Durante todo el mes de septiembre se presentará en la Casa de Arte Doña Rosa la obra “El Viejo Criado”, sobre el texto de Roberto Cossa, con la actuación del grupo teatral “Tiempo y Espacio”. Buenos tiempos, buenos espacios, buenas actuaciones, “Algo Especial Protagonista del Presente” la recomienda a todos los oyentes. Sábados a las 21 y domingos a las 20, “El Viejo Criado” hace reír, hace emocionar, y hace pensar. El tiempo pasa, pero lo bueno nunca se aleja, y siempre vuelve, como el amor.
La vida tiene esos “deja vu”. Alguien juega una partida de truco interminable con un oponente al que le va ganando por 80.000 partidos de diferencia. Una y otra vez, se despide para ir a ver a un hermano que está lejos, donde hay un puente de madera, donde hay un cerro. Una y otra vez, el oponente, en este caso un poeta, cuenta la misma anécdota para que este jugador que siempre está partiendo y siempre volviendo, nunca se vaya. Suena un poquito a situación borgiana, pero no lo es. Más bien es tanguera. A la manera de Aníbal Troilo Pichuco, “porqué dicen que me fui si siempre estoy llegando”…
Y si a esto le sumamos una pareja formada por un cantautor de tango que tarda 30 años en escribir “Mi noche triste”, y al final se entera que ya se escribió, mientras su amor está íntegramente volcado sobre una francesita que lo trae loco, ya tenemos sobre las tablas a cuatro personajes que lo dicen todo.
Algo de esto y mucho más encontraremos en “El Viejo Criado”, la obra de teatro que Roberto Cossa escribió en 1979 y estrenó al año siguiente. Y la encontraremos en la Casa de Arte Doña Rosa, interpretada por el excelente grupo teatral “Tiempo y Espacio”. Los nombramos primero, y vamos explicando después de qué se trata. Oscar Bertoni, a quien ya vimos desenvolverse con mucha propiedad en “Sportivo Murga”, se muestra aquí con exactitud como “Alsina”, un poeta, un intelectual, un entendido de la filosofía. Pedro Navarro está estupendo en el papel de “Balmaceda”, un exboxeador que juega con Alsina al truco en un partido interminable, mientras recuerda cuando venció al Torito Mazzarone (¿pero cuándo? ¿dónde?). Carlos Romero, tan desenvuelto y ajustado como los mencionados, es “Carlitos”, un cantautor que busca el tango perfecto tanto como busca el amor de “Ivonne”, la justísima y divertida Edith Laporte, una francesa no muy santa, pero muy, muy querible. Y con una voz privilegiada, que esperamos oír pronto sobre las mismas tablas.
La Dirección y la Puesta en Escena es de Carlos Romero, y la asistencia de Dirección, muy precisa, de Carolina Rivarola. Nombremos también a Julio Vita, quien está a cargo de las Luces, a Yair Hilal en la Compaginación del Sonido, a Mario Severini en Fotografía, a Juan Carlos Altamirano en Caricatura y a Lara Lechner en el Diseño de Programa. Todos colaboran como un equipo muy bien formado para dar vida a esta obra que podemos considerar un referente ineludible del teatro moderno argentino.
Ahora veamos cómo es la cuestión de “El Viejo Criado”, al que siempre se lo está buscando. Como a los recuerdos, como a los afectos, como al amor. La escena se desarrolla en un bar de la esquina de Suárez y Necochea, un bar intemporal, donde los presentes y los presentes (en tiempo y en personajes) van y vienen. Allí, Alsina intenta ganarle a Balmaceda un partido de truco, pero éste ya le ha ganado muchos, muchos partidos. De hecho le lleva una ventaja, digamos, metafísica: más de 80.000 partidos de diferencia los separan. “Partido como éste lo tendrían que enseñar en las escuelas” dice Alsina, que va jugando y va ganando y va perdiendo, mientras mira por la ventana, una y otra vez la historia de nuestro país, desde ese “Coronel que ayuda a los pobres” hasta “el retorno del General”. El tiempo va pasando, y Alsina va cambiando de estados de ánimo. A veces quiere jugar, a veces no. A veces lo echa a Balmaceda, y luego lo vuelve a llamar. Lo acusa al exboxeador de “racionalista impenitente”, lo cual es algo risible ya que el pobre apenas si sabe sumar. El “Negro” Balmaceda a veces se va, a veces vuelve. Tiene que tomar un colectivo que nunca arranca, y quiere buscar a su hermano que hace mucho que no ve, pero con el paso de las décadas, es cada vez más difícil que encuentre. Máxime si nunca parte, como es el caso.
Mientras tanto llega la feliz pareja, Carlitos y su “cocotte”. Ella está y estará siempre enamorada de él. Él también, pero no duda en “hacer plata” vendiéndola al mejor postor, y siempre pidiéndole que cuente ese famoso encuentro con el Carlitos “verdadero”, la flor de la pampa, el Morocho del Abasto. El tiempo va pasando, la relación va cambiando pero al final, siempre queda París, claro, donde el cantor conoció a la bella francesa.
El Moncho, Traverso y El Pardo Augusto, como los del tango “El Cantor de Buenos Aires”, quienes fueran amigos de Carlitos, ya no están, ya se fueron. Hay que formar otro trío, y Dios sabe qué trabajo da, cuántos años de amistades, copas y paseos lleva conformarlo y sostenerlo. ¿El problema? Carlitos puede tenerlo todo, todos menos un Viejo Criado. Porque incluso, antes de su tanguera partida, para poder “volver”, como en el tango, les aclara a sus nuevos amigos que tienen “menuda tarea, ya que ustedes me tienen que cambiar el barrio para que cuando vuelva no reconozca nada”. Pero el Viejo Criado, el que lo va a reconocer cuando vuelva, no aparece.
Sobre el final, y pasados ya tantos años, Carlitos le pregunta a su francesa siempre enamorada si allá en París conseguirá un Viejo Criado. Nosotros no adelantamos nada más. Sólo decimos: quizá… Fondo de bandoneón para esta obra que nos hizo reír, y al final, nos hizo emocionar y pensar en el paso del tiempo, que nunca se detiene pero… ¿acaso no vuelve para atrás en el corazón, que vale más que el calendario?. Y el espacio, ¿no va y viene si París está tan cerca y Buenos Aires supo ser la pequeña París de América?.
Tiempo y espacio, mito y leyenda. Tango para el todo el mundo.
Teatro para recomendar.
Por Adriana Sylvia Narvaja
Para “Algo Especial Protagonista del Presente”.
El cantor de Buenos Aires
Tango 1936
Música: Juan Carlos Cobián
Letra: Enrique Cadícamo
Voy mirando atrás y al comprobar
que el tiempo nuevo se llevó
la "franja", el "taco militar"...
Yo voy notando aquí en la zurda
que el corazón me hace una burla.
Nada duele tanto como ver
desenrollar del carretel
el hilo.de la juventud.
Adiós glicinas, emparrados y malvones...
Todo, todo ya se fue...
Dónde estarán los puntos del boliche aquel,
en el que yo cantaba mi primer canción.
Y aquellos patios donde pronto conquisté
aplausos tauras, los primeros que escuché.
Dónde estarán Traverso, el Cordobés y el Noy,
el Pardo Augusto, Flores y el Morocho Aldao.
Así empezó mi vuelo de zorzal...
Los guapos del Abasto
rimaron mi canción.
Soy aquel cantor del arrabal,
jilguero criollo que pulsó
la humilde musa de percal.
Me acuerdo de hace veinte abriles,
de aquellos bailes a candiles...
Cuando en una oreja iba colgao
como un hachazo en el costao
la mancha roja de un clavel.
Muchachos, todo lo ha llevado el almanaque.
Todo, todo ya se fue.
(del sitio literatura.org)
Roberto "Tito" Cossa, uno de los dramaturgos clave de la literatura argentina, nació el 30 de noviembre de 1934 en el barrio de Villa del Parque, Ciudad Buenos Aires. Se describe como actor frustrado. Comenzó a actuar a los 17 años en un teatro de barrio de San Isidro, pero pronto abandonó para escribir. "Muchas veces me pregunté qué me pasó a mí con la actuación. Creo que no me sentía seguro, y no tuve la intuición o la lucidez de ponerme a estudiar"– dice el autor.
Como periodista pasó por Clarín, La Opinión, el Cronista Comercial y –en sus comienzos– diez años como corresponsal 'clandestino' de Prensa Latina, la agencia cubana de noticias. Se autodefine como socialista y admirador de la Revolución Cubana. La realidad social y la historia política de la Argentina circulan a menudo por sus obras. "Pocos autores han alcanzado tan perfecto grado de lucidez en la interpretación de la realidad social y el comportamiento de la clase media porteña como Roberto Cossa" –dice Osvaldo Soriano en el prólogo de Teatro/1, el primer tomo de las obras completas de Cossa–, entre ellas "se destaca una obra maestra: El viejo Criado"... "Toda la miseria argentina está allí: el autoritarismo, la mentira, la ceguera histórica, la estupidez, la ignorancia, la prostitución de los valores éticos y morales. Con una lucidez implacable, a través de una bella metáfora, Cossa pasa revista a la Argentina de este siglo y muestra el encierro y pasividad que incuban el germen de la tragedia de hoy." Cossa es autor de otras obras de gran éxito como La Nona, Yepeto, Gris de ausencia y Tute cabrero, varias de ellas llevadas al cine. Pero Cossa defiende también las 'menos' exitosas: "Será un lugar común pero sucede como con los hijos. Yo creo que desde el punto de vista formal De pies y manos, una obra que hizo Alfredo Alcón pero que no anduvo bien, es la mejor."
Roberto Cossa reside, desde siempre, en la Ciudad de Buenos Aires.
Entre sus obras:
- Nuestro fin de semana (1964)
- Los días de Julián Bisbal (1966)
- La ñata contra el libro (1966)
- La pata de la sota (1967)
- El avión negro (1970) (escrita con Germán Rozenmacher, Carlos Somigliana y Ricardo Talesnik)
- La Nona (1977)
- No hay que llorar
- El viejo criado (1980)
- Gris de ausencia (1981)
- Ya nadie recuerda a Frederic Chopin
- Tute cabrero (1981)
- El tío loco
- De pies y manos
- Yepeto (1987)
- El Sur y después (1987)
- Angelito (1991)
- Viejos conocidos (1994)
- Los años difíciles (1997)
(del sitio Terapiatanguera.com.ar)
'Nocturno a mi barrio'
Mi barrio era así,
Así...así...así.
Es decir,
qué se yo si era así.
Pero yo me lo acuerdo así:
con Yacumín, el carbuña de la esquina,
que tenía las hornallas llenas de hollín
y que jugó siempre de jas izquierdo
al lado mía, siempre, siempre..
tal vez pa'estar más cerca
de mi corazón.
Alguien dijo una vez
que yo me fui de mi barrio.
Cuándo?... Cuándo?...
si siempre estoy llegando
Y si una vez me olvidé,
las estrellas de la esquina
de la casa de mi vieja,
titilando como si fueran manos amigas,
me dijeron: Gordo, quedate aquí..
quedate aquí.
Anibal Troilo
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