por José María Quintana Cabañas,
pedagogo y filósofo español (1930-2013)
"Hoy día apenas se habla del sentimiento de inferioridad. Se prefiere hablar de la autoestima. Sin darse cuenta de que la autoestima aparece - si lo hace - después de haber superado el sentimiento de inferioridad, cosa difícil y que muchos no consiguen. El motivo de este cambio de lenguaje está en nuestra sociedad sensiblera y falsamente optimista, que se empeña en presentarlo todo de color de rosa, incluido el ser humano, para quien ya no hay dificultades ni problemas. El hombre es un ser estupendo, creativo. En Barcelona se ha abierto una gran librería dedicada a temas de autoayuda y crecimiento personal, y el nombre que le han puesto no podía ser otro que este: Excellence. Porque el hombre es excelente, capaz, feliz, a quien todo es posible.pedagogo y filósofo español (1930-2013)
Pero a nosotros todo esto nos suena a ilusorio. Es confundir los deseos con la realidad. En el fondo del ser humano hay toda una serie de limitaciones y apetencias negativas que dificultan el logro de las necesidades humanas superiores, como son la plenitud personal, las actitudes positivas y la felicidad. Todo esto puede y debe conseguirse, pero será al precio de resolver antes las dificultades psicológicas internas.
Una de estas, tal vez la más importante, es el sentimiento de inferioridad, que constituye no sólo la cruz que lleva sobre sus espaldas la personalidad, sino el principal resorte que mueve a ésta y, con ello, una de las palancas de fuerza que empujan el mundo y la civilización, tanto para bien como para mal. Por tal motivo, el individuo necesita conocer esta fuerza para poder controlarla y encauzarla. Por eso no nos gusta la táctica de nuestra cultura actual, que prefiere ignorar los demonios que llevamos dentro, y así ofrecernos una falsa paz. Nosotros, los problemas preferimos descubrirlos, plantearlos, encararnos con ellos y resolverlos, y así llegar a una paz verdadera.
Esto es lo que pretendemos hacer con el sentimiento de inferioridad: ver con claridad su dinámica y su impacto, para planificar una estrategia que nos lleve a superarlo. Sólo así llegaremos sin engaño a aquella autoestima que tanto necesitamos para enfrentarnos a la lucha por la vida.
Se trata de una tarea educativa. El sentimiento de inferioridad aguijonea a casi todas las personas, de modo que no es ya labor de los psicólogos, sino de los padres y de la escuela, el enseñar a los jóvenes una estrategia psicológica que deberán utilizar durante toda su vida, a fin de llegar a adquirir esa autoestima con la cual podrán vivir felices, ser productivos y conocedores del éxito. Se trata de un capítulo principal en la educación de la personalidad humana.
Queremos ahora que los eufemismos no nos lleven a engaño: la autoestima es el ideal, pero sólo llegaremos a él si sabemos resolver los problemas que nos plantea el sentimiento de inferioridad.
La Antropología nos describe al ser humano como un ser deficitario, precario, poco dotado para responder a las exigencias de su vida. Esto lo convierte en un ser débil e inseguro. Pero además están las otras personas, con cuyas exigencias y pretensiones debe enfrentarse y ante las cuales a menudo queda acobardado y se deja pisotear. En todos estos casos, el dolor de su impotencia le roe las entrañas. Es el sentimiento de inferioridad, que, de este modo, se muestra muy general en la humanidad, casi connatural al hombre.
Esta sensación de inseguridad provoca un vivo dolor en el alma humana, la cual lo acusa de muchas maneras. Una de ellas son los sueños, es decir, las pesadillas que a veces se tienen en los mismos: cuando uno sueña, por ejemplo, que se ve perseguido y ha de esconderse debajo de la cama, o que un animal quiere morderlo, o que escala una montaña y no encuentra donde agarrarse. Son los conocidos sueños del «quiero y no puedo»: uno sueña que lo persiguen y no puede correr, o que juega al fútbol y no logra meter goles, o que quiere defenderse de un enemigo a tiros y la pistola no dispara, o que trata de gritar para pedir socorro y la voz no le sale de la garganta, o, conduciendo un coche, va a estrellarse y los frenos no le funcionan. Siempre la misma sensación de impotencia, que el individuo lleva muy adentro.
«El neurótico es un ser que viene de un clima de inseguridad y que en su infancia ha sufrido bajo la penosa impresión de una inferioridad constitucional [...j. Siempre y en todos los casos, su pensamiento y su voluntad se apoyan sobre la base de un sentimiento de inferioridad, sentimiento que resulta ya de un desajuste con el ambiente, ya de hallarse muy por debajo del objetivo ambicionado. Este sentimiento es siempre relativo, producido por una comparación que el individuo establece entre él y los demás» (Adler).
Pero el sentimiento de inferioridad tiene consecuencias no sólo negativas, sino también positivas, constituyendo un gran resorte que mueve muchos de los ámbitos del comportamiento humano. Y así explica 0. Brachfeld (1970) que de él se origina buena parte de la actividad artística y literaria, el progreso económico, el hábito de trabajo, la vida amorosa y sexual, pero también la delincuencia, las excentricidades de algunas personas, los celos, las anomalías psíquicas, etc. Por un cierto afán de exhibicionismo se hacen muchas cosas, aun valiosas, hasta el punto de que - dice La Rochefoucauld - «la virtud no llegaría muy lejos si la vanidad no le hiciera compañía».
Adler llama «estilo de vida» al modo como cada cual programa su comportamiento (su Voluntad de Poder) en vistas a superar el complejo de inferioridad que lo está atosigando en su interior. El individuo, en esto, deberá atender al «sentimiento de comunidad» o actitud altruista, que se le impone como imperativo moral y social. Deberá armonizar su voluntad de poder (egoísta) con el respeto a los derechos de los demás. La adaptación a la sociedad la realiza mediante estos tres elementos: su profesión, su vida familiar y su participación cívica. La delincuencia tiene lugar cuando falta esa adaptación social".
José María Quintana Cabanas,
"Del sentimiento de inferioridad a la autoestima",
Editorial GCS,
Colección Educar
Biografía de José María Quintana Cabanas
José María Quintana Cabañas (1930-2013) es un educador social español. Nació en el pequeño pueblo de Bagan, en Cataluña, en los Pirineos. Debido a la Guerra Civil , Quintana no ingresó a la escuela regular hasta que tuvo 11 años, pero solo le enseñaron las materias más difíciles, de lo contrario, tuvo que estudiar por su cuenta. Estas experiencias influyeron en sus puntos de vista pedagógicos de que la enseñanza exitosa no depende de buenas herramientas sino, sobre todo, de los esfuerzos y la voluntad del maestro y el alumno para aprender y enseñar. Es autor de más de 30 libros de pedagogía, filosofía , psicología y sociología , y una docena junto con otros. Falleció en 2013.
Fuente: Del sitio Wikipedia - José María Quintana Cabanas.
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