Y sin embargo, se sostiene. La han esquilmado desde afuera, y lo peor, desde adentro. Incluso los que tildan de “cipayos” a los demás, la han traicionado. Como si fuera inocente que sus hijos traicionen a su propia madre. No, no es inocente.
Hoy, una vez más, Argentina sufre una crisis, otra más. Pero tiene algunos componentes que transforman la realidad en algo mucho peor: hoy tiene droga y tiene inseguridad, o mejor dicho, criminalidad, al máximo. Inseguridad es una palabra que no aceptamos porque justamente es un invento del periodismo de hace unos quince años, cuando la gente simplemente, comenzó a morir. Claro que siempre hubo delito, y durante el Proceso de Reorganización Nacional, muchos delitos, encarnados en la horrible acción del terrorismo de Estado. Pero hoy, sumando la acción deletérea de la droga que se vende en todo el territorio, que se importa de países vecinos y que se fabrica incluso aquí, las cosas se están volviendo a poner muy feas.
Por eso no aceptamos la palabra “inseguridad”. Porque estar “inseguro” es, como se dijo en los últimos años, “una sensación”. Y no hay sensación, hay muerte. Estar inseguro es, incluso, estar un poco sensible, o un poco demente. No aceptamos esa palabra, que el periodismo inventó cuando los casos fueron en aumento y se acabó el cuento de que cada muerte era “un ajuste de cuentas”. El contador del Parque Pereyra, un ajuste de cuentas. El dueño de la parrilla de Chacarita y su hijo, un ajuste de cuentas. La señora que salió a comprar bizcochitos a la tarde, y que la televisión mostraba tapada con una bolsa negra y se veía su propio bolsito de las compras, un ajuste de cuentas. Los muertos de todo tipo, un ajuste de cuentas. Y cuando las cuentas dejaron de ajustarse, porque eran todos inocentes, y los culpables no tienen que morir tampoco, se inventó la ridícula palabra “inseguridad”. Que demuestra todo lo cobardes, todo lo poco verdaderos, que pueden ser los medios de comunicación argentinos. Lo negadores de la realidad, para que nada cambie y todo siga igual.
Niños que llegan a la Parroquia luego de la bicicleteada que se hace todos los años como cierre de las Fiestas Patronales de Bernal. Niños que serán adultos en un futuro que hoy se ve incierto. |
Pero esta historia no es nueva. Argentina es un país rico, y las ansias de "vivir del prójimo" estuvieron siempre a la orden del día. Ese fanatismo por parecer europeos, por vivir una vida cara que hace rato se murió, nunca muere. Ese afán de ser “dandis”, de vivir una vida de ropa europea, autos caros, secretarias hermosas, varios celulares, mansiones enormes y fundamentalmente, mandar. ¡Ah, mandar! Sacar “chapa” donde se está, poder estacionar libremente, cobrar a fin de mes un sueldo astronómico, “eso sí” es hacer la América. Y todo sin trabajar, o trabajando lo menos posible. Y si es posible, salir por la televisión. Inaugurar un potrero, un baldío, una loma, donde se hará… lo que ya cobraron y no harán. Mientras tanto, la gente sigue acumulando gente en las villas miseria, que abundan, donde los derechos humanos hace rato pegaron la vuelta al llegar: falta agua, falta gas, faltan calles, falta todo.
Frente a eso, vemos dilapidar el dinero como nunca se dilapidó. Y eso que Argentina tiene todo un currículum de la desmesura, del despilfarro, del derroche. Jamás quedó un solo peso para la Argentina, ni para sus obras públicas, ni siquiera para devolverle el ferrocarril que se perdió. Se habla de que se cuadruplicó la cantidad de divisas que están fuera del país, que en su momento eran de cien mil millones de dólares. Multipliquen esa cifra por cuatro. Y creo que aún nos quedamos cortos.
Por eso, cuando me comentan cómo andan las cosas, intentando ver a quién voté o no voté, no les respondo. En primer lugar, porque, como me enseñaron en la Escuela Superior de Periodismo (tu grato nombre), “el periodista no se casa con nadie”, es decir, tiene amigos en todos lados, pero no duerme con ninguno. Mantiene una prudente distancia de todos, y si bien la objetividad completa no existe, va el nombre de uno y uno quiere que su nombre esté relacionado con la confiabilidad. Es lo más importante para un trabajador de la prensa, que debe ser un trabajador por la verdad.
En segundo lugar, los problemas de nuestro país son siempre los mismos, aunque aumentados miles de veces en los últimos años. En nuestra opinión, y esto lo hemos comentado en una nota anterior, creemos que no basta con hacer referencia a las situaciones económicas de la República, sino que hay que buscar en el golpe militar del año 1930, en la derrota de la democracia, el agravamiento de todos los males, que también ya existían. Pero podían y debían ser solucionados con DEMOCRACIA, y no con golpes. De allí, todo fue ir cuesta abajo, porque avalada la inmoralidad y la ilegalidad, todo lo demás pierde sentido.
Días pasados escuchamos a un colega la frase que tanto nos repele, “y bueno, estamos en la Argentina...”. Nos duele el alma, nos repugna que alguien diga por los medios de comunicación esa remanida frase. Porque si “estamos en la Argentina”, y con eso queremos significar que las cosas jamás cambiarán, entonces me pregunto para qué estamos aquí. Y para qué el colega está allí, en el canal. Debieran cerrar la persiana y resignarse a vivir en la anarquía. En la droga. En la criminalidad. En el abuso. En el atropello. En la violencia de género. En lo que se ve todos los días por la televisión.
El periodismo, señores, es el que tiene que investigar, grite quien grite. Amenace quien amenace. Parece fácil, pero no lo es. Pero es su función: hablar por aquellos que no tienen voz. Poner de relevancia las soluciones, las propuestas, para resolver los conflictos. Buscar opiniones de gente que sepa, incluso, que sepa qué sucede en otros países. Que no se conforme con decir “y bueno, la Argentina es así”. No, no es así. Es así hoy, pero no lo será mañana. No lo será si cambiamos entre todos, y luchamos para que no sea así. Depende de nosotros.
Y por último, decir lo que creemos: un país, para salir adelante, necesita dos condiciones básicas, inapelables. Una, respetar la ley, que es lo que menos se hace en la Argentina. Dos, defender su identidad, palabra tan meneada pero tan intangible como cierta. Porque nuestra identidad existe, y es una buena identidad. Es cierto que viene y ha venido gente de muchos lados. También en Estados Unidos, y ellos defienden su historia y su identidad, su camino. Lo mismo otros países. Salen adelante porque defienden su historia, su cultura y su identidad. Nosotros no, ni respetamos la ley, ni defendemos nuestra identidad. Se confunde "identidad" con mero "folklore", como si el folklore nos identificara a todos. No. Nos identifica el ser "bien gauchos", bien solidarios, bien de ley. Cuando "ser derecho" sea nuestra identidad, muchos quedarán afuera. Seremos derechos, respetuosos de la ley, y seremos argentinos.
Y sin esas dos condiciones fundamentales, nos costará mucho, mucho, salir adelante.
Adriana Sylvia Narvaja es periodista y docente, y es la conductora del programa "Algo Especial Protagonista del Presente" que actualmente no se encuentra en el aire. Pero el blog sigue trabajando activamente en difundir todo lo que se refiera al cuidado de la Vida, al medioambiente y a la espiritualidad.
Las fotos pertenecen a Adriana Sylvia Narvaja, y corresponden, la de la portada, a una foto tomada el 27 de septiembre de 2016, en la esquina de Zapiola y Belgrano de Bernal, con una franja blanca sobre nuestra amada Parroquia de Nuestra Señora de la Guardia, y que forma una bandera celeste y blanca.
Las otras fotos también son de la conductora, pero pertenecen al día domingo anterior, 25 de septiembre, cuando se realizó la bicicleteada que dio término a las Fiestas Patronales de Bernal que se realizan todos los años.
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