por Vittorino Andreoli
psiquiatra italiano
“Hacer el bien es bellísimo y cuesta poco, es más, produce placer. Si descubriéramos qué hermoso es hacer el bien, qué placer obtenemos de ello, veríamos insensata esa actitud dura en relación a todos y ese uso del dominio y el autoritarismo, de la imposición que obstaculiza toda comunicación. La belleza de dirigir una sonrisa, de estrechar una mano, de abrazar y de mirar el rostro de quien está asustado y ahora se relaja y se tranquiliza.Creedme: el bellísimo hacer el bien. He llegado a la convicción de que hacer el bien es una expresión de la necesidad del individuo y, paradójicamente, incluso de su egoísmo.
El bien de las pequeñas acciones. Un abrazo, una caricia, una palabra amable, un reclamo para ser escuchados en un momento difícil de la jornada. Oír que ella o él quitan hierro (dejan de tratarse duramente) porque para una familia son otros los significados y dentro del sentido de la vida y de la vida en familia ese acontecimiento sufrido se disuelve y pierde dramatismo.
Desde luego, no siempre se encuentra una casa en orden, un lugar donde relajarse inmediatamente, pero se puede y se debe favorecer la serenidad, que es un grandísimo valor.
Soy viejo y siento más satisfacción en dar que en recibir, estoy más contento al consolar y elogiar que al recibir elogios. En casa siento el deseo de subrayar cuánto debo darles, qué representan para mí, no sólo cuando están presentes, sino también cuando los llevo impresos en la memoria, que tiene la ventaja de hacer presente el pasado y lo que ahora está ausente.
Amo hacer el bien aunque sé que en una sociedad del odio no es fácil. El pequeño bien que no necesita una cartera, sino una sonrisa, una señal de respeto, un mensaje silencioso de consideración.
Entonces, ¿cómo se puede llegar a casa de morros (enfurruñado) y hacer sentir muertos a los que te esperan con afecto?. No es posible que los propios familiares sean los que sufran la injusticia y el dolor.
Es preciso hacer el bien y aprender a hacerlo en casa y luego exportarlo por doquier porque hay demasiada violencia en este mundo y es insoportable constatarlo cuando se sabe que podría dominar la alegría de vivir y la bondad. Es tiempo de realizar el bien, de hacer de la familia el lugar del bien, de la satisfacción.
Ahora comprendo aquel pasaje del Evangelio según el cual haciendo el bien uno será recompensado setenta veces siete, y sé que no es preciso esperar a la resurrección de la carne; ocurre en este mundo y puede darse en vuestra casa. Amo esta Tierra, a este hombre, aunque debe cambiar. Lo amo porque puede hacerlo y basta poco para que lo haga. La estrategia del bien es más sencilla que la de la conquista de los mercados y del éxito.
Soñemos juntos con un humanismo coloreado de bien".
Vittorino Andreoli
“Carta a la familia de un adolescente –
Un viaje al corazón de nuestros afectos”
Editorial Integral de RBA Libros,
Barcelona,
primera edición enero 2007
No hay comentarios:
Publicar un comentario