperanza.
Raúl González Tuñón, "A la sombra de los barrios amados", 1957
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