Momentos queridos

por Jorge David Alonso Curiel 
Llegar con el coche
al lugar donde contemplo los atardeceres.
Abrir el frasco de colonia.
Oler las páginas del periódico.
Beber una cerveza después de una larga
tarde de trabajo.
Disfrutar del perfume de la piel de mi compañera
nada más salir de la ducha.
Fumar negro cuando realmente me apetece.
Estar solo en las noches de verano.
Los atardeceres nada más acabar de llover.
Capturar con la cámara de video
lo que considero.
Ver cine cada tarde en el aparato de mi casa.
Echar comida a los pajarillos 
después de almorzar.
Escuchar Héroes del Silencio, Vangelis.
Sentarse a escribir.
Salir del cine.
El sonido de la lluvia.
Pasear solo.
Leer por las noches.
Ciertos programas de radio.
Leer libros de viaje.
Hacer el amor muy lentamente.
Descubrir las cosas por mí mismo.
Oler el campo.
Encender un puro. 
Mirar sin ser visto.
Cada vez que se reafirma mi misantropía.
Hacer fotos.
El frío del suelo en verano.
Obras de teatro en televisión.
Encender una cerilla.
Los tacones de una mujer en la calle solitaria
de madrugada.
La ducha de cada día. 
Ver el abatimiento de un semejante.
Descubrir la falta de soberbia.
Lavarme los dientes.
Leer desnudo.
Mirarte cuando no te das cuenta.
Leer. 
Jorge David Alonso Curiel
“Reflejos en el cristal cotidiano”
Editorial Playa de Ákaba
año 2016 

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