La Copa, o el color del cristal con que se mira

  «En este mundo traidor,
 nada es verdad ni mentira,
 todo es según el color,
 del cristal con que se mira»
Ramón de Campoamor,
poeta español del realismo.
        Hay películas que nos hacen replantear nuestras vidas, nuestras culturas. Es el caso de “La Copa”, del director Khyentse Norbu, uno de los más importantes lamas de la tradición budista tibetana y miembro de la nobleza de Bután. Este hermoso film es la primera producción cinematográfica de este país del Himalaya, que ha permanecido aislado y ajeno a la influencia occidental… hasta que llega el fútbol.
        Y como todo cambia, la vida cambiará al ritmo del Mundial de Francia del año 1998, que los monjes budistas de un Monasterio en el exilio no se querrán perder… y harán lo posible para verlo. Al menos, ver la Final de esta importante Copa. La televisión occidental llega con su “mascarón de proa” más potente, la televisión. Pero el Monasterio no tiene, y debe alquilarla a un hindú con pocos escrúpulos. Pero la Final bien lo vale...
        Una película tierna, sencilla, humilde… y maravillosa, filmada en 1999 y estrenada en 2003.  La vida cotidiana del monasterio es reflejada como lo que es… un lugar donde hay hombres que intentan ser mejores, ser devotos, en el exilio de su país, ya que el Tíbet está ocupado por China y el comunismo chino no les permite ejercer su creencia. Por lo tanto, el Monasterio se encuentra muy cerca, pero en la India. Allí llegan niños y jóvenes buscando aprender, a donde si se quiere es como una Universidad, donde estarán protegidos y podrán consagrarse a Buda. Pero no es fácil… jamás lo fue. Los actores son monjes verdaderos, y se documenta la rutina de los hombres que allí viven, y que dedican su vida a la contemplación y la oración.
        Ver lo que para Occidente está tan al alcance de la mano, y los budistas no lo tienen, nos hace reflexionar sobre nuestra cultura y nuestra sociedad. Aquello que damos por sentado, como natural, simplemente porque somos nosotros los que lo miramos con el color de nuestro cristal, mientras el Abad del monasterio, cuando le comentan que un partido de fútbol es la lucha de dos países civilizados para tener una pelota se pregunta admirado: “¿y para qué?”. Nos abre los ojos a otra realidad, la de un país que fuera considerado “el más feliz del mundo”: Bután.
        Y sin embargo, se comentó mucho que debido a la televisión muchas costumbres tradicionales fueron cuestionadas. Bután era un país sumamente religioso, donde se rezaba, se realizaban artesanías, se leían los libros sagrados. Y luego de la llegada de la televisión, muchos querían ser Madonna, o Mick Jagger. Muchas nuevas ideas ingresaron en ese país, y hubo menos rezos y menos artesanías, y más telenovelas. Menos Buda y más Hollywood.
        Por eso es una buena película. Para cuestionarnos, y cuestionarse. “¿Podremos cubrir la tierra con piel, para que sea suave nuestro andar donde quiera que vayamos? No” dice el sacerdote. Y el aprendiz pregunta: “¿Y qué podemos hacer?”. “Podemos cubrir nuestros pies con piel, pero sería lo mismo…” responde el maestro.
        “Los enemigos son ilimitados, como el espacio” – explica.  “Del mismo modo, todos los enemigos posiblemente no pueden ser vencidos. Sin embargo, si uno pudiera superar el odio, esto equivaldría a vencer a todos los enemigos y a todo lo que es desagradable en este mundo. Todo el miedo y el sufrimiento que existe se pega al que lo ha creado. ¿Qué voy a hacer con este gran demonio? Para librarme de cualquier agresión suya, y liberar a los demás de su sufrimiento, me entrego totalmente y amaré a los demás como a mí mismo" concluye el maestro. "Si un problema puede ser resuelto, ¿por qué ser infeliz? Y si no puede ser resuelto, ¿qué sentido tiene ser infeliz?”. Es decir, además de una historia, hay una enseñanza. Para eso se necesita la espiritualidad, y sería muy bueno que la televisión le dedicara aunque más no sea, un pequeño espacio.
        Para que las religiones no mueran a manos de una televisión que las destruye, pero que no se niegue tampoco el intercambio y el conocimiento entre los pueblos.
        Porque, al fin, como dice Campoamor, todo será del color del cristal con que se mire.

Con alguna fallita que se puede superar corriendo muy poco el mouse, se puede disfrutar con subtítulos en castellano en este enlace de Youtube:
https://www.youtube.com/watch?v=64Z_Fkol7cQ

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