El hombre de los cuarenta escudos

por Voltaire
        "Desconfíe siempre de testamentos políticos y de sistemas: yo he sido víctima de éstos lo mismo que usted, y si se han burlado de usted los Solones y Licurgos modernos, de mí se mofaron los Triptolemos. Yo, sin una pequeña herencia que recibí, me hubiera muerto de hambre. 
        Ciento cincuenta fanegas de tierra de labor poseo en el país más agradable de la tierra y en el terreno más ingrato; cada fanega, pagados los gastos, no rinde más que un escudo. En una ocasión leí en los periódicos que un prestigioso agrónomo había inventado un método de siembra, por el cual, sembrando menos grano recogía más cosecha: tomé dinero a usura y puse en práctica su método, con lo cual perdí mi tiempo, mi dinero y mi trabajo, no menos que el susodicho agrónomo prestigioso que ahora siembra como todo el mundo. 
        Quiso mi mala estrella que leyera luego en el “Diario Económico”, que se vende en casa del librero Boudet, en París, el experimento que llevó a cabo cierto parisiense, quien para entretenerse labró quince veces la tierra de su jardín, sembró en ella trigo en vez de plantar tulipanes, y cogió una excelente cosecha. Tomé más dinero a préstamo y labré treinta veces mi tierra diciendo para mí: de esta manera obtendré doble fruto del que consiguió en su jardín el ingenioso parisiense (que seguramente aprendió agricultura en la ópera y en la comedia) y me haré rico gracias a su ejemplo y a sus lecciones. 
        Verdad es que en mi tierra era imposible labrar ni siquiera cuatro veces, porque no lo permite el rigor y la mudanza repentina de las estaciones, sin contar con que la desgracia de mi ensayo anterior me había obligado a vender mi yunta. Hice, pues, arar treinta veces las 150 fanegas por todas las yuntas que había en cuatro leguas a la redonda. Tres labores por fanega cuestan cinco ducados; de suerte que por las treinta tuve que pagar 50 ducados, con lo que las 150 me salieron a 7.500 ducados. La cosecha, que en los años medianos en mi maldito país no da más de 300 fanegas, fue aquel año de 330 a 7 ducados; total, 2.310 de suerte que perdí 5.190 ducados, o 57.090 reales, contando como ganancia la paja de la cosecha. 
        Estaba arruinado y mi perdición hubiera sido absoluta a no ser por una tía vieja, a quien un famoso médico expidió al otro mundo, discurriendo sobre medicina con tanto acierto como yo sobre agricultura. ¿Creerá usted que todavía fui bastante necio para dejarme engañar por el diario de Boudet? Leí en su periódico que empleando 1.000 ducados en el cultivo de la alcachofa pueden obtenerse esos mismos 1.000 ducados de renta. ¡Vaya por Dios! –dije-. Boudet me restituirá en alcachofas  lo que en trigo me ha hecho perder. Me gasto, pues, 1.000 ducados y los ratones se comen mis alcachofas. 
        Todos mis vecinos se burlan de mí y yo, avergonzado, escribo una carta fulminante a Boudet. Por toda respuesta el muy bribón se dedicó a lanzarme mil cuchufletas en su diario, y hasta me negó que los (indios) caribes sean rojos. No pasé por esto y gestioné una declaración jurada del exprocurador del rey en la (isla) Guadalupe, en la que constaba que Dios había hecho a los caribes rojos como a los negros tiznados. Pero este triunfo no quita para que haya perdido toda la herencia de mi tía, hasta el último céntimo, a casa de haber confiado ingenuamente en los nuevos sistemas. Insisto en decir a usted que se guarde de embaucadores, y quedo muy suyo, etc.”
Voltaire
Seudónimo de Francois-Marie Arouet
del libro “El hombre de los cuarenta escudos” 
Biblioteca Página 12 y Alianza Editorial SA.
Imagen de portada: retrato de Voltaire de 1718 - Del sitio Wikipedia. 
Atelier de Nicolas de Largillière, portrait de Voltaire, détail (musée Carnavalet) 

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