La Palabra de Dios contra la esclavitud

Agradecemos a la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España que es una fuente infinita de tesoros del pensamiento, dado el excelente nivel de las personas que han escrito, durante tantos siglos, en sus gloriosas páginas, que abarcan todos los temas y recorren todas las ideas. En esta oportunidad, este diario de México refleja las conclusiones de este grupo cristiano que se ha reunido y pronunciado contra la esclavitud, en el año 1855. ¡Cuánta sangre, cuántas lágrimas pasaron hasta la abolición de esta abominación!       

"A los soberanos y á aquellos que están constituidos en autoridad en las naciones de Europa y en otras partes del mundo, en donde se profesa la religión cristiana, de la asamblea anual de la sociedad religiosa de los amigos de la Gran-Bretaña e Irlanda, celebrada en Londres en 1849 .

        Habiendo sido el beneplácito del Señor el hacer á nuestros padres sensibles á la maldad y crueldades del comercio de negros de África, y á la injusticia de reducir á servidumbre á sus semejantes, fuéles también dada fortaleza para obrar según la convicción que de sus espíritus se había apoderado: pusieron en libertad á aquellos mismos que tenían en esclavitud, y en su fidelidad, gozaron de una buena conciencia para con Dios. Con aquel amor que de él procede, dieron en sus corazones cabida al amor de sus prójimos, y no pudieron menos de procurar traer á los demás á aquel mismo sentimiento de justicia y de misericordia á que los había traído á ellos el Señor. 
        Desde entonces hasta el día de hoy, estamos penetrados de que, como Iglesia, nos es impuesto el cargo de dar testimonio contra el pecado de la esclavitud. Hemos creído que es obligación nuestra, como cristianos, el representar contra la injusticia que se hace á los pueblos del África, y el abogar repetidas veces por la causa del esclavo ante nuestro propio gobierno. 
        Regocíjamonos y damos rendidas gracias, á vista de los progresos que en este país y en otras naciones se han hecho en esta causa de la justicia. Restituidos han sido á la libertad centenares de miles de esclavos, y muchas de las naciones del mundo civilizado se ven ya libres, en gran parte, del crimen del comercio de esclavos africanos, comercio que en 1815 declaró el congreso de Viena que era "el azote que asola el África, degrada la Europa y aflige la humanidad", y para cuya supresión se han establecido algunas leyes. 
        Mas aun tenemos llenos de pesar nuestros corazones, considerando con cuánta extensión se prosigue todavía este tráfico, y cuán grande es la cantidad de la población del hemisferio occidental, que está aún sujeta á la crueldad y á la injusticia de la esclavitud. Deseamos que nos sea siempre cara esta simpatía, y que nos sea dado ver su aumento entre todos los hombres por do quiera. Un solo Dios es el Criador de todos nosotros: sus ojos ven en cualquier parte el bien y el mal. El traerá á juicio toda obra, toda cosa secreta, ya sea buena, ya sea mala. De una sola sangre son todas las familias de la tierra; participantes todas de la misma naturaleza corrompida, consecuencia de la caída del hombre; sujetas todas de igual modo á los achaques, á las enfermedades y á la muerte, y sujetas todas á comparecer al mismo juicio después de la muerte. 
        No hay respeto de personas en la gracia de nuestro Señor Jesucristo: él gustó la muerte por todos; en la inmensidad de aquel amor con que envió el Padre á su Hijo para que fuese el Salvador del mundo, quedaron sumergidas todas las distinciones de país, lengua y color. Do quiera que la religión del Evangelio de Cristo encuentra su propio lugar en nuestro interior, ella ablanda nuestros corazones; hace al hombre compasivo para con sus semejantes, le inclina á mirarlos á todos como á hermanos, y á que considere á las naciones de la tierra como si todas fuesen una sola familia. 
        Entre los millones que componen el género humano, no hay un solo individuo de quien no tenga conocimiento nuestro Padre que está en los cielos: si somos participantes de su amor, eso nos mueva á apiadarnos de los desamparados, de los que están faltos de auxilio y de los oprimidos; y eso nos impela á que hagamos cuanto esté de nuestra parte para mitigar el dolor y suavizar los pesares de aquellos que padecen, á que nos mostremos amigos de aquellos que no los tienen, y á que trabajemos para mejorar la condición de los más degradados de nuestra raza. 
        Reunidos estamos ahora en nuestra asamblea anual para promover la caridad y la piedad en medio de nosotros mismos, y según nuestra capacidad, para diseminar la verdad y la justicia sobre la tierra. La condición de los naturales del África, cual la hace la continuación del comercio de esclavos, y la de los esclavos en el Norte y Sur de América y en las islas adyacentes á este continente, han vuelto á despertar nuestra simpatía. 
        Creemos que nos es una obligación impuesta el abogar por la causa de estos nuestros semejantes. Sometemos á la consideración de cuantos están constituidos en autoridad, en las naciones que se apellidan con el nombre de Cristo, la absoluta incompatibilidad de la esclavitud con la ley divina. "Tú amarás á tu prójimo como á tí mismo"; "todo cuanto quisiereis que los hombres hiciesen con vosotros, hacedlo igualmente vosotros con ellos", estos fueron los preceptos de nuestro Señor. El habló como jamás habló hombre, y dijo: "El cielo y la tierra pasarán, mas mi palabra no pasará jamas": estas palabras son la ley de la justicia de Dios para todas las generaciones. 
        Preguntamos, pues, si es posible que el hombre, sin quebrantar aquella ley, tenga ó reclame derecho de propiedad sobre la persona de su semejante; si, admitiéndola autoridad suprema de dicha ley, puede el hombre comprar ó vender á su hermano; si puede el hombre retener, de aquellos que por él trabajan, lo que se les debe como justo y equitativo; si el trabajo forzado y no recompensando del esclavo negro no es una violación de aquella ley; en suma, si algún hombre ó alguna nación puede, sin crimen, violar la ley del Señor en alguna de estas cosas. 
        Trescientos años ha que se está haciendo el comercio de esclavos del África, hasta las opuestas riberas del Atlántico, y todavía se prosigue este tráfico de las personas de los hombres, con una crueldad que ni cesa ni se mitiga, y cada año arrancan de lo que más caro tienen en la vida muchedumbres sin cuento, para pasar sus días en la pena y en la miseria. 
        Encuéntranse todavía hombres tan duros de corazón, tan arrastrados por la ganancia de violencias, y tan desprovistos de todo lo que se tiene por sentimientos ordinarios de humanidad, que emplean su tiempo y sus facultades en la prosecución de este comercio criminal. 
        No queremos entrar en los pormenores de la prodigiosa variedad de padecimientos que es inseparable de esta complicada iniquidad. Mas confiamos en que no presumimos mucho de nosotros mismos, si pedimos á aquellos á quienes nos dirigimos ahora, que abran sus oídos á los gemidos de aquellos á quienes se oprime, y que tengan compasión de los que así sufren; que piensen en la guerra y rapiña y derramamiento de sangre que intervienen en la captura de los esclavos en el interior del África; en lo que tienen que padecer en su tránsito hasta la costa, y en su pasaje á través del Océano; y que no anden escasos en informarse de lo que tiene de horrible y asqueroso un barco negrero; que sigan al pobre, desamparado é inofensivo negro, si sobrevive á los pesares del viaje, y piensen en su condición cuando desembarca en una costa extranjera, y emprende una vida de dura y desesperada esclavitud, quizá para morir de trabajo en edad temprana, ó para vivir y ver á sus hijos sujetos á la misma degradación y opresión que él mismo sufre. 
        Bienaventurado es el hombre que tiene consideración al pobre. La bendición del Señor es sobre aquel que, conociendo el mal que aguarda por suerte á la vida de su prójimo, alarga su mano para darle auxilio en su pobreza y en su desamparo; su bendición es sobre aquellos que, como el patriarca de tiempos antiguos, se informan de las penas y de la dura suerte del pobre, del huérfano y de aquellos que están sin ayudador. "La causa que no conocía, dice, yo la examiné"
        Despertadas están nuestras simpatías, no solamente por los naturales del África y las víctimas del comercio africano de esclavos, sino que sentimos igual simpatía por aquellos que viven y trabajan en estado de esclavitud que nacieron en esclavitud, y que tal vez morirán sujetos á su dureza y á sus privaciones. 
        En aquellos países en que está protegido por la ley este sistema, el hombre se halla degradado á la condición de un bruto, de una bestia de carga, y mirado como género de comercio. El esclavo no tiene nada en la vida que pueda llamar suyo; sus facultades físicas, los miembros de su cuerpo, pertenecen á otro; apenas puede decirse que sean suyas sus facultades mentales. Todo lo que como criatura racional le distingue se considera por la ley del Estado, como propiedad de otro. 
        Él puede ser un hombre temeroso de Dios, que desea mostrarse aprobado discípulo de Cristo, y creemos que los hay tales; pero, por más consecuente que sea su carácter como cristiano, por más adelantada que esté la ilustración de su espíritu, todo eso no le sirve de nada: nunca es mas que un esclavo, y la ley no le permite considerar otra cosa en la vida sino la esclavitud, sin ayuda, sin amigos y sin esperanza. 
        Dotado por su Hacedor de la facultad de gozar, como los otros hombres, tiene sus afectos y conexiones sociales; puede estar legítimamente casado, y rodeado en la vida conyugal de descendencia, que le es cara como su propia sangre; más en el día y hora en que menos piensa, puede ser separado de su mujer, o pueden sus hijos, aun en tierna edad, serle arrancados y vendidos al traficante que los lleve como esclavos á países lejanos. 
        Mientras que la esclavitud sea protegida por la ley, nunca podemos estar seguros de que cese el comercio de esclavos: esto es lo que sucederá con el sistema, bajo cualquiera de las modificaciones de que es capaz. Hasta que sea abolida la esclavitud, es de temer que se arrancarán de Africa hombres, mujeres y niños, y serán comprados y vendidos como los rebaños del campo; las barbaridades del mercado dé esclavos seguirán amancillando las ciudades y las villas de aquellas islas en las Indias occidentales en que existe la esclavitud, y en las regiones de América donde se se sirven de esclavos. 
        El asunto es tan vasto y de tan variada atrocidad, según pensamos, que la historia del mundo todo no ofrece otro igual al crimen que él encierra. Juzgamos que apenas es posible que el hombre de la más capaz inteligencia pueda penetrarse de la extensión del mal. Sólo el Señor le conoce; nadie sino la Inteligencia infinita puede comprender los padecimientos, ya individuales, ya colectivos, de aquellos que están sujetos á esas atrocidades. Dios solo puede mover el corazón y despertar la conciencia. 
        Deseamos eficazmente, y hablando con reverencia y temor, pedimos, que Él haga sentir á cada cual la parte que tiene cada uno en el crimen, y que, apartándose de semejante iniquidad, y quedando la condenación sobre el robador de hombres, y sobre aquellos que trafican con las personas de los hombres, no pese aquella sobre ninguno que lleve el nombre de cristiano; y que el poseedor de esclavos, más ó menos envuelto en el pecado de opresión, sea traído á obrar según obediencia á la ley de una absoluta é imparcial equidad, y restituya sin vacilar y sin tardanza á todos los esclavos que mantiene en servidumbre, á una libertad inmediata y sin condición. 
        El Evangelio de Cristo es precioso para nosotros. Mediante la misericordia de Dios para con nuestras almas, confiamos en que, en cierto grado, estamos en disposición de apreciar los medios que en su sabiduría v amor ha dispuesto para la redención del mundo, y para que con Él se reconcilie el hombre. En la palabra de la antigua profecía le prometió, respecto de Cristo, que en Él serían benditas todas las familias de la tierra. No podemos menos de creer que la ilustración de la multitud de los habitantes del África, y su participación en los privilegios y los consuelos de la religión cristiana, se han retardado considerablemente por los procederes de muchos de los que allá fueron; y en especial, que la crueldad y la maldad del comercio de esclavos, ha contribuido mucho á mantenerlos en la ignorancia de Aquel que murió por ellos. 
        Por aquel amor que se extiende sobre mar y tierra, y busca la felicidad de todo el género humano, apelamos á aquellos á quienes esto incumbe, y respetuosamente les instamos á que, en conformidad con la pacífica religión de Cristo, tomen parte en remover todos los obstáculos, para que, mediante la gracia de Dios, pueda el africano, de cualquiera tribu ó lengua, ser traído al conocimiento de la verdad, cual se halla en Jesús. 
        Dígnese el Altísimo bendecir á los que reinan, y á aquellos que están constituidos en autoridad en todas las naciones en que se profesa el cristianismo. Presida su sabiduría en todos sus consejos, y sea la regla de sus acciones la ley de su justicia. Sea honrado el Príncipe de Paz , Jesucristo nuestro Salvador, en todas partes donde es conocido su nombre. Obtenga su religión santa su influencia legítima en la tierra, y lleguen á verse preparados los pueblos para ofrecer á Dios alabanzas en el lenguaje que tuvo el ejército celestial: "Gloria á Dios en las alturas, y en la tierra paz: entre los hombres buena voluntad"
        Firmado en nombre y de parte de la asamblea, Jorge Stacey, Secretario de la asamblea en este año". 
Diario Oficial del Gobierno de la República Mexicana, México, sábado 28 de abril de 1855, Tomo III, Número 271, segundo año. Publicado por la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España.
http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0030459481&page=3&search=plata+Potos%C3%AD+++jud%C3%ADos&lang=es 
Biografía de San Pedro Claver, defensor de los esclavos y de los Derechos Humanos
Las fechas importantes en la vida de Pedro Claver:
  • Nació en Verdú, España el 26 de junio de 1580
  • Entró a la Compañía de Jesús el 7 de agosto de 1602
  • Partió para América desde España el 15 de abril de 1610
  • Ordenado sacerdote el 19 de marzo de 1616 en Cartagena
  • El 3 de abril de 1622 se consagra a Dios por los votos solemnes.
  • Los firma como "Esclavo de los Esclavos para siempre"
  • Muere en Cartagena el 8 de septiembre de 1654
  • Sus virtudes fueron declaradas heroicas el 24 de septiembre de 1747 ,ese día se introdujo su causa de canonización
  • El 20 julio de 1850 fue declarado beato
  • El 15 enero de 1888 fue declarado santo por el Papa León XIII
  • Declarado patrono de las misiones entre los negros el 7 de julio de 1896
  • Declarado defensor de los derechos humanos en 1985.
La imagen de portada y los cuadros que acompañan este texto pertenecen al sitio de San Pedro Claver.
http://www.cartagenainfo.com/sanpedroclaver/ 

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