filósofo, escritor y periodista español.
"Los que hemos nacido con el olor de la tinta todavía nos levantamos por la mañana buscando el periódico. Hegel, ya en el siglo XIX, tenía una expresión muy bonita: “el diario matutino”. Decía que la oración con la que se despierta el hombre contemporáneo es la que encabeza su periódico. En efecto, los que hemos sentido esa pasión por el diario difícilmente nos vamos a resignar a otras formas, a otros soportes que no sean el diario impreso.Pero el problema de fondo no es si los diarios impresos como hoy los conocemos van a sobrevivir o si van a quedar relegados labores más interpretativas por la información on-line. Lo importante es que sobreviva el periodismo como tal.
El periodismo no solamente es una técnica. También es una ética y una estética. Es ética, técnica y estética de la transmisión de la verdad, de la revelación de la verdad, y eso no se improvisa.
Hoy algunos dicen que a partir de Internet hay un flujo constante de noticias y una democratización de la información. Pero el hecho es que nos llegan un montón de noticias que no sabemos de dónde provienen, ni sin son fiables, ni quien las respalda y quién las da. Francamente, no me parece que sea una democratización de la información. Si las medicinas, que son vendidas en farmacias por farmacéuticos que han estudiado una carrera y, por lo tanto, ofrecen una cierta garantía, fueran vendidas en las esquinas por curanderos, ¿lo consideraríamos una democratización de la medicina? ¿O sería, en cambio, un aumento de los peligros para el consumidor?
Lo que ofrece Internet no es una democratización de la noticia, sino un aumento de los peligros que implica conocerla y del riesgo de conocer informaciones falsa, que nos alejan de las verdaderas.
Por eso es importante mantener vivo al periodismo. Debe sobrevivir el periodismo como una técnica, como una forma de jerarquizar, organizar, distribuir, interpretar y racionaliza las noticias.
El periodismo es el arte de transmitir la verdad. Pero a partir de Pilatos todos nos preguntamos qué es la verdad. Aristóteles, en los comienzos de la ética, establecía que no es lo mismo la verdad en matemática que en historia. La verdad es, fundamentalmente, los conocimientos y la objetividad relevante en un campo determinado. Relevante en el sentido de que es lo que un ciudadano tiene derecho a exigir y puede merecer, no lo que despierta curiosidad. Todos podemos sentir curiosidad por la correspondencia de la vecina, pero eso no nos corresponde, no es la verdad en el campo de la noticia. En este sentido, la verdad es lo que el ciudadano necesita para ejercer su función de ciudadano.
"Ojo" del artista plástico M. Escher |
Sólo hay un tipo de periodista reaccionario, sea de izquierda o de derecha: es aquel que conoce la verdad y dice otra cosa. Puede ser por oportunismo, por interés, por piedad o por creer que va a mejorar las cosas. ése es el verdadero periodista reaccionario, el que no reconoce su obligación de decir la verdad.
Nuestra profesión tendría que reconocer esa frase que el viejo Immanuel Kant, el filósofo alemán, decía: “La mentira, llaga de la humanidad”. Los periodistas tienen que luchar contra esa llaga. Esa función es imprescindible y, además, está en el origen de la democracia misma. Thomas Jefferson dijo: “Si me dieran a elegir entre un gobierno sin periódicos y periódicos sin gobierno, preferiría lo segundo”. Tal vez no haga falta una opción tan radical, pero lo que no puede ser un gobierno sin periódicos, como algunos quieren resolver el dilema.
No se puede elegir entre gobierno o periódicos, porque el gobierno debe reconocer, aunque sea ácida y crítica, la imprescindible marcación de cordura que establecen los periódicos. Aun los más críticos están para ayudar al que gobierna a no volverse loco. Esa es la función que tiene que exigir y agradecer un gobernante a los medios que, quizá, son menos complacientes. Con su crítica, marcan los límites de la cordura gubernamental, y un gobierno democrático debe ser cuerdo porque las democracias son un estado de cordura colectiva.
Lo importante es que las sociedades reconozcan el valor que tiene el periodismo y que no piensen que hay gobiernos contra los medios de comunicación o medios comunicación contra los gobiernos. Los medios están para marcar los límites de los gobiernos, y, aunque sea lamiéndose las heridas, el gobierno está para agradecer que alguien le sirva de espejo negativo para su propias función. Así es el juego democrático, y así debe seguir siendo".
Fernando Savater,
"Una técnica, una ética, una estética"
para el libro
"Nuevos desafíos del periodismo"
Editorial Ariel,
primera edición año 2014.
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