Una solución para los problemas de la enseñanza secundaria, y que mejore pronto

        Escuela secundaria, hoy, un dolor de cabeza. Para los padres, para los profesores, para los mismos alumnos. En la Argentina se la ha declarado “de enseñanza obligatoria” pero debido a múltiples causas, entre las que están las crisis económicas, la pérdida de valores familiares, el avance de las tecnologías como el celular, y muchos otros temas, simplemente NO ESTÁ DANDO RESULTADO.
        Es decir, ES OBLIGATORIA, pero no logra los resultados esperados. Lo que se aprende, cuando se aprende algo, no tiene relación con lo que se necesita para trabajar. La población de adolescentes se esfuerza todo lo posible por faltar a clase, faltar el respeto a los profesores, incumplir todo tipo de normas, ocasionar los mayores problemas, y muchos otros despropósitos. Cuando ya nada parece ser peor, la cantidad de jóvenes embarazadas no deja de aumentar. Nada parece detener la caída imparable en el nivel de educación, por más esfuerzo que pongan los profesores y directivos. Nada llama la atención a los alumnos. Nada los conmueve. Nada les importa.
        Quizá a muchos les parezca una visión apocalíptica del tema, y eso se debe a que no están al frente de una clase de escuela secundaria, especialmente la estatal. Muchos profesores podrían agregar muchos otros desastres a esta visión: padres que cuando son citados no se presentan en la escuela, y otros que damos gracias que no se presenten, porque van a golpear a los docentes. Lo que hace años era impensable que suceda, hoy es pan de todos los días. Del más estricto autoritarismo, que no avalamos, hemos pasado a una situación tan problemática que podríamos decir que hoy es más dramático dar una clase en la escuela que anotarse en la Legión Extranjera. Así lo perciben los profesores, muchos de los cuales, frente a esta situación, optan por faltar a clase, con lo cual se refuerza la espiral de la caída libre. Nadie quiere hacerse cargo de la gravedad de este problema.
        Para comenzar a desenredar este ovillo, que no creo que podamos desovillar en una sola nota, digamos que el problema comienza en la escuela primaria, obviamente. Durante años, se ha aprobado a muchos chicos que no tienen los conocimientos básicos ni siquiera para pasar de año, y se los ha aprobado igual, sin pedirles a los padres que los apoyen, o que consigan ayuda, o diciéndoles la verdad de la situación, justamente para evitar la mala reacción de los progenitores, que confunden “aprender” con “tener un título” como se tiene un papel que al fin, es un papel sin valor. Porque no tiene un sustento en un aprendizaje verdadero, que incluya el SABER PENSAR. El saber RAZONAR. Es sólo repetir para aprobar, o simplemente, ni siquiera repetir memorizando lo necesario, y luego, borrarlo absolutamente de la mente.
        Los padres insisten e insisten que los chicos estudien, pero no brindan el apoyo que los chicos necesitan. Los chicos no saben ni leer ni escribir, pero a los padres nadie se los informa. De tal manera, se genera una falsa expectativa de que “al chico le va bien”, lo que no es cierto. “Bueno, el año que viene seguro mejorará”, tratan de conformarlos las maestras, que saben que no es cierto, en absoluto. Total, la maestra del año que viene se ocupará. Cosa que no puede hacer, ni puede avanzar, debido al retraso educativo, cada vez mayor, con el que vienen los chicos. Una mentira enorme, dirán, una puesta en escena de una educación que no existe. Algo así…
        Cuando llegan a la secundaria, realmente no saben nada, o casi nada. Y como están obligados a ir a la escuela, pero sin entender, realmente la situación se vuelve difícil: no atienden ni entienden. Los profesores intentan avanzar, pero no pueden. Se encuentran con jóvenes desinteresados, completamente abroquelados en un mundo que nunca va más allá de la pantalla de su celular, que se niegan a dejar o a apagar. Eso cuando se presentan: muchos agotan todas las faltas para no tener que asistir. Y así, quieren conformar a los padres, que piensan que su hijo “sí” está estudiando, y se recibirá, y a los profesores, que los aprobarán sí o sí, y conseguirán el famoso “titulito”. Pero aunque lo consigan, lo cual es bueno porque es obligatorio, no les servirá si no pueden manejarse con lo básico: escribir bien, hablar bien, saber sumar o restar, multiplicar o dividir, al menos para dar un vuelto en un negocio donde consigan trabajar de dependientes.
        Y tenemos anécdotas para fundamentar lo que decimos, pero no queremos aburrir con historias que suenan extrañas a aquellos mayores que sí han tenido una gran educación, ¡y estatal! Recordemos que la educación argentina fue considerada una de las mejores del mundo, y los argentinos brillaban en Europa recitando los listados de los reyes europeos, cosa que muchos de ellos no sabían. La primera en América Latina. Y hoy, como si fuera la letra del tango, “fiera venganza la del tiempo/ que te hace ver desecho/lo que uno amó”, literalmente no existe.
        Pues bien, se preguntarán cuál es la solución de la que hablábamos en el título. No tenemos todas las soluciones, ya que si en la mente de la población la palabra EDUCACIÓN no figura como absoluta, auténtica PRIORIDAD, de poco sirven las soluciones que propongamos. Pero sí nos animamos a proponer que en todas las escuelas secundarias se realice lo que en algunas ya está en marcha: PASANTÍAS EN LUGARES DE TRABAJO. Días de trabajo, con paga de viáticos, para los alumnos de mejores notas. Y para los que no falten.
        ¿Qué usted no está de acuerdo, amable lector de nuestro blog? Bueno, le contestamos de esta manera: al terminar la secundaria, el alumno queda librado a su suerte. En un país en permanente crisis económica, los alumnos no conseguirán trabajo, o se unirán a la legión de trabajadores informales que pululan por nuestras ciudades, con lo cual, toda la inversión que se ha realizado en educación, simplemente se tira a la basura.
        Porque un alumno que queda a la deriva no será valorado como tal, y conseguirá un trabajo muy mal remunerado, “en negro”, sin beneficios sociales ni nada. Por lo tanto, luego de tanto esfuerzo, el alumno, o mejor dicho, el ex alumno, andará a la deriva, y no podrá seguir estudiando, porque una mala remuneración no lo ayudará a estudiar aunque sea en el terciario. Tendrá que arreglárselas como pueda, y lo que estudió, aunque poco, tampoco le servirá. Un desperdicio.
        Pero si las escuelas secundarias tuvieran PASANTÍAS de una tarde, o dos tardes, o trabajos del día sábado, todo cambiaría. Preocupados por obtener buenos trabajos, los padres colaborarían más (¿quién se va a quedar afuera, como padre, si el hijo puede conseguir un trabajo mejor?). Los alumnos no organizarían, como hoy, “faltazos generales” en los cuales, aunque no puede creerse, es realidad: no le ponen falta. Con lo cual las clases se atrasan hasta la exasperación, el tiempo se pierde, y los recursos se dilapidan.
        Porque tendrían lo que hoy no tienen: un objetivo. No sería una educación “pour la galerie”, es decir, una pila de conocimientos que no se sabe bien para qué se utilizan, sino que esta información se completaría con la formación necesaria para trabajar. Ya está sucediendo en algunas escuelas con buen resultado, lo que falta es aplicar esta operatoria en el resto. Darles a los alumnos un objetivo: del grupo de alumnos del último año, los que tengan las mejores notas conseguirán una pasantía que les dará la oportunidad de trabajar.
        Claro que tienen que estar incluidos la mayoría de ellos,  y deberían cobrar por hacerlo, un viático al menos junto con una merienda. Decimos "la mayoría" porque no pensamos en que sea obligatorio, sino simplemente una propuesta, una opción más para ellos. Los que quieren, se anotan. Los que no quieren, no. Y merecen y deben obtener el mismo trato ambos dos, sin discriminación ni alteración de trato ni de notas. Los que sí quieren anotarse, no serán mejores ni peores ni distintos. Simplemente, se anotan en las pasantías, y se comprometen.  Aprenderían a cumplir horarios, a respetar al jefe, a no faltar, a aplicar sus conocimientos, a traer a la escuela las dificultades que han tenido. Y el que no quiere cumplir, una vez anotado, si no quiere continuar, podría ser reemplazado por otro. Así de simple. ¿No está de acuerdo, amigo lector? Pues bien, respetamos su opinión, pero piense que en este mundo nadie regala nada. Y el “facilismo” que vemos no ayudará a los que necesiten trabajar. Simplemente, los dejará inermes frente a los que se aprovechan de su situación, y los hacen “trabajar en negro”. Los que tienen “mano de obra barata y disponible” tanto “para un barrido como para un fregado”. Justamente lo que no queremos.
        Porque queremos que progresen, que estudien, que se preocupen. Que elijan, no que se resignen. Que si no quieren quedarse a trabajar en estas empresas, pueda servirles como “primer trabajo” para obtener una recomendación para otro lugar. Que pueda ayudarlos a entender las dificultades del mundo moderno, que están muy lejos de las materias y del nivel del secundario y su estilo “siglo XIX”, que tan lejos quedó en el pasado. Hoy la escuela no enseña, no ayuda, no apoya. Necesitamos darle un cambio ya.
        Pero este cambio es difícil de lograr, porque debería incluir la formación de los profesores, y un cambio total. Pero mientras llega, perdemos dinero, recursos, y no estamos ayudando a los jóvenes, que merecen todo nuestro apoyo. Por eso proponemos estas pasantías que incluso pueden ser beneficiosas para las empresas, con acuerdos válidos para ambas partes. Esto lo tiene que gestionar la autoridad correspondiente, con un marco legal o con el decreto apropiado que contemple todas las vicisitudes que se puedan producir, una cobertura para el alumno, y que fundamentalmente sean aprobados por los padres. Seguramente éstos se mostrarían muy contentos de ver que, luego de tantos esfuerzos, la escuela comienza a dar sus frutos verdaderos.
        Esperamos haber colaborado con este humilde aporte para que así sea.
        Los jóvenes son el futuro, y lo merecen todo.
Adriana Sylvia Narvaja es periodista y docente, y es la conductora del programa "Algo Especial Protagonista del Presente" que actualmente no se encuentra en el aire. Pero el blog sigue trabajando activamente en difundir todo lo que se refiera al cuidado de la Vida, al medioambiente y a la espiritualidad.

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