Llueve... espera, no duermas

 
Llueve... espera, no duermas.

Estate atento a lo que dice el viento,

y a lo que dice el agua que golpea

con sus dedos menudos en los vidrios.

Todo mi corazón se vuelve oídos

para escuchar a la hechizada hermana

que ha dormido en el cielo,

que ha visto el sol de cerca,

y baja ahora elástica y alegre de la mano del viento,

igual que una viajera que torna

de un país de maravilla.

Cómo estará de alegre el trigo, amante.

Con qué avidez se esponjará la hierba,

cuántos diamantes colgarán ahora

del ramaje profundo de los pinos.

Espera, no te duermas.

Escuchemos el ritmo de la lluvia.

 

        Recordamos hoy en Hermeneuta a una de las poetisas más importantes de las letras latinoamericanas: la uruguaya Juana de Ibarbourou. Cuando era niña su padre, que apenas sabía leer, le solía recitar poemas de su Galicia natal. Los motivos principales de su obra fueron el amor y naturaleza, esta última, como una expresión de libertad (de la que, desafortunadamente, en su vida personal raras veces gozó). Falleció en Montevideo, Uruguay, el 15 de julio de 1979. Nosotros hemos elegido este romántico fragmento de “Noche de lluvia”, aparecido en su poemario “Raíz salvaje”, de 1922. ¿Cómo no identificarse con la sensación de paz que da contemplar la lluvia y esa frase que dice: “Llueve… Espera, no duermas”

Fuente: Del sitio de facebook de la Revista Cultural Hermeneuta

Imagen de portada: 📷 Juana de Ibarbourou hacia 1930.

¡Compártelo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario