“Los huracanados vientos lloran
y la noche es helada.
Ven aquí, sueño,
y descubre mis penas.
Pero ¡mirad!; la mañana asoma
sobre los riscos orientales;
y las susurrantes aves del alba
desdeñan en verdad la tierra
¡Mirad!: hacia la bóveda
del cielo empedrado,
cargadas de pesar
son llevadas mis notas.
Impresionan el oído de la noche,
hacen llorar a los ojos del día,
enloquecen a los vientos que braman
y con la tempestad juegan.
Como demonio en una nube,
con aullante dolor,
siguiendo la noche acudo
con la noche marcharé.
Vuelvo la espalda al este
del que han aumentado los consuelos,
pues la luz se apodera de mi mente,
causándome frenético dolor.
“Canción loca”,
William Blake,
poeta londinense ( 1757-1827)
No lo digo yo: “La noche puede ser un manicomio”. Lo dice Jorge David Alonso Curiel en su libro “La noche del escaparate”, publicado por Ediciones Atlantis y que con tanta amabilidad nos envió. Y creemos que tiene razón, si consideramos que en un manicomio se encierran todos los males, todos los miedos, todas las pesadillas y los horrores. En un manicomio uno es nadie. En la noche sucede lo mismo, quizá sin paredes hostiles, quizá porque el Sol, ese gran amigo del Hombre, se esconde para tomar fuerzas y vuelve a salir para darnos su calor. Pero mientras tanto, en la noche, todo puede pasar…
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Presentación de "La Noche del Escaparate" del escritor español Jorge David Alonso Curiel |
Porque día a día, al caer el Sol, la noche vuelve y se devora con su oscuridad todo aquello que el Astro Rey se fatiga en iluminar. La noche disuelve los muros, voltea los límites, las leyes, las imposiciones. Todo en la noche es posible: la lujuria, la pasión, la ambición, el crimen. El orden y las “buenas maneras” del día caen en una oscura nebulosa donde podemos vengarnos, podemos escarmentar… o podemos morir. Nada escapa a la noche. Y nadie escapará jamás de ella. En ese punto, quizá, es en lo que más se parezca al manicomio…
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La noche, la suma de todos los miedos |
Estos temas están en el estupendo libro de Curiel, que, una vez empezado, no hemos podido dejar de leer. Porque estas historias tratan estos temas, estas acechanzas de la noche, estas pasiones, estos peligros. Siete cuentos que transcurren en la oscura nocturnidad, y con un cuento final que cierra perfectamente todo el trabajo literario. No adelantaremos ni hablaremos más de lo debido, para dejar que el lector lo descubra todo por sí mismo.
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"Los enamorados", Paris, fotógrafo Jean Phillipe Charbonnier |
Así, Ángel sale a correr por la noche, con el alma en un puño por su amor que se derrumba. Un encuentro “casual”, o no, le trae una historia de la que aprenderá. Bendito sea aquel que reflexione y aprenda de las historias que le llegan, de él será el reino de los que aprovechen los días que le queden por vivir, como en “La leyenda del corredor triste que salió del río”.
También sufre Juan, en el cuento más impactante (en nuestra humilde opinión…) que es el del mismo título del libro, “La noche del escaparate”. Juan sufre persecución, un asesino serial lo persigue y él se persigue a sí mismo con reproches por el amor que también se ha terminado. A medida que este excelente cuento se desarrolla, la acción se va desenvolviendo dinámica, rápida, a la vez que va cuestionando tanto la vida como la sociedad como a Occidente (siempre en marcha, como es propio de Curiel, y si el lector gusta puede leer nuestra nota titulada “La poesía que se refleja en el espejo cotidiano”), y no entendemos cómo aún no se ha filmado este cuento que nos corre por las venas mientras vamos leyendo, sintiendo plenamente todo el miedo, todo el horror, todo el desamparo que sufre el personaje. Y no diremos si Sonia vuelve. Le dejamos a ella tan difícil decisión…
Sale el Sol, pero en el alma de Juan la noche no se quiere retirar. No sin una víctima. No sin sangre:
“Ya el sol está pegando en la cornisa del edificio de enfrente. Tenía ganas de ver el sol. Las sombras no son buenas, es allí donde se reproducen las pesadillas, la enfermedad, las cucarachas. Lo que destroza las vidas, nuestras vidas. El terror nace en las oscuridades.”
Jorge David Alonso Curiel
Claro que no sufren solamente los hombres. Las mujeres también sufren, y cuánto se sufre por el amor imposible, el amor desencontrado, el amor que jamás será o volverá a ser. Es una herida que nadie cura, es un lamento que nadie escucha. Es como golpearse una y otra vez con una pared. Pero lo cierto es que, a veces, la otra persona tiene sus razones, es cuestión de conocerlas, al menos para mitigar el dolor, como sucede en “Lo que esconden las puertas”. De ese dolor deberemos aprender algo: ese amor nos ha encerrado en nosotros mismos, como si hubiera levantado murallas en donde hemos quedado atrapados. Pero la Vida sigue, el Universo sigue moviéndose, y nosotros debemos seguir con él. Pronto veremos que hay otros sufrimientos, no sólo el nuestro. Y hay quien se hace más sabio con ese conocimiento. Duele hacerse sabio, pero es una salida posible.Habrá también “Tiempos oscuros”, en las noches en donde con violencia se puede forzar una puerta y transformarse en un “okupa”. No es el caso. Es el de una mujer que ingresa en un edificio que ya forma parte de su familia y de su ser. Quizá esté dispuesta a comenzar una nueva vida.
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El autor, que reside en Valladolid, su ciudad natal, explica a los presentes el contenido de su obra |
Y como la noche y el crimen están emparentados, también podríamos decir que la oscuridad es la que contiene todas las venganzas. En “El brillo en el sótano” alguien es acusado injustamente, o al menos, negará lo que ha hecho, que para sus vengadores lo mismo da. Será golpeado, violentado en todas las formas posibles por aquellos que han tomado la justicia en sus propias manos. Es la peor de las pesadillas: ser acusado de algo que uno no cometió. Y quedar a merced de los que se vengan, sin que nadie venga a ayudarnos. Sin salida. Con un único final.
Los horrores de la noche, finalmente, se retiran. Es el único consuelo que tenemos los mortales: el Sol saldrá, la oscuridad se disuelve, los fantasmas volverán a sus guaridas, las pesadillas se retraen a los meandros de nuestra mente. El día nos traerá nuevas obligaciones, nuevas organizaciones, nuevas imposiciones. Haremos y trabajaremos, como Penélope como su telar que jamás terminará. Caminaremos por la cuadra del sol, saludaremos a nuestros vecinos e iremos a nuestras labores. Y nos reiremos de nuestros miedos y de los monstruos.
Que esperarán pacientemente hasta que la noche y la Luna asomen por el horizonte.
Y que destejerán, como Penélope, lo que hemos construido con el día, dando rienda suelta a la suma de todos los fantasmas.
La periodista y conductora del ciclo, Adriana Sylvia Narvaja, recibiendo en su hogar el libro de cuentos de Jorge David Alonso Curiel |
Y que sigamos viviendo la literatura así, como en este libro maravilloso.
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