En un hospital psiquiátrico aparece un nuevo paciente que dice llamarse Rantés (Hugo Soto), y que afirma ser un mensajero de otro planeta que vino a investigar la estupidez humana. El Dr. Julio Denis (Lorenzo Quinteros) se muestra escéptico sobre esta historia pero Rantés irá introduciéndose en su vida, haciéndolo dudar si realmente está loco, con lo que sutilmente, lo obliga a replantear su vida y su profesión.
Hombre mirando al sudeste, excelente película de Eliseo Subiela, muchas interpretaciones podemos hacer sobre ella. Rantés es una persona muy especial que sólo tiene un objetivo: comprender la estupidez del mundo, estupidez que existe desde el comienzo de la humanidad hasta nuestros tiempos. Guarda en una caja recortes de noticias policiales en las que aparecen víctimas a las que quiere rescatar.
La película narra los hechos con exactitud, la personalidad de los protagonistas, Rantés, que dice no ser de este mundo, y Julio, un psiquiatra que se dedica a su profesión y por otro lado padece conflictos con él mismo con su familia y con la profesión misma. Los dos se encuentran en un ámbito complicado, el hospital psiquiátrico, un ambiente en el que se suceden situaciones difíciles.
El excelente guión nos muestra cómo los seres humanos ocultan cosas, a lo mejor toda una vida, y en un momento dado sin que se den cuenta salen a la luz.
La narración que va desarrollando el psiquiatra es muy clara, explica los hechos que se van sucediendo y a su vez mira hacia su interior, logra darse cuenta que en su vida hay cosas que no están del todo bien. Intenta comprender a Rantés, hasta lo compara con un Cristo cibernético.
La música elegida es excepcional, escuchamos dos genios de todos los tiempos, Bach y Beethoven. Rantés ejecuta obras de Bach en el órgano, el psiquiatra lo escucha y no comprende cómo puede hacerlo.
La escena del concierto es sublime, justamente el Himno a la Alegría, cuarto movimiento de la Novena Sinfonía, es elegido para este encuentro musical. Dicha sinfonía fue declarada Patrimonio de la Humanidad, en el cuarto movimiento interviene el coro con cuatro solistas que comienza suavemente y va creciendo hasta inundar y llegar al alma del que escucha. Rantés comienza a bailar y logra que todo el público lo haga. Dirige la orquesta y simultáneamente en el hospital todos los internos se unen y se manifiestan. Se produce una gran conexión, llegan a un momento sublime hasta que éste se rompe con la intervención de la policía y del director del hospital que ordena medicar a Rantés.
El personaje de Beatriz Dick queda sin definir: ¿compañera, amiga o hermana de Rantés? Ella ve cuando Rantés decae y le pide ayuda al psiquiatra.
En la escena final aparecen los internos ubicados en círculo, se muestran como si estuvieran rindiendo un silencioso homenaje a ese compañero que ya no van a ver.
Ficha técnica
Dirección: Eliseo Subiela
Producción: Luján Pflaum Hugo E. Lauría
Guión: Eliseo Subiela
Música: Pedro Aznar, Andrés Boiarsky
Fotografía: Ricardo de Angelis
Año: 1986
Protagonistas: Lorenzo Quinteros, Hugo Soto, Inés Vernengo, Cristina Scaramuzza, Tomás Voth, David Edery, Rubens Correa.
Género: Drama, Ciencia Ficción
Duración: 105 minutos
La imagen de portada pertenece al sitio de crítica fílmica Filmaffinity.
https://www.filmaffinity.com/ar/film271887.html
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