Tours para fotografiar pumas: nuevo gran atractivo en Torres del Paine

El pasado 25 de mayo 2021 nos fuimos de viaje a ver a los hermosos pumas. Claro que, lamentablemente, sólo pudimos hacerlo a través de la nota del diario La Nación, en su Sección Lugares, de la mano de la periodista Mariana Otero. ¡Pero esto no le quita ni un poquito de interés ni de amor por la Naturaleza, que es nuestro sentimiento profundo! Veamos, entonces, cómo se puede impulsar el turismo, sin asesinatos ni matanzas. Simplemente, armado con una cámara de fotos. Y que dé resultado en el cuidado del medioambiente.  

        "En el Parque Nacional de la Patagonia chilena, a unos 2.800 km de Santiago, el gran felino americano habita en un territorio de 227.000 hectáreas de sorprendentes alturas, bosques y aguas cristalinas. Una atracción para turistas y amantes de la fotografía.

        La Patagonia chilena convoca. El Parque Nacional Torres del Paine, muy conocido por el trekking llamado “la W”, ofrece, desde hace unos años, tours de uno o varios días para admirar –y fotografiar– al gran felino americano en su hábitat natural.

Una escena perfecta: madre y crías con la dorada luz del atardecer

Foto: José Vargas Muñoz/ Wayaja Puma

        Torres del Paine ofrece uno de los paisajes más impactantes del mundo, un ecosistema privilegiado donde conviven cóndores, águilas, zorros culpeos y grises, huemules, guanacos, ñandúes y pumas, entre otras muchas especies, en un escenario de gran biodiversidad compuesto por bosque magallánico, estepa patagónica, matorral preandino y desierto andino. En 1978, el área del Parque Nacional Torres del Paine fue incorporada como Reserva de la Biosfera por la Unesco.

        Hogar perfecto para los pumas, en este Parque Nacional se concentran la mayor población y los ejemplares más grandes del país vecino. En los últimos años, el número de felinos creció de manera notable y también el interés para contemplarlos y fotografiarlos.

Puma alimentándose - Foto: Miguel Fuentealba

        “Los turistas que contratan nuestros servicios tienen dos perfiles claros. Están los profesionales que vienen a buscar una buena foto, y los aficionados, que no andan con grandes equipos, pero sí con todas las ganas de querer observar pumas en estado natural y se emocionan cuando se logra un encuentro”, dice José Vargas Muñoz –alias Pepe Wayaja–, de la empresa Wayaja Puma.

        Los avistamientos son considerados un aporte a la conservación de la especie. Cada año –en tiempos “normales”–, unas 155.000 personas recorren los senderos del parque con el único fin de ver un ejemplar. “Es el mejor lugar del continente americano para observar al ‘león de montaña’. Hoy, en el parque habita la población de pumas más ‘sana’ a nivel nacional”, asegura Felipe Román, guía de excursiones y fotógrafo de Naturaleza que comenzó con la observación en 2019, después de dedicarse años a los tours de birdwatching.

Paisaje en PN Torres del Paine - Foto: Miguel Fuentealba

        Se estima que en el Parque, y en los territorios privados colindantes, vive cerca de un centenar de pumas. Vargas Muñoz comenta que hasta hace poco se hablaba de un puma cada 20.000 hectáreas, pero esa cifra quedó obsoleta. “En un área de 24.000 hectáreas tenemos registrados alrededor de 28 pumas”, explica. El último censo (2018) arrojó la existencia de unos 60 ejemplares, cifra hoy superada. “Me atrevería a decir que hay más de cien”, subraya Miguel Fuentealba, fotógrafo de Vida Silvestre y cofundador de la empresa Iso100 Outdoor.

        El número sería aún mayor. La Corporación Nacional Forestal (Conaf) estimó, antes del inicio de la pandemia, que la cifra rondaba los 150 ejemplares. ¿Las causas del crecimiento poblacional? Más comida, más espacio y menos caza, que, de hecho, está prohibida por ley desde hace una década. La gran concentración de guanacos, liebres, aves, patos, pequeños roedores, armadillos y otras especies pertenecientes a la cadena alimentaria del puma aseguran su recuperación. A esto se añade el número creciente de programas conservacionistas y la actitud proactiva de los propietarios de terrenos aledaños al parque.

Ver un puma retozar al sol es difícil, pero posible, con paciencia y algo de suerte en PN Torres del Paine - Foto: Iván Berrios Ávila

Para mirarte mejor

        Del alba a la puesta del sol, los tours de observación pueden durar una jornada completa o hasta cinco días, con diversos servicios. “Nos gusta trabajar en Torres del Paine porque los animales tienen la ventaja de que no se los puede perseguir. Hay senderos establecidos por norma para todos los viajeros. La paciencia es clave; el conocimiento del terreno y del comportamiento del animal, necesarios”, opina Fuentealba.

Las huellas de los felinos son importantes indicios para detectar su presencia - Foto: Miguel Fuentealba

        Vargas Muñoz –que guarda entre sus reliquias una foto que sacó a un puma inusualmente grande– comenzó a fotografiarlos en 2005 y, una década después, lanzó la empresa junto a su mujer. Heredó de su padre –guardaparque hace 35 años en este Parque Nacional– el gusto por la fotografía y la observación. “Toda mi infancia la pasé en el parque, saliendo con mi papá, observando, aprendiendo”, recuerda. Y cuenta que diez años atrás era muy difícil observar un puma. Hoy, “prácticamente cualquiera puede encontrar uno en el camino”, remarca. La realidad es que detectarlo puede demorar un minuto o todo el día, o más. En cualquier caso, es fundamental desplazarse haciendo el mínimo ruido, sin ansiedad y casi sin hablar.

Puma al acecho - Foto: Felipe Román. 

        Por naturaleza este animal es solitario, pero eso no significa que no forme grupos. La manada no es propia de los felinos; la circunstancial convivencia grupal, sí. Vargas Muñoz explica: “Hemos observado grupos conviviendo sin mayores problemas. La hembra se aleja cuando tiene cachorros, y si un macho se quiere reproducir con ella mata esos cachorros”. (Igual que el león de la sabana africana, asegura su linaje; una vez que el macho liquida la camada de cachorros, la hembra automáticamente entra en celo y posibilita el apareo).

Los tours de avistaje de pumas son muy buscados por los profesionales y amateurs de la fotografía - Foto: Miguel Fuentealba

        Sólo durante ocho días –período del celo– se los ve en pareja. Luego, el macho abandona el lugar y la hembra se dedica a sus crías. Las cachorras están listas para independizarse a los dos años y los cachorros, a los tres.

La foto perfecta

        Se logra cuando el puma está relajado y se desplaza tranquilo. Sabe que el observador está ahí, en silencio y casi en secreto, pero no se siente perturbado. Para “capturarlo”, es preciso ubicarse a prudente distancia –unos 30 metros– y esperar el momento con binoculares y un telescopio que permitan observar la escena en detalle. “Es un felino que pasa bastante tiempo descansando y, por ende, debemos respetar sus tiempos”, apunta Felipe Román. Y si bien hay situaciones en que los animales se muestran, resulta que están lejos, alimentándose o tomando agua. En estos casos, “para no interrumpir esos procesos no se toman fotos”, agrega Román.

        Los encuentros se producen mientras se camina por los senderos demarcados, y en puntos de observación. Nunca se los persigue: se resguarda al animal y se garantiza la seguridad del pasajero. “Cuando voy con turistas no estamos más de 20 minutos fotografiando a un puma”, cuenta Berrios Ávila, que los retrata desde hace cinco años. “¿Por qué me gustan? Me dan paz. Son únicos e importantes para el equilibrio del ecosistema”, dice.

Esta imagen le sirvió a Miguel Fuentealba para crear el isologo de su agencia, ISO100outdoor - Foto: Miguel Fuentealba.
 

         Fuentealba habla de los pumas con pasión. Cuenta que quedó cautivado por este enorme gato hace 12 años, cuando vio uno por primera vez. “No podía comprender cómo vivía y se desplazaba entre nosotros sin ser visto”, dice este fotógrafo que aprendió a observar observando durante meses. “En una ocasión vi uno a lo lejos, parecía bastante grande, no quería perder la oportunidad de verlo de cerca y me fui bordeando un cerro para, según creía, sorprenderlo. Eso fue un grave error”, admite. Al llegar, el puma había desaparecido. Fuentealba se asustó y comenzó a mirar a su alrededor, sin éxito. “Al cabo de unos minutos me percaté de que el puma estaba demasiado cerca; en unos matorrales vi su oreja y parte de su cabeza a unos siete metros. Cuando cruzamos miradas, el puma se levantó y comenzó a caminar hacia mí. No podía creer lo que estaba pasando”. El animal –relata– se acercaba, agazapado. “Aun así, me agaché lentamente y disparé un par de fotos, aterrado. Pensé: ʻEstas serán mis primeras y mis últimas fotos de pumaʼ”. El felino había llegado a cuatro metros del fotógrafo. “El puma me rodeó, marcó su territorio con sus patas traseras, se alejó unos 15 metros y se echó, mirando hacia mi posición como diciendo: ‘Lárgate de mi casa’. No sé cuánto tiempo estuve ahí parado sin lograr caminar. Finalmente me fui sin mirar atrás”.

        La fotografía, por supuesto, la tiene y es el logo de la empresa. “Este puma me enseñó a no subestimar la Naturaleza”, concluye Fuentealba."

Fuente: Del sitio informativo del diario argentino La Nación

https://www.lanacion.com.ar/revista-lugares/tours-para-fotografiar-pumas-nuevo-gran-atractivo-en-torres-del-paine-nid25052021/

La imagen de portada pertenece a la publicación de La Nación, y lleva el siguiente epígrafe: "Madre y crías / Foto: Miguel Fuentealba"

Las fotos pertenecen a la publicación del diario La Nación

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