El impacto que sufren los niños con la violencia en los barrios vulnerables

La Sección Educación/Violencia publicó una nota de Paula Busnadiego en el sitio informativo del diario La Capital de Rosario, Santa Fe, Argentina. En ella, la pediatra Marcela Gramajo alerta sobre los daños de las infancias en diversas zonas de la ciudad. La nota es del pasado 9 de julio de 2022 y cuenta las vicisitudes de "La Tierrita", "un espacio donde la salud y la recreación van de la mano". La peor noticia es que la violencia crece en espiral, y sólo acciones decididas como éstas pueden paliar el daño que la violencia produce. 

        "Marcela es neonatóloga y hace 18 años tuvo contacto con una beba a la que le perdió el rastro. Hasta que hace unos días fue a su consultorio una señora, familiar de aquella, que le dijo: “¿Doctora, usted no sabe lo que pasó con Marianela?”. Fue ahí cuando se enteró que la habían matado “por el tema del narcomenudeo que afecta al barrio”. Esta noticia la conmovió al punto de que le costó remontar todo el día. Se fue a un salón del centro de salud donde trabaja y quebró en llanto. “Lloré un rato —dice—, era mi primera paciente que moría por esta ola de violencia”. El relato es de la pediatra y neonatóloga Marcela Gramajo, trabajadora de la salud en Empalme Graneros (Rosario). Un barrio popular como otros de la ciudad, donde sus médicos, docentes y otros trabajadores del sector público son los primeros en responder ante las situaciones de riesgo y violencia social que enfrentan sus habitantes.

        Gramajo tiene un amplia trayectoria en la salud pública con la que se siente comprometida. Como neonatóloga trabajó en la Maternidad Martin y en el Hospital Roque Sáenz Peña, y ejerce la pediatría en efectores de salud de barrios populares. Actualmente trabaja en la atención de niños y niñas en los centros de salud de la comunidad qom de Juan José Paso y Travesía, y el municipal Juana Azurduy de Génova y Provincias Unidas, ambos anclados en el noroeste rosarino. En diálogo con La Capital, la médica lee la radiografía de la comunidad donde trabaja, alerta sobre la vulneración de derechos en las infancias y adolescencias, y explica la necesaria tarea de asistir a las familias puertas afuera del consultorio.

        Marcela atiende un promedio de 25 chicos por día en cada uno de los efectores, por eso hay jornadas en las que llega a atender a 50 chicos, al igual que sus compañeras pediatras, además de que muchas veces salen a golpear las puertas de aquellos que no van. “No se acercan por la misma situación de vulnerabilidad por la que están atravesando”, explica. En el cotidiano, el trabajo con maestras, maestros y trabajadores sociales es habitual. Muchas veces no se acerca el paciente, pero quien llega al centro de salud es la docente que pone atención a una situación y alerta sobre el caso. “En estos días la maestra de uno de los jardines del barrio se acercó a comentarme que una de las niñas había ido muy poquitos días al jardín desde que empezó el año. Citamos a la mamá que se acercó con la niña y su hermanita, un caso que tenía un último control en 2021. Entonces comenzamos a trabajar para que retome los controles y la escuela”.

        La pediatra explica que en los barrios populares es usual trabajar en red con las organizaciones presentes en el territorio. “Acá en Empalme Graneros hay una gran cantidad de instituciones y organizaciones, centros de salud, escuelas, comedores, bibliotecas populares, el espacio La Tierrita —del que también soy parte—, y se trabaja con todos”, dice. Las reuniones con los distintos colectivos son habituales y en la tarea de proyectar en favor de la comunidad hay motivación y organización.

Marcela Gramajo es neonatóloga y pediatra de la salud pública de Rosario.Foto: Sebastián Suárez Meccia

Derechos vulnerados

        Junto con Ludueña y Tablada, Empalme Graneros es otro de los barrios populares atravesados por la violencia. A la situación de pobreza estructural, que se sostiene en el tiempo y se agrava con el aumento del índice de nuevos pobres, se le suma el fenómeno de una violencia que recrudece y que impacta en la población infantil y adolescente.

        ¿Qué escenarios acontecen hoy en los centros de salud, cuál es la situación actual de los chicos y chicas en los barrios populares? La respuesta de la pediatra es contundente: “Las cosas que estamos viviendo escapaban a mi imaginación. Desde el comienzo de la pandemia a hoy se agravó esta crisis”. Entre las situaciones de riesgo que se agudizaron, Gramajo destaca el consumo problemático en mamás adolescentes y agrega: “Siempre estuvieron vulnerados los derechos a una alimentación saludable, eso sigue siendo una problemática grave, porque sé que hay mamás que algunas noches no comen para darle de comer a sus hijos. También veo a muchos niños y niñas pacientes míos pidiendo en las calles, pero lo que más nos está preocupando ahora son los adolescentes en riesgo por consumos”.

        La pediatra destaca que cuando se habla de vulneración de derechos hay que pensar en términos de familias, y entender que obviamente esa situación repercute en las infancias. Su relato da cuenta de un estado de zozobra en el ámbito privado de las familias por el agravamiento de las condiciones económicas, así como también en el espacio público, por las situaciones de violencia cotidiana. Un escenario que pone en jaque a las infancias y adolescencias, con pocas posibilidades de salida.

“Los chicos y chicas tienen derecho al entretenimiento, el juego, la cultura y al acceso de libros”, dice la pediatra
Foto: Sebastián Suárez Meccia

        Esta nota se inicia con el relato de una pérdida. Marianela de 18 años, aquella chica que Gramajo ayudó a nacer, integra la lista de 26 niños, niñas y adolescentes asesinados en Rosario en lo que va del año (hasta el mes de julio, y sigue en aumento). Un número escalofriante en términos estadísticos, que deja de ser una cifra si se piensa que se trata de hijos, primos, alumnos, pacientes, vecinos y amigos. Cuando el drama pasa por este prisma, el terror se apodera del espacio público y el cotidiano del barrio se reconfigura en desmedro de todos los que lo habitan.

        “Con respecto a las niñas y los niños, comenzamos a ver que la escolaridad se ve dificultada porque los chicos no llegan, no salen porque la vereda o la cuadra está complicada. Los adultos también tienen miedo de entrar y salir, por eso hacen los mandados todo en un mismo momento para salir una sola vez”, cuenta la doctora sobre una realidad que también intimida a los profesionales, que a pesar del miedo, continúan saliendo al territorio a buscar a sus pacientes.

        La pérdida del espacio público por parte de las infancias es un acontecimiento que no solo cercena derechos sino que además, explica Gramajo, conspira contra la salud: “Por miedo los chicos dejaron de ir a las plazas. Uno de los derechos de la infancia es la recreación, hemos buscado espacios libres para que los chicos puedan jugar, pero hoy se quedan adentro y no quieren salir. A algunos de ellos, que tienen obesidad por la mala alimentación, les recomiendo salir a caminar, a jugar, pero ¿cómo van a salir a caminar por el barrio? Es difícil que lo pueden cumplir en este contexto”.

Mas allá del consultorio

        En su práctica diaria, la pediatra entiende que la salud es mucho más que la ausencia de enfermedades. Por eso a la hora de hablar de derechos aporta una mirada amplia: “Sabemos que lo básico es tener agua, vivienda, educación y salud. Eso todos lo tenemos claro, y que también en algún aspecto esos derechos están vulnerados en la gran mayoría de los habitantes del barrio. Pero además, los chicos y chicas tienen derecho al entretenimiento, al juego, a la cultura y al acceso de libros”. Por eso, la doctora suele pedir y recolectar libros para compartirlos en La Tierrita, el espacio ubicado en el Pasaje Burucuyá 951 bis, donde conduce un dispositivo de neurodesarrollo para niños y niñas menores de 3 años, que tiene como objetivo el mejoramiento del vínculo de estos con la madre o el cuidador. “Es una forma de atención en salud no convencional donde participan las madres y los niños, abordamos distintos temas y todo lo hacemos a través del juego”, explica.

        La Tierrita, (ex Centro Barrial Comunitario) es un espacio municipal donde se ofrece a la comunidad distintas actividades, tanto para adultos como para niños. El proyecto de desarrollo infantil del que es parte Gramajo es una propuesta que vincula a las secretarías de Desarrollo Humano y Hábitat, con la de Salud Pública, por la que se conforman equipos interdisciplinarios para trabajar con la primera infancia, y donde el juego es un quehacer fundamental. En La Tierrita la salud y la recreación van de la mano y seguramente por eso es uno de los espacios públicos mas convocantes del noroeste rosarino.

El grupo de mamás, niños, niñas y profesionales que asisten a La Tierrita, de paseo por la Casa Imaginada

        La pediatra cuenta la experiencia de ofrecer cuentos en vez de juegos antes de comenzar la jornada: “Vimos que antes de empezar, todos, tanto los niños como las madres, estaban leyendo. Nos dimos cuenta de la importancia de la accesibilidad a los libros”. Y agrega: “De las últimas experiencias que hicimos, una fue la creación de un cuento virtual, lo leímos entre todos y lo compartimos por WhatsApp a las mamás y cuidadoras para que todos los chicos lo tengan”. Quienes forman parte de este espacio también hacen paseos colectivos. La última salida grupal fue a Casa Imaginada con el grupo de mamás, niños y profesionales que forman parte del dispositivo de neurodesarrollo, a las que se sumaron pediatras, trabajadoras sociales y la psicóloga del Centro Juana Azurduy y las trabajadoras de otros efectores de salud que están en el barrio. “Cuando llegamos, madres y niños estaban encantados con el lugar. Ese día leímos un cuento y se generó una integración y un intercambio hermoso entre nosotros y los otros visitantes de la casa que se sumaron al cuento”, recuerda Gramajo y confirma que tienen mas proyectos de paseos para este año y que el foco está puesto en La Isla de los Inventos.

        Cuando termina sus jornadas en los centros de salud, la pediatra se dedica a otra de sus pasiones: la pintura. El contacto sistemático con niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos la condujo a crear desde el arte un personaje infantil. Se llama Bartola y es una nena plasmada en un lienzo, que lleva una valijita donde guarda todos los derechos de los niños y tiene la misión de hacerlos recordar. Por ahora no fue presentada oficialmente porque se trata de un proyecto artístico que integra una serie, en la que cada representación ilustra cada uno de los derechos que tienen las infancias. Gramajo cuenta que el objetivo de este proyecto será solidario. Mientras tanto, Bartola se da a conocer tímidamente en sus redes sociales y en palabras de su creadora interpela: “Bartola va. Tiene un destino fijo, que es ir a ningún lugar pero a la vez llegar a todos los lugares. En su valijita lleva lo más importante que son los Derechos del Niño, así, con mayúsculas, porque la única manera de que podamos defender nuestros derechos cuando seamos mayores es levantar esa bandera desde la infancia”."

Fuente: Del sitio informativo del diario rosarino La Capital, de la provincia de Santa Fe

https://www.lacapital.com.ar/educacion/el-impacto-que-sufren-los-ninos-la-violencia-los-barrios-vulnerables-n10021089.html?utm_source=newsshowcase&utm_medium=gnews&utm_campaign=CDAqEAgAKgcICjDdvpsLMKHJswMwwsVd&utm_content=rundown 

La imagen de portada pertenece a la publicación de La Capital y lleva el siguiente epígrafe: "En La Tierrita funciona un dispositivo de neurodesarrollo para la primera infancia. Un espacio donde la salud y la recreación van de la mano. Foto: Sebastián Suarez Meccia". 

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