Evangelios Apócrifos: Jesús comparece ante Pilatos (cuarta parte) y piden por la liberación de Barrabás

Capítulo IX
Las turbas prefieren la libertad de Barrabás a la de Jesús. Pilatos se lava las manos

1. Y Pilatos, llamando a Nicodemo y a los doce hombres que decían que Jesús no había nacido de la fornicación, les habló así: ¿Qué debo hacer ante la sedición que ha estallado en el pueblo? Respondieron: Lo ignoramos. Véanlo ellos mismos.
2. Y Pilatos, convocando de nuevo a la muchedumbre, dijo a los judíos: Sabéis que, según costumbre, el día de los Ázimos os concedo la gracia de soltar a un preso. Encarcelado tengo a un famoso asesino, que se llama Barrabás, y no encuentro en Jesús nada que merezca la muerte. ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y todos respondieron a voz en grito: ¡Suéltanos a Barrabás!
3. Pilatos repuso: ¿Qué haré, pues, de Jesús, llamado el Cristo? Y exclamaron todos: ¡Sea crucificado!
4. Y los judíos dijeron también: Demostrarás no ser amigo del César si pones en libertad al que se llama a sí mismo rey e hijo de Dios. Y aun quizá deseas que él sea rey en lugar del César.
5. Entonces Pilatos montó en cólera y les dijo: Siempre habéis sido una raza sediciosa, y os habéis opuesto a los que estaban por vosotros.
6. Y los judíos preguntaron: ¿Quiénes son los que estaban por nosotros?
7. Y Pilatos respondió: Vuestro Dios, que os libró de la dura servidumbre de los egipcios y que os condujo a pie por la mar seca, y que os dio, en el desierto, el maná y la carne de las codornices para vuestra alimentación, y que hizo salir de una roca agua para saciar vuestra sed, y contra el cual, a pesar de tantos favores, no habéis cesado de rebelaros, hasta el punto de que Él quiso haceros perecer. Y Moisés rogó por vosotros, a fin de que no perecieseis. Y ahora decís que yo odio al rey.
8. Mas los judíos gritaron: Nosotros sabemos que nuestro rey es el César, y no Jesús. Porque los magos le ofrecieron presentes como a un rey. Y Herodes, sabedor por los magos de que un rey había nacido, procuró matarlo. Enterado de ello José, su padre, lo tomó junto con su madre, y huyeron los tres a Egipto. Y Herodes mandó dar muerte a los hijos de los judíos, que por aquel entonces había nacido en Bethlehem.
9. Al oír estas palabras, Pilatos se aterrorizó y, cuando se restableció la calma entre el pueblo que gritaba dijo: El que buscaba Herodes ¿es el que está aquí presente? Y le respondieron: El mismo es.
10. Y Pilatos tomó agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo: Inocente soy de la sangre de este justo. Pensad bien lo que vais a hacer. Y los judíos repitieron: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!
11. Entonces Pilatos ordenó que se trajese a Jesús al tribunal en que estaba sentado, y prosiguió en estos términos, al dictar sentencia contra él: Tu raza no te quiere por rey. Ordeno, pues, que seas azotado conforme a los estatutos de los antiguos príncipes.
12. Y mandó en seguida que se lo crucificase en el lugar en que había sido detenido, con dos malhechores, cuyos nombres eran Dimas y Gestas. 

Capítulo X
Jesús en el Gólgota

1. Y Jesús salió del Pretorio y los dos ladrones con él. Y cuando llegó al lugar que se llama Gólgota, los soldados lo desnudaron de sus vestiduras y le ciñeron un lienzo, y pusieron sobre su cabeza una corona de espinas y colocaron una caña en sus manos. Y crucificaron igualmente a los dos ladrones a sus lados, Dimas a su derecha, y Gestas a su izquierda.
2. Y Jesús dijo: Padre, perdónalos, y déjalos libres de castigo, porque no saben lo que hacen. Y ellos repartieron entre sí sus vestiduras.
3. Y el pueblo estaba presente, y los príncipes, los ancianos y los jueces se burlaban de Jesús, diciendo: Puesto que a otros salvó, que se salve a sí mismo. Y si es hijo de Dios, que descienda de la cruz.
4. Y los soldados se mofaban de él, y le ofrecían vinagre mezclado con hiel, exclamando: Si eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
5. Y un soldado, llamado Longinos, tomando una lanza, le perforó el costado, del cual salió sangre y agua.
6. Y el gobernador ordenó que, conforme a la acusación de los judíos, se inscribiese sobre un rótulo, en letras hebraicas, griegas y latinas: Éste es el rey de los judíos.
7. Y uno de los ladrones que estaban crucificados, Gestas, dijo a Jesús: Si eres el Cristo, líbrate y libértanos a nosotros. Mas Dimas lo reprendió, diciéndole: ¿No temes a Dios tú, que eres de aquellos sobre los cuales ha recaído condena? Nosotros recibimos el castigo justo de lo que hemos cometido, pero él no ha hecho ningún mal. Y, una vez hubo censurado a su compañero, exclamó, dirigiéndose a Jesús: Acuérdate de mí, señor, en tu reino. Y Jesús le respondió: En verdad te digo que hoy serán conmigo en el paraíso. 

Capítulo XI
Muerte de Jesús

1. Era entonces como la hora de sexta del día y grandes tinieblas se esparcieron por toda la tierra hasta la hora de nona. El sol se oscureció, y he aquí que el velo del templo se rasgó en dos partes de alto abajo. 
2. Y hacia la hora de nona, Jesús clamó a gran voz: Hely, Hely, lama zabathani, lo que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
3. Y en seguida murmuró: Padre mío, encomiendo mi espíritu entre tus manos. Y, dicho esto, entregó el espíritu.
4. Y el centurión, al ver lo que había pasado, glorificó a Dios, diciendo: Este hombre era justo. Y todos los espectadores, turbados por lo que habían visto, volvieron a sus casas, golpeando sus pechos.
5. Y el centurión refirió o que había ocurrido al gobernador, el cual se llenó de aflicción extrema y ni el uno, ni el otro comieron, ni bebieron, aquel día.
6. Y Pilatos, convocando a los judíos, les preguntó: ¿Habéis sido testigos de lo que ha sucedido? Y ellos respondieron al gobernador: El sol se ha eclipsado de manera habitual.
7. Y todos los que amaban a Jesús se mantenían a lo lejos, así como las mujeres que lo habían seguido desde Galilea.
8. Y he aquí que un hombre llamado José, varón bueno y justo, que no había tomado parte en las acusaciones y en las maldades de los judíos, que era de Arimatea, ciudad de Judea, y que esperaba el reino de Dos, pidió a Pilatos el cuerpo de Jesús.
9. Y, bajándolo de la cruz, lo envolvió en un lienzo muy blanco, y lo depositó en una tumba completamente nueva, que había hecho construir para sí mismo, y en la cual ninguna persona había sido sepultada. 

"El Evangelio de Nicodemo"Evangelios Apócrifos I, Biblioteca Personal Jorge Luis Borges, Hispamérica, Buenos Aires, 1985.

La imagen de portada pertenece al artista Jan Lievens, y se titula "Pilato se lava las manos", que se encuentra en el Stedelijk Museum de Amsterdam 
"Jan Lievens es uno de los artistas más eclécticos del entorno de Rembrandt; ambos pintores trabajaron juntos en Leiden compartiendo taller y ambos también aprendieron con Pieter Lastman en Amsterdam. Sin embargo, aunque sean difícil determinar la autoría de algunas obras, Lievens exhibe una independencia respecto al maestro como se pone de manifiesto en esta imagen, inspirada en los Evangelios de san Juan (19) y san Mateo (27). Pilatos se lava las manos antes de condenar a muerte a Cristo, escena que contemplamos en primer plano, mientras que el Salvador es trasladado por unos soldados al balcón. Las figuras son tremendamente amplias y naturalistas, vestidas con ricos ropajes en los que destaca la calidad detallística de las telas. Pilatos dirige su mirada al espectador, al igual que uno de los soldados que se sitúa tras él. La fuerte iluminación empleada recuerda a Caravaggio, a pesar evitar los marcados contrastes tradicionales del tenebrismo. Pero la inspiración más directa de Jan Lievens la encontramos en la escuela de Utrecht, concretamente en Hendrick ter Brugghen. Lievens resalta las tonalidades empleadas y recurre a una pincelada atrevida, resultando una obra muy acertada. El soldado que aparece en la zona de la izquierda es muy similar al que acompaña a Cristo en la columna, considerándose incluso que podría tratarse del mismo modelo tomado desde una perspectiva distinta".
Fuente: Del sitio Arte Historia.
https://www.artehistoria.com/es/obra/pilatos-lav%C3%A1ndose-las-manos 

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