"El jaguar es el felino más grande del continente americano. Cabeza grande y robusta con los ojos grandes. Las orejas son pequeñas y redondeadas. Los caninos son largos y muy fuertes. Cuerpo de apariencia fuerte y recia. El color del pelaje dorsal varía de oro pálido a un rojo oxidado y presenta una serie de marcas circulares oscuras en forma de roseta que rodean a una o más manchas pequeñas de color negro. Una hilera de manchas negras a lo largo de la mitad de la espalda, a veces se funden en una línea continua.
En el pasado, los jaguares se movían por un amplio territorio desde el centro de Argentina hasta el suroeste de los Estados Unidos. Desde la década de 1880, han perdido más de la mitad de su territorio. Hoy, su principal dominio es la cuenca del Amazonas, aunque todavía hay grupos pequeños en América Central.
La garra del jaguar, emblema poderoso y misterioso en la cultura prehispánica, evoca un mundo de significados profundos y simbolismo ancestral. Para las antiguas civilizaciones como Chavín, Vicus, Moche entre otras, esta garra Chavín no era simplemente un objeto físico, sino un símbolo cargado de fuerza espiritual y conexión con la naturaleza. Representando la ferocidad y destreza del jaguar, uno de los grandes felinos de América, esta garra encarnaba la esencia misma del poder y la protección.
En los relatos y mitos prehispánicos que sin duda han sido representados en la iconografía, la garra del jaguar se entrelazaba con la creación del mundo, siendo un instrumento de los dioses para establecer el orden y la armonía. Su presencia en artefactos ceremoniales y en la iconografía no solo testimonia la maestría artística de esta civilización, sino también su profunda conexión con el reino espiritual y su comprensión del cosmos."
Fuente: Rudy Mendoza, para el sitio de Facebook "Arqueología Sudamericana, Todas las Voces".
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