“Mis experiencias me han convencido de que no existe otro Dios que la Verdad. Y si cada una de estas páginas no proclama ante el lector que el único medio para la realización de la Verdad es ahimsa, la No Violencia, tendré que aceptar que todo mi trabajo al escribir estos capítulos ha sido vano. Y si mis esfuerzos en este sentido no han de rendir sus frutos, eso no quiere decir que el principio no sea el adecuado. Después de todo, por más sinceras que hayan sido mis búsquedas de ahimsa no dejaron de ser imperfectas e inadecuadas. Los chispazos de Verdad que he podido entrever y transmitir, apenas si pueden expresar a luz maravillosa que emerge de la Verdad, un millón de veces más intensa que la del sol que diariamente ven nuestros ojos. Pero lo poco que he obtenido, bien puedo decirlo, es un resultado de todas mis experiencias, que me han indicado que una visión perfecta de la Verdad únicamente puede responder a una realización completa de ahimsa, la No Violencia.
Para contemplar cara a cara al Espíritu de la Verdad, uno debe ser capaz de amar a toda expresión de la Creación como a uno mismo. Y un hombre que aspira a eso, no puede permanecer fuera de cualquier manifestación de la vida. Por ello, mi devoción a la Verdad me llevó al campo de la política; y puedo afirmar sin el menor asomo de duda, y por supuesto con toda humidad, que aquellos que sostienen que la religión nada tiene que ver con apolítica, no conocen el significado de la religión.
La identificación con todo lo que vive es imposible sin una autopurificacion; sin autopurificación la observancia de la ley de ahimsa no resulta más que un sueño vacía; Dios nunca puede ser comprendido por quien no es puro de corazón. Autopurificacion, por lo tanto, debe implicar una purificación en todos los aspecto de la vida. Y la purificación de uno debe, necesariamente, llevar a la purificación de quienes lo rodean.
Pero el camino de la autopurificación es difícil y pausado. No ignoro que aún no he alcanzado esa pureza, a pesar de que constantemente vivo buscándola. Las experiencias realizadas me han sostenido y llenado de felicidad. Pero sé que aún tengo ante mí un camino lleno de dificultades. Debo reducirme a cero. Hasta tanto un hombre, por propia voluntad, no se considere el último entre las otras criaturas, no han salvación para él. Ahimsa, la No Violencia, es el más lejano límite de la humildad.
Al despedirme del lector, le ruego que se una a mí en una oración al Dios de la Verdad, para que me permita alcanzar ahimsa en la mente, en la palabra y en la acción.
Mahatma Gandhi, “Despedida” Del libro “Autobiografía”
No hay comentarios:
Publicar un comentario