Cuentos para chicos

por Adriana Sylvia Narvaja 
La casa de Batuque
        Tino es mi compañero de banco, mi amigo del cole, lo más grande que hay.
        Juntos nos sentamos en el tercer banco, nos prestamos los útiles, nos ayudamos con los mapas, nos cuidamos los libros.
        Con Tino jugamos en el recreo, cambiamos figuritas y nos convidamos alfajor.
        A la salida nos vamos juntos a tomar la leche. A veces él viene a mi casa y hace conmigo los deberes. Después vemos dibujitos o jugamos con los autos o el camión volcador.
        Pero yo la paso bárbaro cuando voy a la casa de él, porque tiene un patio para jugar y con los chiches de él no me aburro, porque no los tengo para jugar todos los días como los míos.
        Algunas veces, después de planchar, la mamá de Tino juega con nosotros.
        Eso, si Batuque nos deja.
        Batuque es el perro de Tino, y lo llaman así, ya se imaginan, por los líos que arma.
        El otro día, después de hacer los deberes, nos pusimos a pintar con témperas. Los libros de colorear habían quedado preciosos, pero Batuque andaba siguiendo una mosca y ¡plaf! metió las patas en el agua, tiró los pinceles y desparramó los libros. Batuque quedó hecho una pinturita: azul, amarillo, rojo y verde de la cabeza a la cola.
        La mamá de Tino se enojó y lo mandó afuera, pero como ladraba tanto nos fuimos con él, a jugar a la pelota paleta.
        ¡Pero no pudimos! Cada vez que tirábamos la pelota, Batuque la agarraba en el aire con la boca y se la llevaba como si fuera de él. Le dimos otra y no hubo caso. Él quería jugar.
        Nos fuimos para adentro, a jugar con la masa de colores, y andábamos lo más bien, pero Batuque se coló por la ventanita de la cocina y se tiró encima nuestro. Nos chupó toda la cara y cuando vio que la masa es medio salada, ¡se la quiso comer!
-Batuque, ¡vaya afuera! – le dijo la mamá de Tino.
        Y después nos buscó unas láminas grandes de las revistas para hacer un rompecabezas. Ella las corta en cuadraditos y nosotros armamos el rompecabezas y lo pegábamos en una hoja.
        Cuando estábamos en lo mejor, y casi habíamos acomodado todas las piezas, entró Batuque como una tromba y ¡chau rompecabezas! ¡Desparramó todos los pedacitos!
        ¿Y ahora qué hacemos?
-Bueno- dijo la mamá. Esto hay que resolverlo por las buenas y no por las malas. La razón es simple: Batuque se aburre. Ustedes son compañeros entre ustedes, pero él no tiene a nadie para jugar.
        Y agregó:
-Déjenme arreglarlo a mí.
        Al otro día, Tino tenía una mascota nueva: un cachorrito juguetón para que Batuque se distraiga.
        ¡No paran un minuto! Se agarran de las orejas, de la cola, de las patas. Se corren, se empujan, se pelean, se amigan, se ladran.
        Y al rato, se quedan dormidos de puro cansancio, los dos en la misma canasta.
        ¡Santo remedio!
Nos preguntamos... ¿cuál de todos estos será Batuque? Miren este video de Youtube y elijan!
https://www.youtube.com/watch?v=rRZ9BQSmbR4
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