Ya no deseo abrir mi boca. ¿A qué debería cantarle?
Odiada por la vida, no veo diferencia entre cantar y callar.
¿Por qué tendría que hablar de dulzura cuando me siento amarga?
Oh, el puño del opresor golpeó mis labios.
No tengo compañía, ¿para quién he de ser amable?
No veo ya diferencia entre hablar, reír, morir o ser.
En tensa soledad estoy, sufrida y triste.
Nací para ser nada y mis labios deberían sellarse.
Pero, oh corazón mío,
sabes que llegó la primavera y es hora de celebrar.
¿Y qué haré con mis alas atadas si no puedo alzar el vuelo?
Estuve en silencio demasiado tiempo,
aunque nunca olvidé la melodía.
A cada instante susurro la canción de mi pecho,
para recordar ese día en que he de romper la jaula
y escapar de esta soledad, y cantar mi tristeza.
No soy un débil álamo vencido por el viento.
Soy una mujer afgana y tiene sentido mi queja.
Fuente: Del sitio de facebook de Silvia Cuevas-Morales.
Un poema de la poeta y periodista afgana, asesinada a golpes por su marido y la familia de él.
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