Estoy como vacío

por Jaime Sabines,

poeta mexicano (1926-1999)

Estoy como vacío.

Quisiera hablar, hablar, pero no puedo

no puedo ya conmigo.

Una mujer que busco que no existe,

que existe a todas horas, un antiguo

cansancio, un diario despertar

medio aburrido.

Quisiera hablar, decir: esto que es mío,

que nunca tengo en mí, esto que asiste

a la noche en mis ojos, mi corazón dormido,

y la tristeza de no saber las cosas,

ser padre de algún hijo sin padre,

ser hijo de unos padres sin hijos.

"Trabajo interrumpido", del artista plástico William

Esto que vive en mí, esto que muere

duras muertes conmigo,

el manantial de gracia, el agua de pecado

que me deja tranquilo,

Fuego de purísima concepción, poesía,

bochorno de mi amigo,

sálvame de mí mismo.

Yo soy la tierra ronca, el apretado

yunque en el que cae tu martillo,

me soporto, te espero, ayúdame

a hablar limpio.

Ayúdame a ser solo,

y a ser sólo moneda que en bolsillos

de pobres socorra el agua fresca,

el pan bendito.

Dueña de la esperanza,

paloma del principio,

recógeme los ojos,

levántame del grito.

Yo soy sólo la sombra

que madura en un vientre desconocido.

Foto de Rachel Neville

Y estoy aquí, sí estoy,

a pesar de mí mismo,

alucinado y torpe,

airado y sin memoria y sin olvido

igual que si colgara de mis manos

clavadas sobre un muro carcomido.

Mira el odiado llanto,

mira este mudo llano embrutecido,

sacúdelo del árbol de mis ojos,

arráncalo del pecho sacudido,

no me dejes raíces de congoja

abriéndome el oído,

no quede en mí un amante,

ni un luchador, ni un místico.

"El primer beso" de Lena Sotskova

Señora de la luz, te mando, te suplico,

óyeme hablar sin voz,

oye lo que no he dicho,

con este amor te amo,

con éste te maldigo,

tengo en la espalda rota,

roto, un cuchillo.

Yo soy, no soy, no he sido

más que un lugar vacío,

un lugar al que llegan de repente

mi cuerpo y tu delirio

y una apagada voz que nos aprende

como un castigo.

He aquí tu mar de ausencia,

he aquí tu mar de siglos,

mi sangre arrodillada

sobre un madero hundido,

y el brazo de angustia

saliendo al aire tibio.


"La Caída" de Jaime Sabines. 


Fuente: Del sitio de facebook de Literatura Universal

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