poeta y titiritero argentino (1909-1996)
"Sobre una mesa, en una amplia sala con las paredes de adobe y el techo de vigas -llegaba no sé de dónde un penetrante olor a glicinas-, habían terminado el preparar un Nacimiento.
Estrellas de papel plateado y farolillos de colores colgaban de las ramas de los árboles -miniaturas de sauces, espinillos, ceibos y jacarandáes-. Montañas de papel maché con las cumbres nevadas. Puñados de arena simulando ríos y lagunas. Ranchos de paja, morteros, aljibes, carretas, tranqueras, hornos de barro, aperos.
Alguien me llevaba de la mano.
En el centro de la mesa, sobre un lecho de pajas, estaba el Niño Dios recién nacido y, en torno de él, la Virgen María, San José y el Ángel Anunciador. Seguían, formando ruedo, los tres Reyes Magos, como los del romance:
Uno rubio, otro trigueño,
y el más chiquitín de todos
pasa el tinte de moreno…
con coronas de lata y lentejuelas, llevando de las bridas a sus respectivos camellos. Después venían los pastores, unos arriando cabras, otros ovejas. Detrás de ellos, el gallo con su familia: una gallina y seis pollitos; el buey, la vaca, el ternero, el loro, el tero, la gacela y, más atrás un molino, un nido de hornero, palomas, leones, perros, caballos, jirafas, elefantes, ñandúes, iguanas, comadrejas y peludos. No había un solo blanco hasta llegar un extremo de la mesa, donde estaba un chancho encerrado en un corral.
Nos detuvimos. Oí una voz. Recuerdo las palabras.
“-Aquí está el Niño Dios en una humilde cuna de hierbas y de pajas. Lo rodean la Virgen María, San José y el Ángel Anunciador que trajo el mensaje de Cielo. Una noche se le apareció a San José mientras dormía y le dijo en el sueño: ‘José, hijo de David, o temas de recibir a María, tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es'.
“Y más atrás - seguía hablando la voz – vemos a los Tres reyes Magos que, guiados por una estrella, llegaron de Oriente atravesando un desierto – y señalaba con el índice un puñado de arena – para adorar al Mesías.
"Y el Gallo, el Buey, la Oveja, el Loro, el Burro y la Gacela están cerca de la cuna – y estarán siempre cerca del Niño Dios – porque el día que él llegó al mundo – y fue a la medianoche – el Gallo se subió a la rama más alta del árbol más alto y cantó como si amaneciera, y dijo:
“-¡Cristo nacióoooo!
“Y el Buey, que estaba mirando las estrellas, preguntó:
“- ¿Dónde? ¡Dónde?
“- En Velén… En Velén -repitió la Oveja (Dijo Belén con V corta porque la Oveja no sabe pronunciarla B larga).
“Y el Loro agregó:
“- Creo...Creo…
“Y el Burro los invitó a ir a verlos:
“-Bamos… Bamos (Dijo vamos con B larga porque el Burro no sabe pronunciar la V corta).
“Y los cinco, uno detrás del otro: el Gallo, el Buey, la Oveja, el Loro y el Burro fueron al pesebre y se encontraron la Gacela arrodillada mirando al Niño Dios. Por eso la Gacela tiene tanta dulzura en los ojos.
“Los pájaros volaron por el aire para comunicar al mundo tan importante nacimiento. Invitaban a que fueran a ver al Niño Dios recién nació rodeado de ángeles y de palomas. Y nadie dejó de ir a verlo.
“Y el pesebre resultó demasiado pequeño para recibir tantas visitas.
Llegaron reyes y gorriones.
Llegaron peces caminando.
Mendigos, hormigas, borrachos con una botella vacía en cada mano; llegaron saltimbanquis, titiriteros, sapos, luciérnagas, músicos, bailarines, lagartijas, ciempiés, tucanes y cotorras.
“Pero el Chancho no quiso ir.
“Yo no voy -dijo-; me quedo.
“Y se quedó en el chiquero.
“Y por eso, desde esa noche, desde esa luz de medianoche, está siempre mirando la tierra. Y ahora está allí, lejos del Niño Dios, encerrado en un corral”.
Javier Villafañe,
"Recuerdo de un Nacimiento",
Ilustraciones de Nicolás Rubio,
Editorial Sudamericana,
Colección Libros del Bolsillo,
Buenos Aires,
año 1990.
Biografía de Javier Villafañe
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