La vida, una sombra inconstante y huidera

  
        por Ramón Pérez de Ayala 
        “Cada vida es un drama de más o menos intensidad. Cada vida es, asimismo, una sombra inconstante y huidera. ¿Recuerda usted la alegoría de la caverna, de Platón? Pues es preciso ir todavía un poco más allá; los que Platón pone aherrojados en la caverna no son cuerpos materiales, sino sombras, pero sombras dramáticas y atormentadas; y lo que sobre el muro ven, sombras de sombras. Por estas penumbrosas estancias circulan sin cesar nuevas sombras y más sombras, vidas y más vidas, dramas y más dramas. Se me dirá que lo mismo sucede en los hoteles, en las calles, en los ferrocarriles, donde quiera que se congregan las gentes. Y es verdad. Sólo que en aquellas partes la sombra y el drama pasan solamente, aisladamente, disimuladamente, sin comunicarse, en tanto en la mesa redonda, solidariza a esa sombras efímeras y quebranta los sigilos del drama individual. Le digo a usted que, a veces, extendiendo la mirada sobre mis vecinos de mesa, cuyos dramas privativos se me presentan al pronto con escénica plasticidad, y elevándome a seguida, y como que a pesar mío, a contemplarlos filosóficamente, sub specie aeterni, como sobras inconsistentes y efímeras, me acomete un escalofrío patético, me dan ganas de llorar y soy capaz de tragarme, sin parar atención y como si fuese un plato de natillas, la empedernida chuleta que me han servido. Para elevarse al concepto y la emoción del bosque, o alongarse de él y tomarlo en conjunto o sumirse dentro de él; en las lindes y a corto trecho, los árboles estorban ver el bosque. Para ascender al concepto y la emoción de la vida, o situarse en el punto de vista de Sirio, como hace el filósofo, o zambullirse, con todas las potencias, en los dramas individuales. El drama y la filosofía son las únicas maneras de conocimiento. Y aquí en estos cavernosos senos de la casa de huéspedes, están las fuentes del conocimiento. La cuestión es alumbrar el manadero. A través de las casas de huéspedes ha pasado toda la historia de España del siglo XIX.  Sí, señor; la historia de España del siglo XIX es una historia de casa de huéspedes. ¿Qué le vamos a hacer? No crea usted que la historia de las demás naciones cultas en el siglo XIX es muy superior a la nuestra. Aquí y acullá, y en todas partes, la historia del siglo XIX es la historia de la clase media –clase media más rica y culta allá, más miseranda y cerril acá-; la historia de una época de libertad anárquica, la libertad de explotación; torbellino de átomos insensatos e incoherentes; época egoísta y brutal, que pensó suprimir el dolor fingiendo ignorar que lo hubiese, y alardeó de apreciar las ideas y la belleza porque las avillanó y sometió a precio cotizable en el mercado, como cualquier otro artículo de comercio; época, en fin, en que el negociante venció y aniquiló al filósofo y al poeta”.
Ramón Pérez de Ayala, 
“Belarmino y Apolonio”,
Biblioteca Clásica y Contemporánea,
Editorial Losada
año 1978
Biografía del autor
Ramón Pérez de Ayala nació en Oviedo en 1881 y murió en Madrid en 1962. Estudió en un colegio de jesuitas y se graduó luego en Derecho, viajó por Europa y empezó a adquirir firme prestigio desde muy joven, revelándose como poeta en “La paz del sendero”. La originalidad de sus obras estriba en su densidad ideológica y en la perfección y el casticismo de su estilo, levemente arcaizante en punto a vocabulario, pero ágil y donoso en la sintaxis. En “Prometeo, Luz de domingo” y “La caída de los limones” (1916), alcanza una forma más alta y depurada. Ya había alcanzado el éxito con las tres “Novelas poemáticas de la vida española” junto con “Belarmino y Apolonio”, entre otras.
La foto pertenece al sitio  Busca Biografías -
https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/1626/Ramon%20Perez%20de%20Ayala

La imagen de portada pertenece al pintor polaco surrealista Rafal Oblinski, y pertenece al sitio Todo Mail.
http://www.todo-mail.com/content.aspx?emailid=7416 

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