El fuego y el hombre

        La Gran Pradera americana se extiende como un campo lisito, lisito, hasta el horizonte. Allí el cielo es increíblemente celeste, y las nubes parecen esos corderitos de los cuentos que saltan las cercas para que la gente se duerma al contarlos.
        Aquí vive la familia de Vito el bisonte. Vito es muy pequeño aún, y por eso no se aparta de al lado de su madre. Su abuelo, un bisontote ya viejo, le cuenta historias de otras épocas, de cuando los bisontes eran los auténticos señores de la pradera.
- “En mis tiempos, hijo, no podía el hombre acertar cuántos bisontes recorrían estos campos, de tantos que éramos...” – rumiaba el abuelo con tristeza. “Cuando venían los días de emigrar al sur, para evitar el crudo invierno, todos nos poníamos en marcha a la vez, los jóvenes delante, los ancianos detrás, y en el centro las madres con sus crías. En aquellos días no había horizonte, sólo se veían los lomos de los nuestros que ocultaban todo el prado. Si cruzábamos las vías del ferrocarril, éste tenía que detenerse días enteros, hasta que termináramos de pasar...”.
        El pequeño Vito escuchaba con atención.
- “¡Ay, abuelo, siempre lo mismo! No lo mortifique al chico, que acá en la Reserva estamos bien...” – intervenía dulcemente la mamá del bisontito.
- “Es que él necesita saber la verdad, hija. Debe temerle al hombre, que mató a tantos de los nuestros...” – se lamentaba el abuelo.
       Vito recordaba siempre los consejos de su abuelo, al que admiraba mucho. No por nada el Gran Bisonte había sido líder de la manada, y las leyendas que los bisontes contaban en los largos inviernos lo tenían al abuelo siempre como el héroe que fue.
Por eso Vito le temía al hombre. El abuelo le había dicho que era más peligroso que el lobo o el coyote.
- “El hombre es como el fuego de la Pradera, hijo. Nadie sabe de dónde viene, y él mismo jamás sabe adónde va. Nosotros sí sabemos dónde vamos, el hombre no. Por donde pasa, sólo deja destrucción...”  – repetía el abuelo, cansadamente.
- “Abuelo...” – intervenía la mamá de Vito con paciencia de bisonte. “Nosotros ya no vamos a ningún lado, estamos aquí en la Reserva, porque el hombre quiere protegernos. No todos los hombres son malos, Vito, las cosas cambian. El hombre cambiará...”
- “¡Jamás! ¡Jamás cambiará!” – resoplaba el abuelo, y daba patadas en el suelo. “Es como el fuego, jamás cambiará. Aunque no quede ninguno de nosotros ¡no se detendrá!”. Y se iba a un rincón, a  rumiar solo, entre protestas y rezongos.
Tejón de las praderas americanas 
        Así pasaron dos estaciones, y llegó el verano. Y el verano, si es muy seco y no llueve, es un peligro en la pradera. Cualquier chispita  puede encender un fuego que incendiará todos los pastizales. Los bisontes viejos, que le temen porque lo conocen, son los primeros en dar la voz de alarma.
        Y ese verano, un poderoso fuego se encendió, y el abuelo de Vito lo presintió desde lejos.
- “¡Fuego al oeste! ¡Todos arriba, en formación!” – alertó el abuelo.
        En un santiamén todos marchaban unidos, en un solo bloque, con una única consigna, la que impone la Naturaleza: vivir.
        Cuando parecía que estaban a salvo, una peligrosa línea de fuego apareció delante de ellos, y los bisontes quedaron encerrados, rodeados por las llamas, sin poder escapar.
- “¡Aléjense del fuego, cuidado!” – gritaba el líder de la manada.
 Animación de un bisonte de 1887. Fotos de Eadweard Muybridge
        Cuando todo parecía perdido, se escuchó un potente ruido, que venía del cielo y de la tierra. Del cielo, era un enorme helicóptero que traía a los socorristas quienes, en medio del humo y del peligro, se las ingeniaron para descender cerca de  la línea de fuego.
        De la tierra, llegaba el ruido de los camiones de bomberos y las camionetas de los guardaparques. Rápidamente, los bomberos abrieron una brecha en el fuego, mientras los guardaparques, arriesgando su vida frente los cuernos de los aterrorizados bisontes, llamaron su atención revoleando sus camperas para que los siguieran a lugar seguro.
        Fueron arriando a la manada hasta una pradera tranquila, donde esperaron a que los animales se calmaran lo suficiente como para revisarlos uno por uno. Mientras tanto, los socorristas colaboraban con los valerosos bomberos y luego, ya más tranquilos todos, los guardaparques se fueron a hacer una recorrida por el parque, para asegurarse de que todo vuelva a la normalidad.
- “¿Viste, Vito? Sucedió lo que te dije.." .– reflexionó la mamá bisonte. “El fuego es el fuego, y el hombre es el hombre. El fuego no cambiará, el hombre sí. No hay que juzgar a todos por igual. Hay que ver cada uno cómo es, y cómo se comporta con nosotros...”
        En ese momento, se escuchó la voz del veterinario que decía:
- “A ver los bisontitos chiquitos, ésos son los que me preocupan. Vamos a empezar por ellos...” - agregó el veterinario.
        Y Vito vio que el hombre se acercaba, y retrocedió. Pero mamá bisonte lo empujó con los cuernos hacia delante, dándole suaves topetazos mientras le sonreía con dulzura.
        Vito avanzó mientras el hombre lo palmeaba.
        Ya no sentía miedo.
 Curando un bisonte enfermo en el rancho El Temazcal, Michilía Durango. Me acompañan y ayudan Carlos Galindo-Leal y Angeles Morales (1988-89)
Conozcamos más datos sobre las Praderas en el sitio del National Geographic
http://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/habitats/praderas
Roedor llamado "Perrito de las Praderas" 
La matanza del bisonte y su regreso a las grandes llanuras 
  Cerca del exterminio: montaña de cráneos de bisonte  (hacia 1870). La pulverización de los huesos era vendida como fertilizante.

La cacería del bisonte americano se precipitó después de la llegada de los ingleses a la costa este del continente, pues el valor de las pieles era bastante elevado y funcionó como un catalizador para la matanza de miles de animales. Cuando muchas de las naciones nativas, incluyendo la Miami, Shawnee y Potawatomi, fueron desplazadas, el bisonte americano fue cazado casi hasta su extinción en el siglo XIX. Hacia 1890, quedaban  sólo 750 ejemplares. El Zoológico del Bronx, en Estados Unidos, mantuvo una de las manadas sobrevivientes, de la cual fue restablecida la población en el Parque Nacional Yellowstone y otras reservas naturales. La actual población de bisontes americanos es de aproximadamente 350.000 ejemplares, cuando la población anterior está estimada en 60–100 millones antes de la llegada de los europeos a América.

La danza del Bufalo, 1875-1877
  George Catlin, artista plástico  
Hoy en día, más de 250.000 de los 350.000 bisontes restantes son criados para consumo humano. Su carne tiene menos grasa y colesterol que la carne vacuna, lo que ha llevado al desarrollo del beefalo.
En el año 2009 el gobierno de los Estados Unidos donó crías y algunos ejemplares al gobierno mexicano para reintroducirlos a su vida salvaje 23 bisontes (20 hembras y 3 machos), estos ejemplares eran provenientes de Dakota del Sur y de Colorado, la reintroducción del búfalo americano en las reservas naturales mexicanas de El Uno en Janos, Chihuahua; hasta este momento la única reserva que ya cuenta con bisontes en completa libertad de las cuales 43 crías ya nacieron en la reserva.8 El 13 de mayo de 2010 nació la primera cría en territorio chihuahuense de aquellos ejemplares donados por el gobierno de Dakota del Sur.
El bisonte americano es el mamífero emblema del estado estadounidense de Wyoming.
Indios de las praderas americanas, del sitio Madri+d 
La cacería del bisonte americano se precipitó después de la llegada de los ingleses a la costa este del continente, pues el valor de las pieles era bastante elevado y funcionó como un catalizador para la matanza de miles de animales. Cuando muchas de las naciones nativas, incluyendo la MiamiShawnee y Potawatomi, fueron desplazadas, el bisonte americano fue cazado casi hasta su extinción en el siglo XIX, quedando sólo 750 ejemplares hacia 1890.1 El Zoológico del Bronx, en Estados Unidos, mantuvo una de las manadas sobrevivientes, de la cual fue restablecida la población en el Parque Nacional Yellowstone y otras reservas naturales. La actual población de bisontes americanos es de aproximadamente 350.000 ejemplares, cuando la población anterior está estimada en 60–100 millones antes de la llegada de los europeos a América .
 Bufalo1875-1877
  George Catlin, artista plástico 
Hoy en día, más de 250.000 de los 350.000 bisontes restantes son criados para consumo humano. Su carne tiene menos grasa y colesterol que la carne vacuna, lo que ha llevado al desarrollo del beefalo.
En el año 2009 el gobierno de los Estados Unidos donó crías y algunos ejemplares al gobierno mexicano para reintroducirlos a su vida salvaje 23 bisontes (20 hembras y 3 machos), estos ejemplares eran provenientes de Dakota del Sur y de Colorado, la reintroducción del búfalo americano en las reservas naturales mexicanas de El Uno en Janos, Chihuahua; hasta este momento la única reserva que ya cuenta con bisontes en completa libertad de las cuales 43 crías ya nacieron en la reserva.8 El 13 de mayo de 2010 nació la primera cría en territorio chihuahuense de aquellos ejemplares donados por el gobierno de Dakota del Sur.
El bisonte americano es el mamífero emblema del estado estadounidense de Wyoming.
(del sitio Wikipedia) 
Foto de portada, Bisonte de las Praderas - Del sitio Sioux City.
http://www.siouxcity.es/es/zoo/animales-desierto
Foto de animales de las praderas americanas - Del sitio Ecosistemas.
http://lapraderita.blogspot.com.ar/2011/05/la-pradera.html
Foto del tejón de la pradera americana - Del sitio Fotonostra.
http://www.fotonostra.com/albums/animales/tejon.htm
Foto de Indios de la Pradera Americana - Del sitio Madri+d, Un Universo invisible  bajo nuestros pies.
http://www.madrimasd.org/blogs/universo/2009/04/03/115787
Fotos de los incendios forestales y su control - Del sitio Incendios Forestales y Deforestación.
http://www.slideshare.net/raulcc1950/incendios-forestales-y-deforestacion
Fotos del trabajo del Juan Manuel Weber - Del sitio personal, trabajo con animales.
http://jmweber.blogspot.com.ar/2012/07/fotos-del-pasado-2-trabajo-y-carrera.html

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