Social Club, o la ambición y la hipocresía de la “gente respetable”

“La máquina te amaestra para el egoísmo y la mentira. La solidaridad es un delito. Para salvarte, enseña la máquina, tenés que hacerte hipócrita y jodedor. Quien esta noche te besa, mañana te venderá. Cada gauchada genera una venganza. Si decís lo que pensás, te revientan; y nadie merece el riesgo. ¿No desea el obrero desocupado, secretamente, que la fábrica eche a otro para ocupar su puesto? ¿No es el prójimo un competidor y un enemigo? Hace poco, en Montevideo, un gurí pidió a su madre que lo llevase de vuelta al sanatorio, 
porque quería desnacer…” 
Eduardo Galeano
“Días y noches de amor y de guerra” 
        Duro combate es vivir, día a día. Pero mucho más duro cuando nos gobierna la ambición, el ansia de demostrar que somos más que los demás, y que estamos dispuestos a cualquier cosa por sostener esa imagen. Claro que recurriremos a todas las armas: la hipocresía, la venganza, la mentira, la violencia. Toda forma es buena para defender lo que consideramos bueno: nuestro "progreso", cueste lo que cueste. Nuestro prestigio, nuestro “nombre” que nos hemos labrado con tanto esfuerzo. O mejor dicho, por sobre tanto esfuerzo ajeno. Pero si nos sirve, lo mismo da…
        Así vivimos, y así nos hemos acostumbrado a vivir en esta sociedad. Un lugar cruel, que ya San Agustín llamaba “campo de dolores” y que es así, dicen, desde que el mundo es mundo. Pero lo más importante para muchos es mantener la apariencia de respetabilidad, aunque el ansia de dinero nos consuma y seamos capaces de vender el alma al Diablo por él. Porque lamentablemente en este mundo, parece que el dinero nos hace ver mejores, o sea, nos hace  mejores de lo que somos. Ya lo dice el Proverbio Árabe: “Al perro que tiene dinero se le llama Señor Perro”.
        Claro que esta postura, que muchos defienden, está muy alejada de los valores cristianos y de las bases de la espiritualidad. Lo mismo da, dirán. La vida es una sola y hay que imponerse sobre los demás. Y si se requiere una dosis de falsedad, pues que venga, todo ayuda. También lo escribió hace mucho San Agustín: “Una virtud simulada es una impiedad duplicada: a la malicia une la falsedad”.
Silvia Dias como la "Señora" y Luciana Tato como la "Mujer", trayendo recuerdos del pasado
y haciendo pingües negocios en el presente 
        Y todo este comentario se refiere a la presentación de la obra “Social Club”, que se realizó el pasado sábado 28 de octubre en el Teatro Don Bosco de Bernal, cuando se presentó el  Grupo Experimental de Actuación, con Libro y Dirección de Hugo Molina. Allí pudimos ver el correctísimo trabajo de Silvia Días (como la “Señora”), Maru Garino (como la “Muchacha”), Luciana Tato (como la “Mujer”), Cecilia Morales (como la “Empleada”) y Marcos Cabral (como el “Joven”). Se los ve muy bien en la foto que acompaña al programa, y a través de él, pudimos saber que el Arte está a cargo de Hernán López, la Gráfica a la de Rodrigo Berra, y la Técnica a la de Alejandro Pepe.
        Queda formalmente presentado, entonces, el “Social Club”, cuyos personajes se moverán en el ámbito del living de la Señora, una escenografía muy prolija donde encontraremos lo que en cualquier living elegante se puede disfrutar: un dressoir con una hermosa lámpara, un perchero, un paragüero, una mesita de arrimo pequeña, un gran espejo. Todo limpio y reluciente gracias al trabajo continuo de la mucama, o mejor dicho, “la Muchacha”, que atiende la casa con paciencia inacabable. Pero su situación no es fácil, ya lo veremos…
Se suma el "Joven" que será quien ejecute la obra y obtenga grandes ganancias con la reforma del Club 
        Y decimos que no es fácil porque es la víctima permanente de la “Señora”, que la tiraniza y la denigra una y otra vez, tratándola de “chinita resentida”. “Vos sos lo que sos, y tu padre, que era un borrachín irresponsable, me pidió dinero y no pudo pagar” le recrimina la Señora, mientras ella, la Muchacha, hace lo único que le enseñaron a hacer en esta vida, a bajar los ojos y agachar la cabeza. “Y vos me pagás con tu trabajo; pero vos, que sos una astilla, como toda astilla termina clavándose y haciendo daño”, insiste la dueña de casa. Y redobla la apuesta: “Que se sepa, en esta casa, bajo este techo, vivía una chinita preñada”.
        La joven trata de defenderse como puede, de lo que entendemos son reproches diarios, torturantes: “Mi padre ya se murió, señora, y mi hijo es asunto mío; lo que gano lo gano con mi espalda”, dice apenas con una media voz.
       “Éste es un pueblo chico, todo lo que hacés me afecta” vuelve a la carga la Señora. “Pero tenés suerte, te tocó una patrona piadosa” dice de sí misma, y la verdad, no creemos en su piedad. El personaje que entrará, la Mujer, será una figura diametralmente opuesta: sensual, mundana, habituada a manejar las situaciones a su antojo y conveniencia, no hay quien se aleje más de la pobre mucama. La Señora y la Mujer han tenido alguna relación que sobrepasa en mucho a la amistad, o al menos, así lo parece.  Incluso la Mujer se burla de la explotación de la Muchacha, y no hará nada para mejorar su situación: al contrario, sabe que el padre de la joven pagó peso por peso su deuda, pero no dirá nada. En su mente, todo está “naturalizado” así: la opresión es parte del paisaje.
Una extraña relación entre dos mujeres que se unirán para beneficiarse con mucho dinero en juego 
        Se ve que la rivalidad entre ellas viene desde hace mucho, por un hombre, o por alguna otra cosa, entendiendo que en ambos casos todas son “cosas”. “Te libré de un problema, deberías agradecérmelo” dice la Mujer. “Además, ibas a perder más, volvías a los celos, a la mediocridad, y vos sos salvaje, curiosa” la define y la desenmascara: “Este pueblo cree que sos una señora respetable, pero ambas sabemos que no es así”.
        La Señora se ve obligada a admitirlo, para satisfacción de la Mujer: “es cierto, le pondría una bomba a este lugar”. “¿Ves?, ¡este pensamiento sos vos!”, le dice. “Pero es un pensamiento nada más” sostiene la Señora.  Claro, formas de destruir hay muchas. Y mejor que destruir, es beneficiarse con el trabajo ajeno. Es una buena revancha.
        “Vos sabés que están obsesionados con hacerle reformas al Club. Pero a ellos no les interesa la gente, están en otra cosa. Ahora, no sé cómo piensan pagarlo…” dice la Mujer, que trae su propuesta ya pensada: que la Señora proponga un ejecutor de la obra, y que el pueblo crea que es “gracias a la Señora”. Claro que todo tiene su precio, y no será barato. “De aquel que opina que el dinero puede hacerlo todo, cabe sospechar con fundamento que será capaz de hacer cualquier cosa por dinero” pensaba Benjamin Franklin . Y podemos pensar que así será, cuando vemos a la Secretaria del Tesorero, la Empleada, ponerse a disposición de la Mujer para que la ayude a cambiar la historia, a salir del pueblo, a “progresar”. Cueste lo que cueste.
Habrá que ver cómo seguirá la relación entre estas dos mujeres, que oscilan entre el odio y el interés personal 
        La Mujer, obviamente, quedará en las sombras, como tantos que mueven los hilos desde allí. “Tendrías que dedicarte a la política” le dice la Señora, y la Mujer contesta rápidamente: “No, prefiero ponerme con los que ponen y sacan a los políticos”. Pero ¿quién es el ejecutor de la obra? El hijo de un poderoso empresario, al que la Mujer conoce bien. “Está empezando, busca la aprobación del padre; hay que ver que esto es beneficioso para todos” relata. “Los socios del Club son chacareros, hacendados. Para obtener el dinero, harán lo de siempre: suben los precios, bajan los salarios…Yo no soy más que un puente”, dirá.
        Pero para la Señora es tan importante el dinero como la revancha. “Me gusta la idea,  se mueren por aparentar, se creen la gran cosa…” reflexiona, y los lapida: “Se lo merecen”. Y para concretar la operación llega el Joven, diciendo que en la calle “lo saludó todo el mundo”, porque “se ve que alguien corrió la voz”. Su posición es clara: “La empresa tiene un presupuesto que tengo que respetar”. “Yo no quiero ser el malo de la película, lo que convinimos se va a respetar, pero no me voy a apartar de eso” aclara.
        “La realidad es que esto es un negocio, y de varios millones de dólares” dice la Señora. “No voy a darte los detalles del negocio, quería conocerte, ver cómo actuabas; los chacareros confían en mi buen juicio, y son ellos los que tienen que autorizarte”, le aclara. “Tu viejo siempre los eludió, y ahora, mágicamente, aparecés vos; y no sería raro que hayan mandado a la oveja negra de la familia, y encima los subestimás” agrega ella.
Saludo final de los integrantes del Grupo Experimental de Actuación 
        La Mujer busca los puntos de encuentro para que el negocio no se caiga. “Los dos buscan lo mismo, hablan un mismo idioma; más allá de alguna pequeña diferencia el dinero tiene que quedar en manos de los que lo tuvieron siempre…” aclara. “La reunión será sencilla: la mesa está servida, el pueblo paga y todos contentos, y cada cosa en su lugar: véndales lo que compran” le dice la Mujer, habituada a las lides del mundo de los negocios.
        Luego hablarán de él, cuando no las escuche: “Él es un buen chico, un poco inseguro, pero se crió entre lobos, tiene el instinto; vos lo controlás de abajo, y yo de arriba; al fin y al cabo es un hombre” dice la Señora. Es su forma de entender la vida: “uno toma todo lo que puede cuando puede”.
        Pero esta relación entre las dos mujeres tendrá sus víctimas, entre las que está la mucama. No contaremos el final, pero la Señora le augura:“Las cosas van a cambiar mucho aquí; igual vos te vas a beneficiar”. “Va a ser otro el pueblo, pero va a costar, todos vamos a tener que esforzarnos… para empezar yo te voy a tener que bajar el sueldo”.
        El comienzo de un largo y aún más tenebroso camino de opresión, del cual no se ve el final.
El Grupo Experimental de Actuación junto al Director y autor de "Club Social", Hugo Molina (al centro)
Las fotos pertenecen al blog de "Algo Especial Protagonista del Presente" y a su conductora, Adriana Sylvia Narvaja, periodista y docente de Quilmes, República Argentina.

Frases de San Agustín, Benjamín Franklin y Proverbio Árabe
http://www.proverbia.net/

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