Una aldea inglesa en revolución verde

por Tatiana Schlossberg 
En una nota publicada el pasado 9 de octubre de 2016, el sitio New York Times en Español nos cuenta este caso de gente que hace todo lo que puede por el Planeta. Es decir, también por la gente. Garry Charnock vive en Ashton Hayes, Inglaterra, y se decidió a cambiar el mundo. Pronto, más gente se sumó. Aquí los resultados: en 10 años, Ashton Hayes  redujo sus emisiones de carbono en un 24 por ciento.
        ASHTON HAYES, Inglaterra — Este pequeño poblado de unos mil habitantes luce como cualquier otro engarzado en la campiña inglesa.
        Sin embargo, Ashton Hayes es diferente en materia de una de las problemáticas más urgentes del mundo: el cambio climático. Cientos de residentes se han asociado para reducir las emisiones de gases invernadero, al utilizar tendederos en lugar de secarropas, tomar menos vuelos, instalar paneles solares y poner ventanas de doble vidrio para tener un mejor aislamiento en sus casas.
        El esfuerzo, que cumple 10 años este año, ha llevado a una disminución de un 24 por ciento en las emisiones, de acuerdo con estudios realizados por un profesor de sustentabilidad ambiental que vive en el pueblo.
        Pero Ashton Hayes se destaca por su enfoque: los residentes lo han hecho por sí mismos, sin exhortación del gobierno.
        Y ahora, unas 200 comunidades alrededor del mundo —incluyendo a Notteroy, Noruega y el Condado Changhua, Taiwán— se han puesto en contacto para descubrir cómo lo hicieron los aldeanos.
        A medida que se vuelven aún más claros los efectos del calentamiento del planeta, Ashton Hayes es un caso de estudio para la siguiente fase en la batalla contra el cambio climático: lograr que las personas cambien sus hábitos.
Hechos, no discursos
        Uno de sus secretos es que los residentes de Ashton Hayes se sienten en control. Cuando el miembro del Parlamento que representa a la aldea se presentó en la primera junta, en enero de 2006, se le dijo que no podía pronunciar ningún discurso. Y desde entonces no se ha permitido que ningún político hable ante el grupo.
        El proyecto fue iniciado por Garry Charnock, un hidrólogo que lleva 30 años viviendo en la aldea. Se le ocurrió la idea tras asistir a una conferencia sobre cambio climático en Gales. Decidió tratar de lograr que Ashton Hayes se convirtiera en, como dijo, “la primera aldea emisora neutral de carbono en Gran Bretaña”.
        “Pero aún si no lo logramos”, recuerda haber pensado, “hay que tratar de divertirnos un poco”.
        En ocasiones, los esfuerzos para reducir los gases de invernadero involucran escenarios de fin de los tiempos, que hacen que las personas sientan que el problema es demasiado abrumador como para ser abordado.
        En Ashton Hayes, a unos 40 kilómetros al sudeste de Liverpool, los aldeanos abordan el asunto con buen ánimo.
        Unas 650 personas acudieron a la primera junta, dijo Charnock. Algunos en la aldea no estaban tan entusiasmados, pero poco a poco comenzaron a participar.
        Y algunos han ido más allá. Cuando Rosemary Dossett y su esposo Ian estaban pensando en construir una casa eficiente en energía y se enteraron del proyecto de emisión neutral de carbono de Ashton Hayes, pensaron que podría ser el lugar ideal para ellos.
Lo que la aldea se decidió a hacer 
        Se mudaron de la cercana South­ Warrington y convirtieron dos casitas de granja en una casa de ladrillo, instalando ventanas de triple vidrio, celdas fotovoltaicas en el techo, una bomba de calor geotérmica que calienta la casa y su agua, y una cisterna subterránea para recoger agua de lluvia para los baños y el jardín. Los Dossett también tienen un huerto familiar, cultivan uvas para vino, elaboran cerveza artesanal y tienen dos vacas, que mantienen el pasto cortado. Pagan unos 650 dólares al año por electricidad y calefacción.
        El éxito del proyecto parece haber inspirado otros esfuerzos comunitarios en Ashton Hayes. Por ejemplo, los residentes han construido un nuevo campo deportivo con un pabellón cuya electricidad proviene de energía solar, donde se realiza un café comunitario tres días a la semana. También han instalado paneles solares fotovoltaicos en la escuela primaria.
        Otros poblados y ciudades del mundo esperan copiar a Ashton Hayes. Sus representantes contactaron a los líderes del proyecto, en busca de orientación para lanzar iniciativas similares.
Charles Simon viajó de Eden Mills, una pequeña comunidad en Ontario, Canadá, a Ashton Hayes en 2007 para aprender cómo traducir su enfoque a su pueblo.
        “Algunos de los cambios son tan fáciles. Sólo ponte un suéter en lugar de encender la calefacción”, dijo Simon.
Se va extendiendo la idea 
        Eden Mills ya disminuyó sus emisiones en alrededor de un 14 por ciento, dijo Simon, y tiene planes para más. Los residentes han estado trabajando con expertos de la Universidad de Guelph, plantando árboles para ayudar a absorber el dióxido de carbono emitido por el poblado, dijo.
Janet Gullvaag, edil en Notteroy, Noruega, un municipio isleño con unos 21 mil habitantes, contactó a Ashton Hayes hace unos nueve años.
        “Creo que la idea que tuvo Ashton Hayes fue bastante revolucionaria”, dijo.
        Aunque el enfoque de su comunidad es más político, Gullvaag dijo que adoptar los métodos de Ashton Hayes fue redituable: ha visto a más personas comprar más autos eléctricos y bicicletas y convertir la calefacción de su casa de petróleo a fuentes más amigables con el ambiente.
        “Sea lo que sea que intentes hacer, si creas entusiasmo y diseminas conocimiento, las personas por lo general reaccionarán de una manera positiva”, añadió.
        Aunque aún se requieren grandes recortes a nivel mundial para lograr mayor progreso, las acciones para reducir las emisiones, incluso las de poblados pequeños, son un paso en la dirección correcta, dicen expertos que estudian la acción comunitaria sobre el cambio climático.
        Los residentes de Ashton Hayes lograron recortar las emisiones alrededor de un 20 por ciento el primer año, de acuerdo con estudios empleados para calcular la huella de carbono, desarrollados por Roy Alexander, un profesor local. Algunos han registrado reducciones aún más significativas: los hogares que participaron en los estudios en el primer y décimo año redujeron su uso de energía en alrededor de un 40 por ciento.
        Charnock, quien dio origen a esta movida,  dijo que creía que el poblado podía lograr recortar su huella del carbono de 2006 hasta en un 80 por ciento en los próximos años con la ayuda de subvenciones para comprar e instalar paneles solares en la escuela local y otros edificios.
        "Lo siguiente que hay que hacer", dijo, es lograr que el gobierno del condado esté tan comprometido con la reducción de emisiones como Ashton Hayes.
Fuente: Del sitio New York Times en Español para Diario Clarín.
https://www.clarin.com/new-york-times-international-weekly/?url=/clarin/content/view/full/49586

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