¿no falta mucho para eso?”. Pues bien, no falta tanto, y es el momento ideal para proponer lo que vinimos a proponer. Escuchen bien.
Una persona muy querida me dio una vez esta receta de limpieza, que debe aplicarse en toda la casa, en todo nuestro lugar sin excepción. Esta limpieza a fondo debe hacerse, paso por paso, antes de la Navidad (¡julio es un mes estupendo para comenzar!). ¿En qué consiste?
En limpiar todos los lugares del hogar, aún los más recónditos. Así, el Día de Navidad, se hace una limpieza general, un repaso o una barrida, y al sentarse a comer la Cena de la Nochebuena, se espera con la casa limpia y el corazón preparado la venida del Señor Jesús. Parece difícil, pero no lo es, si uno lo hace con sabiduría.
Y en este caso la sabiduría implica lo siguiente: la limpieza se hará de arriba hacia abajo, y de adentro hacia afuera. De a poquito, digamos un día de cada semana, se irán sacando todas las cosas de los estantes. NO TODAS JUNTAS, por favor, eso sería un caos. Conozco quien sacó todas las cosas a la vez, y luego… no podía volver a ponerlas en su lugar, y quedó rodeada de objetos útiles e inútiles, sin saber cuál tirar o cuál guardar. Jamás hagan eso.
Muy por el contrario, irán muy despacio, respetando sus propios tiempos. Tomarán un ropero, e irán sacando lo que hay en un estante. Seleccionarán lo que sirve o lo que no sirve, es decir, aquello que sí usarán o dejarán aparte aquello que ya no usarán. En otra pila, dejarán lo que van a regalar, y en otra lo que piensan vender. Y una pila más para reparar, coser botones, arreglar cierres, en fin. Y poco a poco, y luego de limpiar el estante preferentemente con cera líquida o algún producto que deberemos dejar secar al menos dos días, recién volveremos a colocar aquello que ya está reparado, que sí usaremos y que no pensamos regalar. Lo que sí regalaremos será convenientemente limpiado y reparado, y estará listo para encontrar un nuevo hogar que lo necesite. Nosotros no nos llenaremos de cosas usadas, rotas, o de trastos inútiles.Ésa es la regla.
Por otra parte, la cera, una vez seca, dificultará que se junten polillas u otros insectos, y una vez que hayamos terminado con ese estante y esté completo y ordenado, cerraremos las puertas, a fin de aprovechar el poder de limpieza de este producto para que derrote a las malvadas polillas. No, no es una película de ciencia ficción (“La invasión de las polillas gigantes” o algo así) sino un medio para cuidar nuestra ropa y que siempre esté en condiciones para ser usada.
Seguiremos con otro estante, y en toda la casa haremos el mismo trabajo. Los libros que deben ser reparados, irán a una pila. Los zapatos que no usaremos, irán a otra. Y poco a poco iremos trabajando con nuestro propio hogar como debemos cultivar nuestro interior. Lo malo, afuera. Lo bueno, adentro. Y lo bueno que podamos dar, darlo con amor. Es como dice la Palabra de Dios sobre el “dador alegre”, que da de su corazón y recibirá ciento por uno, “medida rebosante, remecida”. Damos lo bueno que ya no usaremos, y alguien se beneficiará, porque lo necesita, especialmente la ropa de abrigo.
Papeles viejos y sin valor, a reciclar. Latas de pintura, de productos que no usaremos, no juntaremos. Nada de cachivaches en el patio o jardín. Todos estos elementos acumulan energías negativas y detienen el fluir de nuestra relación con la Energía (y con Dios, que es energía!).
De a poco iremos limpiando y viendo cuántas cosas inútiles se guardan en una casa. Y de esta manera, si algún día nos tenemos que mudar, todo será más fácil. ¿Quién no se ha mudado y ha sentido que era, en vez de una mudanza, una verdadera catástrofe ecológica? Pues bien, evitemos ese sentimiento actuando, todos los años, con verdadera sabiduría.
Corre la misma regla para la cocina, y para el botiquín del baño, que a veces se llena de productos vencidos. Prometamos cuidar nuestra alimentación y nuestra salud, evitando consumir medicamentos que no sean RECETADOS ÚNICAMENTE POR LOS MÉDICOS, sin automedicación. Y cuanto menos, mejor. Basemos nuestra salud en una actitud frente a la Vida preciosa, con una alimentación sana, movimiento (aunque sea una caminata, nuestro cuerpo lo agradecerá), respeto hacia todas las formas de vida, pensamientos positivos y una actitud firme en cuanto a la solidaridad con los demás, enseñada tanto en casa como en la escuela. Nuestro cambio puede ser el portal para el cambio de muchos, no lo olvidemos.
Al taller de herramientas hay que acomodarlo, hacerlo más fácil de limpiar. Su uso es importante en la casa, el taller nos permite “reparar” aquello que lo merece. No lo destinemos a futuro “depósito” de cachivaches. Démosle la importancia que tiene en nuestras vidas. Todos necesitamos algo de "reparación"...
De esta manera, nos vamos “librando” de objetos innecesarios, mientras acomodamos las fotos, las artesanías, los recuerdos valiosos, la ropa que queremos guardar. Y finalmente, en Nochebuena, haremos un repaso por toda la casa, con los muebles ya ordenados y cerrados. Damos una barridita, pasamos un trapo… y a preparar la Cena. Y cuando nos sentemos, con todo limpio, oremos y demos gracias por otro año más de vida.
Y no lo duden, el Señor Jesús vendrá a nuestras vidas.
Y estaremos con Él un año más, más aliviados, más contentos. Ahora sí sabemos dónde están las cosas, y lo que necesitemos estará reparado y en forma. A cada cosa su lugar, y un lugar para cada cosa.
Al fin y al cabo, es nuestra casa. Nos cuida de la lluvia y del frío, nos protege, nos da alimento y calor. Reúne a toda la familia, que no es poco. Tiene todo de nosotros. Estamos arraigados a ella. Por eso, ella vale el esfuerzo, que al fin es para nuestro bien. Muchas personas se beneficiarán con nuestras donaciones, sea de ropa, sea de zapatos, sea de libros.
Entonces sí, habremos hecho valer nuestro trabajo. Y como el trabajo es lo más importante de la vida, habremos hecho valer también nuestras vidas.
Imágenes de facebook.
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