La historia sin fin

                                                                                                                                por Michael Ende
- ¿Has visto la Nada, hijito? – dijo Gmork, el Hombre Lobo.
- Sí, muchas veces – contestó Atreyu.
- ¿Qué te parece?
- Como si uno estuviera ciego.
- Bueno… pues cuando entráis en ella se apodera de vosotros, quiero decir la Nada. Sois como una enfermedad contagiosa que hace ciegos a los hombres, de forma que no pueden distinguir ya entre apariencia y realidad. ¿Sabéis cómo os llaman allí?
- No – susurró Atreyu.
- ¡Los llaman “mentiras”! – ladró Gmork.
- ¿Cómo puede ser eso?
- ¿Me preguntas qué serás allí? ¿Y qué eres aquí? ¿Qué sois los seres de Fantasía? ¡Sueños, invenciones del reino de la poesía, personajes de una Historia Interminable! ¿Crees que eres real, hijito? Bueno, aquí en tu mundo lo eres. Pero, si atraviesas la Nada, no existirás ya. Habrás quedado desfigurado. Estarás en otro mundo. Allí no tenéis ningún parecido con vosotros mismos. Lleváis la ilusión y la ofuscación al mundo de los hombres. ¿Sabes, hijito, lo que pasará con todos los habitantes de la Ciudad de los Espectros que han saltado a la Nada? 
- No – tartamudeó Atreyu.
- Se convertirán en desvaríos de la mente humana, imágenes del miedo cuando, en realidad, no hay nada que temer, deseos de cosas que enferman a los hombres, imágenes de la desesperación donde no hay razón para desesperar…
        Atreyu calló, mirando al Hombre-Lobo con ojos muy abiertos.
        Gmork continuó:
- Por eso los seres humanos odian y temen a Fantasía y a todo lo que procede de aquí. La quieren aniquilar. Y no saben que, precisamente así, aumentarán la oleada de mentiras que cae ininterrumpidamente en su mundo… esa corriente de seres desfigurados que tienen que llevar una existencia ficticia de cadáveres vivientes y envenenan el alma de los hombres con su olor a podrido. Los hombres no lo saben. ¿No es gracioso? Vosotros mismos tenéis que resignaron allí a hacer creer a los hombres que Fantasía no existe.
- ¿Qué no existe Fantasía? – repitió Atreyu desconcertado.
- Claro, hijito – respondió Gmork – eso es precisamente lo más importante. ¿No pueden imaginártelo? Sólo si creen que no existe Fantasía no se les ocurrirá visitaros. Y de eso depende todo, porque únicamente cuando no os conocen en vuestro verdadero aspecto puede hacerse con ellos cualquier cosa.
- Hacer con ellos…¿qué?
- Todo lo que se quiere. Se tiene poder sobre ellos. Y nada da un poder mayor sobre los hombres que las mentiras. Porque esos hombres, hijito, viven de ideas. Y éstas se pueden dirigir. Ese poder es el único que cuenta. Por eso yo también he estado al lado del poder y lo he servido, para poder participar de él… aunque de una forma distinta que tú y tus iguales.
- ¡Yo no quiero participar de él!- balbuceó Atreyu.
- Calma, pequeño necio – gruñó el Hombre-Lobo. En cuanto te llegue el turno de saltar a la Nada, serás también un servidor del poder, desfigurado y sin voluntad. Quién sabe para qué les servirás. Quizá, con tu ayuda, harán que los hombres compren lo que no necesitan, odien lo que no conocen, crean lo que los hace sumisos o duden de lo que podría salvarlos. Con vosotros, pequeños fantasios, se harán grandes negocios en el mundo de los hombres, se declararán guerras, se fundarán imperios mundiales…
        Gmork contempló al muchacho un rato con los ojos semicerrados, y luego añadió:
- También hay una multitud de pobres zoquetes, los cuales, naturalmente, se consideran a sí mismos muy inteligentes y creen estar al servicio de la verdad, que nada hacen con más celo que intentar disuadir hasta a los niños de que existe Fantasía. Quizá tú les seas útil precisamente a ellos. 
        Atreyu conservó la cabeza baja.
        Ahora sabía por qué no venían ya seres humanos a Fantasía y por qué no vendrían nunca para dar nuevos nombres a la Emperatriz Infantil. Cuanto más se extendiera la aniquilación de Fantasía, tanto mayor sería el raudal de mentiras en el mundo de los hombres y, precisamente por ello, cada segundo disminuía la posibilidad de que viniera aún un ser humano. Era un círculo vicioso del que no había escapatoria.
        Atreyu lo sabía ahora.
por Michael Ende
“La historia interminable” 
Ediciones Alfaguara
Buenos Aires, año 1982
primera edición año 1979
Lean esta noticia que corresponde al año 2016, sobre este libro y las películas que se hicieron con esta historia
http://elpais.com/elpais/2016/09/01/actualidad/1472711682_970791.html
Vean en Youtube el video subtitulado de la canción principal
https://www.youtube.com/watch?v=vCH87ovj2fg
Las imágenes pertenecen al sitio Hobby Consolas:
http://www.hobbyconsolas.com/reviews/critica-historia-interminable-celebramos-su-30-aniversario-93116

¡Compártelo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario