Elmina, la ciudad de la esclavitud

Seguimos buscando noticias interesantes en la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España, a la cual le estamos siempre agradecidos. En esta oportunidad, encontramos en este diario de 1857 esta nota sobre el origen del tráfico de esclavos, que el Diario La Corona toma de la publicación "El Fénix", de España. Veamos:

 Origen del tráfico de negros
         "De El Fénix copiamos el siguiente artículo:
         En la antigüedad los egipcios tenían a su servicio eunucos negros, a imitación de los asirios y los persas; Sidón y Tiro sostenían el tráfico de negros, según se deduce del contenido de los libros sagrados. La gran ciudad de Cartago se valía también de los mismos seres para emplearlos en el trabajo y labores de las minas y en la maniobra de los buques. Los griegos y los romanos importaron a la Europa el uso de esclavos. En Constantinopla y en Roma, en la época de los emperadores, había gran número de negros o etíopes, y después de las conquistas de los sarracenos y  las irrupciones de los moros y de los árabes en el corazón del África, aumentaron considerablemente en todos los pueblos y dominios sometidos a los musulmanes. En época más cercana, a últimos del siglo XIV, habiendo descubierto los portugueses unas islas próximas a la costa de África, regresaron con esclavos que empleaban  en el cultivo de sus campos, ya en el continente o en las islas Canarias
        Después estos mismos descubridores construyeron en la costa de África una fortaleza, conocida bajo el nombre de Elmina, fundaron en 1481 un establecimiento y cuatro años después, Alonso González fue uno de los primeros que dieron impulso a ese gran comercio de esclavos que ha llegado hasta nuestros días. La primera vez que los españoles se emplearon en esta especulación de sangre humana, fue, según los datos más auténticos que hemos podido consultar, hacia el año de 1508, época en que comenzaba a explotarse la caña de azúcar en la isla de Santo Domingo
        Cien años después, con las conquistas de América, adquirió el comercio de nuestros esclavos un desarrollo y un incremento colosal, pues nuestros abuelos, poseedores de aquellos mundos, necesitando brazos, se vieron en la posición de trasplantar una nueva raza que sustituyera o reemplazara al inmenso número de naturales que perecieron por salvar su independencia  y a la extinción gradual del resto de la población, por efecto de los duros trabajos a que se les destinaba en la explotación de minas. 
        El cultivo de la caña de azúcar, del café y del algodón fueron en las vastas y feraces regiones de las Américas, manantiales fecundos y fuentes abundantes de grandes y rápidas fortunas; pero aún era más lucrativo el tráfico de esclavos para los capitanes y armadores, de embarcaciones negreras. Las demás naciones de Europa, celosas y rivales de las glorias de España y sus conquistas, ansiosas de hallar un extremos cualquier por donde conseguir aprovecharse de las riquezas de aquel nuevo mundo, armaron sus buques, y de todos los puertos partieron expediciones en busca de nuevos países; pero aún mejor que estos y con más felices resultados, marcharon algunos a la costa de África a arrebatar de su patria a otros seres para suministrar brazos de que tanto necesitábamos en algunos países y que hacía valer a precios exorbitantes. 
        Con este objeto visitaron las diversas costas de este continente que les suministraban, como decían los capitanes mismos, diversas calidades de sangre que valuaban y clasificaban, según sus circunstancias, ni más ni menos que si tratasen de café, añil o cualquiera otra producción indígena, de modo que al poco tiempo de haberse dedicado algunos emprendedores a este género de especulación, quedaron definitivamente establecidas las correspondientes tarifas.
        De todos los puntos del litoral africano, el más concurrido fue el de la Costa de Oro. En ninguna otra parte hallaron los europeos tantos esclavos ni de mejor condición. Al principio se adquirían casi por nada; pero después se fue elevando poco a poco su precio hasta valer ochenta, ciento y más pesos fuertes, y no obstante la carestía de estas máquinas humanas, se exportaban cada año de sesenta a cien mil. La Inglaterra era casi la que exclusivamente se ocupaba en semejante tráfico, bien para hacer con su explotación más productivas sus colonias o para revenderlos a otras naciones. Entonces tenía un grande interés en sostener el tráfico; hoy lo condena y pretende su completa abolición, porque sus intereses comerciales son otros muy diferentes".
Augusto Tell 
Diario La Corona, periódico liberal independiente, Barcelona, lunes 17 de agosto de 1857, año IV, número 209.
Fuente: Del sitio de la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España.
http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vmid=0026715368&page=3&search=ELMINA+ESCLAVOS&lang=es

La imagen de portada pertenece al sitio Wanafrica, que conmemora el  Día internacional de recuerdo de las víctimas de la esclavitud y la trata transatlántica de esclavos el 25 de marzo.
http://www.wanafrica.com/destacados/onu-recuerda-sufrimiento-de-esclavos-africanos/

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