Argentina es un país que siempre te sorprende. O al menos, te sorprendía con su nivel cultural, la altura de sus Premios Nóbeles, de sus libros, de sus pinturas, de su música, de sus películas. Mucho ya no queda, y cada día va descendiendo más el nivel cultural, incluido dentro del nivel de vida que va decayendo a estadíos alarmantes. Del país que fue, poco queda. Pero todavía se pueden disfrutar de películas de la talla de “Almafuerte”, estrenada en Buenos Aires el 20 de diciembre de 1949. Dirigida por Luis César Amadori, e interpretada magistralmente por Narciso Ibáñez Menta, quien encabeza una lista de grandes actores que llevan adelante la vida sacrificada y siempre pobre del gran maestro Pedro Bonifacio Palacios (1854-1917), el gran "Almafuerte" que nos ha dejado páginas estupendas y quizá algunos de los mejores poemas que la argentinidad ha dado a luz.
Y todo en el marco de la lucha por enseñar, por llevar a los lugares más pobres, más alejados, el conocimiento. De la nada, lo creó todo: el amor de sus alumnos, el reconocimiento final, todo gracias a su talento y a su gran carácter. Luchando siempre como Don Quijote contra los molinos de viento que finalmente son los que llevaron a la República a la situación actual, así peleó contra las burocracias de siempre, contra los políticos que vienen a buscarlo para supuestas “candidaturas”, contra la costumbre de hacer trabajar a los chicos en las tareas del campo, contra la pobreza, contra el abandono.
Y la película lo refleja todo: difícil poder verla sin llorar, frente al temperamento magistral de este gran poeta que, contra todo y contra todos, consigue finalmente que le den su título, cuya falta le hizo perder sus trabajos, pero que no logró hacerle bajar los brazos. Y consigue un reconocimiento del gobierno de turno, que al fin, luego de tanto sufrimiento, le dan su jubilación. Pero él sigue trabajando, no piensa ceder al destino de un país que no termina de entender cuáles son las prioridades que una nación que nace tiene que tener, que no valora a la inmensa masa de gente que nadie conoce y que es la que levanta el país todos los días, mientras que otros se empeñan en destruirlo. O se hacen ricos gracias a él.
Mientras él, durante décadas, lucha y muere finalmente en el año 1917, sintiendo en carne propia el dolor de la Humanidad que padeció la Primera Guerra Mundial, y quiso Dios que no viera lo que sucedió después en la Segunda. Pero él, un día, se quedó dormido y se fue al Cielo de los Maestros que dan su corazón, y donde los ángeles no tienen túnicas sino guardapolvos. Y quizá, cerca de Dios padre, ande un anciano cascarrabias parecido a Domingo Faustino Sarmiento, que sigue dando clase allá arriba con el mismo fervor con el que luchó aquí en la Tierra.
Sí es cierto que la película, producida por la gran Argentina Sono Film, empieza con la Guerra del Desierto, y la reivindica, y muchos no estarán de acuerdo con esto. Pero pensemos que es injusto valorar o juzgar al pasado con las ideas del presente, y que por aquel momento (estamos hablando de setenta años atrás) no se veía la Conquista y la ocupación de la pampa de la misma manera que la vemos ahora. Los pensamientos van cambiando, y desde el año 1949 mucha agua ha corrido bajo los puentes. Tomémoslo de esa forma, con cierta comprensión para el pensamiento de la época.
Pero no tengamos comprensión en absoluto por el hecho de que por aquellos años las escuelas sean auténticas taperas, que el maestro era más lo que ponía de su bolsillo que lo que cobraba, que hubiera tanta pobreza mientras otros tenían tanta riqueza, y no apoyaban la alfabetización que con la que se quería integrar a los ciudadanos para hacerlos sentir como tales, con sus derechos y obligaciones. Para que sean ciudadanos de la Argentina.
Auténtica joya, llena de emoción y nostalgia, esta película es de visión imprescindible para cualquier argentino que quiera ser tal. Ganadora del Cóndor de Plata a la mejor película y al mejor actor en 1950, incluye en su reparto al ya mencionado Narciso Ibañez Menta, junto a Pola Alonso, Eva Caselli, Federico Mansilla, entre otros.
No hay que olvidar nunca la raíz de cada uno de nosotros, no hay que alejarse de nuestra argentinidad. Cuestionemos, como es el caso de la Conquista del Desierto, y ese mismo cuestionamiento nos llevará a valorar todo lo bueno que los que hicieron el país han construido, muchas veces desde el anonimato. Luchemos por lo bueno por lo que nuestros ancestros lucharon, por el bien, por la patria, por el otro. Por los niños que merecen una escuela para aprender, y no perder su infancia. Por los que son marginados del conocimiento y de la educación.
Entonces, la lucha de Almafuerte no habrá sido en vano.
La imagen de portada pertenece al sitio Wikipedia/Almafuerte - Película, con Narciso Ibáñez Menta y Eva Caselli.
https://es.wikipedia.org/wiki/Almafuerte_(pel%C3%ADcula)
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