Desaprender el machismo en México

El machismo se puede desaprender. Hay que intentarlo. México ya comenzó. 
        En una nota de la periodista Paulina Villegas del pasado 24 de abril de 2017, esta investigadora piensa que sí se puede desandar en México el difícil y empedrado camino del machismo, tan común en la sociedad y visualizado en telenovelas, películas, ámbitos laborales, etc.
        La nota tiene como sitio de publicación la ciudad de México, y la encontramos en el The New York Times en Español. Poco a poco, y gracias al esfuerzo de estos grupos de autoayuda, esta forma patriarcal de llevar adelante una familia, una relación, deberá ir cediendo. Pero aún falta bastante.
        “El machismo ha estado presente en la sociedad mexicana desde hace mucho tiempo. Presente en las telenovelas, películas, ámbitos laborales, familias y relaciones; ha sido tolerado e, incluso, celebrado” sostiene Villegas. “Pero el contexto está cambiando”.
        Año a año, las tasas de violencia de género van aumentando en nuestro hermano país de México, y lo llevan al tope de la lista de países que se ven obligados a pensar y actuar frente a este problema.
        “Tales esfuerzos cobraron un mayor ímpetu en el Día Internacional de la Mujer, cuando hubo marchas multitudinarias en varias ciudades y el presidente Enrique Peña Nieto pidió “dar una lucha central contra cualquier forma de machismo”. Ese reconocimiento público fue visto por activistas de los derechos de la mujer como un buen comienzo, pero hay escepticismo sobre si podría haber cambios en la sociedad. El argumento es que solo puede suceder si se confrontan las ideas machistas desde la raíz” sostiene la publicación.
        De allí que aparezca Gendes, “un grupo de investigación y activismo en Ciudad de México que busca impulsar la reflexión en los hombres por medio de educación, terapia y campañas de concientización”. Este grupo está liderado por el especialista Rubén Guzmán, quien imparte talleres de Gendes y dice que el propósito es “desaprender quién te enseñaron que eres”.
        La terapia gratuita, con reuniones tres veces por semana, busca cuestionar las creencias culturales que propagan el machismo, dijo Antonio Vargas, director y fundador de Gendes.
A la derecha, Rubén Guzmán lidera una sesión de terapia de Gendes. 
El caso del profesor Jorge 
        Jorge es un profesor universitario de la capital mexicana (pidió que no se use su apellido para proteger la privacidad de su familia) que se integró a la terapia grupal tras toparse con un panfleto de Gendes.
        Poco antes se había comportado de manera violenta con su esposa. Cuando llegó media hora tarde a encontrarse con él para ver una película, Jorge se enfureció porque ella no parecía estar arrepentida. La discusión se movió del cine a su departamento donde Jorge tiró a la mujer al piso, la golpeó en la cara y le dejó la nariz ensangrentada.
        Fue la primera vez que su enojo había resultado en violencia física, aseguró, y temía que su esposa lo dejara. “Tenía que hacer algo”, dijo Jorge. “Era por curiosidad saber si podía cambiar y aprender nuevas formas de relacionarme, sobre todo con mujeres”.
El silencio es la herramienta nefasta de la que se aprovecha el machismo 
Propensos a la ira y a la misoginia 
        Hace unas semanas una decena de hombres, incluido Jorge, se reunieron en una pequeña sala de conferencias en la oficina de Gendes para discutir por qué son propensos a la ira y la misoginia.
        Jorge habló sobre un nuevo incidente, pues su esposa lo había descubierto viendo fotografías de otra mujer en su iPad.
        Intentó defenderse: “Solo vi, no es pecado. Todos los hombres lo hacen”, dijo.
        Guzmán, el facilitador de la terapia, lo interrumpió. “¿Qué estás haciendo ahora?”.
        Jorge se quedó callado, pero otro integrante del grupo, Héctor, respondió: “Justificarse”. “Lo aprendí en mi entorno violento, donde si no violentabas eras víctima. Pero no quiero que mis hijos repitan mis patrones”.
        "¿Qué tipo de violencia o autoridad está ejerciendo?”, volvió a preguntar al grupo Guzmán. De nuevo, alguien más respondió: “Emocional y sexual”, dijo un hombre llamado Agustín.
        “¿Y por qué?”, preguntó de nuevo Guzmán.
        “Porque rompí acuerdos de sinceridad y fidelidad”, dijo Jorge.
        En una entrevista después de la sesión de terapia, Jorge dijo que realmente estaba trabajando para desaprender su machismo, que atribuye a su niñez en un vecindario de bajos ingresos en las afueras de Ciudad de México.
        “Lo aprendí en mi entorno violento, donde si no violentabas eras víctima”, dijo. “Pero no quiero que mis hijos repitan mis patrones, que mi hijo sea un machín o mi hija piense que la única forma de resolver las cosas es a través de la violencia”.
El respeto a la mujer influirá directamente sobre la sociedad, terminando con la desigualdad y la injusticia 
Mujeres que se integran, hombres que deben cambiar 
        Según Gloria Careaga, experta en Estudios de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México, los hombres no han sabido encontrar nuevas maneras de relacionarse con las mujeres a medida que empiezan a cambiar los roles de género. Las mujeres, por ejemplo, han logrado integrarse más a la política, en parte por medidas de participación paritaria.
        “En nuestro país se han hecho múltiples esfuerzos por mejorar y abrir las formas de ser para las mujeres, cosa que no ha se ha abierto para los hombres”, dijo Careaga.
        "Esa tensión ha llevado a muchos hombres a ser violentos", añadió.
        Según la publicación de The New York Times, “la cantidad de homicidios de mujeres se duplicó de 2007 a 2015 al pasar de 1086 casos a 2555, según datos del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, una coalición de grupos de defensa de los derechos humanos y de las mujeres que estudia la violencia de género”. Pero no todo está perdido. Según Villegas,  “el año pasado los mexicanos salieron a las calles en una decena de ciudades en la primera manifestación de coordinación nacional contra el machismo y la violencia hacia las mujeres”.
Las sesiones de terapia buscan que los participantes reconozcan su comportamiento machista para ponerle fin.
Cuando los medios de comunicación se suman a ayudar
        Cuenta la periodista Villegas algunos efectos del cambio que está llegando a los medios de comunicación, importantes baluartes de la llegada de los nuevos mensajes hacia la población. "Varias empresas mexicanas también han intentado cambiar sus modos. La cerveza Tecate, cuyas campañas usualmente representaban a las mujeres como objetos, lanzó una campaña televisada en verano de 2016 que mostraba a mujeres con moretones y golpes. “A un hombre lo define cómo trata a una mujer. Si no la respetas Tecate no es para ti”, dice el anuncio".
        Pero es difícil erradicar las costumbres. Está comprobado en todo el mundo que la posición dominante del hombre en las relaciones de pareja, familiares y sociales trae muchos beneficios que los hombres no están dispuestos a perder.  “Es muy cómodo construirse como hombre en México, tiene muchos beneficios”, dijo Vargas, el fundador de Gendes. “No es fácil renunciar al privilegio”.
        Por ese motivo, la batalla no será fácil. “Los hombres que participan en las terapias grupales lo saben y todos batallan por reconocer, entender y cambiar su comportamiento”.
        Dice el New York Times que en una sesión reciente todos tenían la mirada en el piso. Hubo varios suspiros durante la conversación.
 Durante siglos, se esperó un comportamiento sumiso y obediente de parte de la mujer, sin ninguna contrapartida por parte del hombre en cuando al respeto y al cuidado de la misma
El caso Alejandro y el caso Federico
        Un hombre llamado Alejandro dijo que su novia descubrió que le había enviado mensajes de índole sexual por WhatsApp a una vecina. “Intenté controlarla al coquetear con la vecina”, dijo. “Eso es violencia emocional y sexual”.
        Otro hombre, Federico, admitió que había buscado intimidar a su hermana al romper una ventana. Fabián contó que le respondió a su novia cuando lo acusó de ser infiel empujándola de la cama. Héctor confesó que había agarrado forzosamente a su esposa por los brazos y que había demandado que lo escuchara.
        Guzmán, el facilitador, le pidió a los presentes que nombraran las emociones que sentían tras escuchar las confesiones de los demás. Miedo, dijeron. Tristeza.
        Pero el final del camino se ve más claramente si se mantiene firme la esperanza. Al final de la sesión, Jorge hizo una reflexión sobre su progreso y el camino que le falta por recorrer. “Ahora la pregunta es: ¿que más hago? ¿Se puede vivir sin violencia? Tengo la esperanza de que es posible”. “Lo aprendí en mi entorno violento, donde si no violentabas eras víctima. Pero no quiero que mis hijos repitan mis patrones”.
        De eso se trata.
El machismo debe terminar no sólo en Occidente, sino en todas las culturas
Obra pictórica de Jian Guo Fang 
Fuente: The New York Times en Español, del sitio digital en la web.
https://www.nytimes.com/es/2017/04/24/eliminar-machismo-sociedad-mexicana-gendes/?em_pos=small&emc=edit_bn_20170424&nl=boletin&nl_art=0&nlid=78076839&ref=headline&te=1
Las fotos pertenecen a la publicación, y son de la fotógrafa Adriana Zehbrauskas para The New York Times. 

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