Los pilares de nuestra identidad, forjados en sangre

"En efecto, Herodes había ordenado detener a Juan, lo había hecho encadenar y encerrar
en la cárcel a causa de Herodías, esposa de su hermano Filipo. Porque Juan le decía: 
La Ley no te permite tenerla como esposa.
En eso llegó el cumpleaños de Herodes. La hija de Herodías salió a bailar 
en medio de los invitados, y le gustó tanto a Herodes, que el prometió bajo juramento
darle todo lo que pidiera. La joven, a instigación de su madre, le respondió:
Dame aquí, en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista"
Mateo 14 (1/9)
        Dura. Visceral. Así es “Salomé de Chacra”. Profundo. Directo a lo más hondo de nuestro sentir. Así es el teatro de Mauricio Kartun. Y es la misma vibración que vuelca sobre el escenario la puesta del Director Miguel Montalto. Sin concesiones. Imperdible. 
        El pasado 1ero. de octubre se estrenó en nuestro distrito la obra “Salomé de Chacra”, del dramaturgo y director argentino Mauricio Kartun, en la Casa de Arte Doña Rosa, a lleno completo, y con la dirección de Miguel Montalto. Este estreno era muy esperado por los seguidores del teatro de Casa Doña Rosa, que ya es emblemático en Quilmes. Montalto se arriesga en esta producción, y se arriesga porque es una obra que necesita, de los actores y del director, poner todo su talento en la escena. Y lo logran. De ahí que la caratulemos de “imperdible”. Afortunadamente, seguirá varias semanas más en cartel, y usted, amigo lector, no se la podrá perder.
        Pero que digamos “imperdible” no quiere decir que digamos “fácil” o “convencional”. No espere ninguna de las dos cosas. Como dijimos, directa, profunda, “Salomé de Chacra” nos representa, como argentinos, mientras que a su vez la historia es muy antigua, y a la vez, universal. Fue estrenada en el año 2011 en el Teatro San Martín de la Ciudad de Buenos Aires, y podríamos decir que es una creación "bisagra" en la carrera de Kartun. Pero nosotros contaremos la versión que vimos, y que nos pareció excelente: la de Producciones El Matadero.
Cochonga (Patricia Santi) y Herodes (Santiago de Martino) en el drama que desembocará en tragedia
        Comencemos por el principio. Tal cual transcribimos en el encabezado de esta nota, la historia está citada en el Nuevo Testamento. Juan Bautista, primo de Jesús, es encarcelado por acusar a Herodes de tener a la mujer de su hermano Filipo, lo que “la Ley no permite”. Esta mujer, Herodías, incita a su hija Salomé a bailar para Herodes, y él le promete que le dará lo que ella pida. Instigada por su madre, Salomé le pide la cabeza de Juan Bautista, lo que Herodes, a pesar de su disgusto, no puede dejar de hacer. Hasta aquí la historia, que el gran Oscar Wilde recrea en una obra de su autoría.
        Kartun, siempre presente en el teatro argentino contemporáneo, traslada este drama a la pampa que nos vio nacer. Pampa hecha de sangre de indios y de muerte de gauchos, del esfuerzo de gringos y de muchas, muchas muertes de animales que serán vendidos como carne faenada tanto aquí como en Inglaterra. Mucha sangre que irá a transformarse en embutidos, en “salames de chacra”. Y viene a cuento este comentario ya que justamente “Salomé de Chacra” es un juego de palabras que viene de un error: Kartun vio escrito “salame de chacra”en una pared, y lo confundió con la gran protagonista del histórico baile (al parecer, el de los siete velos) que tanto enloqueció al viejo Herodes. Le llamó la atención el propio “malentendido” y de ahí, hasta la pieza final, es todo Kartun.
La impactante Salomé (Daniela Cimer) llevando la cabeza de Bautista
        Y de allí, al gran director Miguel Montalto, hay un solo paso, quizá de baile. Porque toda la obra es un enorme friso de personajes que se mueven y giran como en una chacarera, como en una zamba. Giran y se encuentran, o mejor dicho, se desencuentran hasta encontrar la sangre final. Y los actores, estupendos, que se la juegan: Daniela Cimer como “Salomé” (hermosa y excelente actriz), Patricia Santi como “Cochonga” (de ella hemos hablado muchas veces y siempre es poco para la mejor actriz quilmeña), Santiago de Martino como “Herodes” (de primera, perfecto en su papel), Diego Cadedú como “Gringuete” (ya nos había deslumbrado en “Stéfano” y hoy lo vuelve a hacer), y Jorge Godoy Zarco (estupendo en “El Reñidero” y hoy excelente en su difícil papel) como “Bautista”. Cada uno en su rol, espléndido, ajustadísimo a los tiempos y a su papel.
        Y todo llevado punto por punto por el director Montalto, que resuelve todas las situaciones: sobre el escenario, una pieza, un espejo, una silla, en un rincón; del otro lado, una mesa y una silla como para beber y seguir bebiendo. Y adelante, la cisterna, donde Bautista está encerrado no se sabe desde cuándo (quizá desde los tiempos del Nuevo Testamento) y saca las manos buscando el sol. Impresiona este “detenido sin causa” que nos habla desde ese inframundo, defendiendo su “dogma comunista” (que al fin para muchos es un verdadero dogma) y fue castigado por “soliviantar a la peonada”.
Saludo final de estos estupendos actores, que recibieron merecidos aplausos
        Pero hay más. Salomé es consciente de la poderosa atracción que ejerce sobre los hombres. Es obvio que ya en su más tierna infancia estaba rodeada, no de cariño precisamente, sino de miradas que conllevan otra intención, más salvaje. Con la pérdida de su padre, su madre Cochonga  se casa con Herodes, que a su vez es un “hijo natural” del padre de los dos hermanastros. Nada había de nuevo para él, siempre él y sus juguetes eran motivos de “descarte” (Herodes,el original, también habrá tenido sus problemas, quién sabe). Así que era “natural” que heredara la mujer de su hermano, y su hija, tan bella, tan seductora.
        Pero la niña que bailaba el “bailecillo” al que se hace referencia, creció. Y la palabra “bailecillo” resuena muchas veces, como si fuera ex  profeso: “bailecillo” nos remite a algo ingenuo, sin consecuencias, algo infantil. Paradójicamente, este bailecillo no lo es, y es el detonante del drama, tanto con Gringuete, el pobre Gringuete siempre enamorado de Salomé, hasta el influjo irresistible que ella ejerce sobre Herodes, que no está dispuesto a detenerse. De fondo, suena incansable la máquina de matar animales. La sangre corre impetuosa en el día de la faena. Los animales caen y caen. La sangre corre impetuosa también dentro de los que habitan ese pedazo de pampa, que al fin se hizo así. Sobre sangre y sobre violencia. Una pampa pelada que no admitía concesiones: o se le pone el pecho al Pampero, o mejor rumbear para otro lado. Es el pilar sangriento de nuestra nacionalidad.
La actriz Daniela Cimer junto a Adriana Sylvia Narvaja en el saludo final del hall de la Casa de Arte Doña Rosa
        Y allí, donde no hay lugar para la ternura o el cariño, un peón llamado Bautista comienza a levantar a la peonada para que se acabe la explotación capitalista, en un lugar desolado donde ni siquiera se puede hablar de capitalismo, porque la vida es salvaje y se juega como a la taba, a todo o nada. Y el erotismo, que también es algo salvaje, viene a empujar a estos personajes hasta la desesperación. Pero Bautista, que tiene otro dogma, no cae. Aún en la cisterna, no se rinde a la seducción de Salomé, y ella no lo perdona. Y por eso pide su cabeza.
        Herodes, mientras tanto, tiene que defender su palabra, la palabra que dio, para no mostrarse flaco y débil frente a la peonada que lo odiará por la muerte de Bautista. Detrás, impulsando el drama, está Cochonga. Ante ella también debe mantenerse firme, ya que ella lo menosprecia, comparándolo siempre con el hermanastro Aaroncito. Nada puede hacer él para impedirlo: siempre será despreciado por aquellas que conocieron lejanas tierras y hoy sobreviven aquí, en esta pampa desolada, sin lujos ni oropeles. Él sabe que no puede ganar, porque él perdió siempre, de chico y ahora. Con su hermanastro y con su mujer. “Ay, destino mío de hermanastro, de bastardito, de gaucho entenado”, se lamenta Herodes.“Medio destino mío de medio hermano, vergüenza de medio padre, siempre de segunda mano”.
A la izquiera, Santiago De Martino y a la derecha de la conductora, Diego Cadedú, dos grandes actores que se la juegan 
        Pero Salomé lo vuelve loco, y a él es lo único que le queda, además del alcohol. Y al fin, cumple su palabra. El drama se precipita, y Cochonga piensa en huir y buscar “un hombre de verdad” en el desierto, donde el puma es rey y donde los hombres son todos hombres. Pero hombres, no dioses, sólo hombres luchando contra el destino de alcohol y de seducción de las mujeres que les dificultan la pelea contra el Pampero que se lo lleva todo. Cochonga no lo ama. Cochonga no lo acompaña. La juventud de Salomé puede más...
        Hasta ahora, Cochonga  venía defendiendo todos los valores de la moral, de la patria y de la familia, alejándose de la realidad de lo que sucede puertas adentro, en las piezas de la casa. Ahora, deberá buscar un nuevo rumbo, y nadie sabe qué valores defenderá, ahora que la sangre del matadero de animales llegó hasta dentro del hogar. Puede que en el desierto encuentre algún puma noble, pero es probable que el destino le depare encontrar a muchas alimañas que son mayoría en las tierras tan desoladas, tan disputadas, tan llenas de sangre, muerte, detenidos sin causa, muerte de opositores, decapitaciones, cabezas sobre las picas, degüellos, torturas, desapariciones. Es la historia profunda de la Argentina, la que no se ve por televisión. Las que hay que buscar buceando tanto en los libros de historia, como en la literatura o el teatro, para saberla, para conocerla, para sentirla.   Como se ve en “Salomé de Chacra”, que con tanto acierto encarnan nuestros queridos actores.
Junto al estupendo actor Jorge Godoy Zarco
        Con la Operación de Sonido de Matías Maldonado, la Operación de Luces de José Oreguy, la Presentación de Mariano Pueyo, el Diseño y la Edición de Sonido de Hernán Maldonado, quien realizó el Diseño de Luces junto a Miguel Montalto, que está a cargo tanto de la Dirección de Arte como de la Dirección General, esta obra difícilmente pueda ser olvidada. Su lenguaje, poético y dramático, cortante, sin preposiciones, quedará impreso en nuestra memoria para siempre. Frases que definen toda la obra: “Un paisano es de pocas palabras, un diálogo suscinto, en carne propia; la carne mueve al mundo”, “Cómo recuerdo el bailecillo, angelito de Dios, revoleando esos pelos, se te levantaba el camisón, ¡cómo has crecido allá en la fría Londres!”, “Nutrida y hermosa estás, mi hijastra el doctor; valió la pena solventar esos estudios, el vivo retrato de tu madre a esa edad”, “Viento Norte, sopla ardiente; una Salamanca, criollo aquelarre; viento esperpento, no sabe para dónde sopla”, son algunos ejemplos.
        Otros: “Qué promisorio el porvenir, que promisoria se ve la vida a través del primer vaso” dice Herodes. “El chacinado es una babel de sangres”, o bien “En esta tierra el peligroso trapo rojo es la bandera de remate; nuestra bandera es el estiércol”, bebe y grita. Y desde abajo, Bautista le contesta; “La propiedad hay que abolirla, la propiedad es un latrocinio”. No por nada lo tienen cautivo, mientras Cochonga le grita “¡Irredento, voz impía; una estaqueada y no te van a quedar ganas de soliviantar a la peonada!”. “Tiene el proselitismo incontenible” dice Herodes. “¡Polemista, iconoclasta, mortífera esa boca; te faltó familia, por eso tanto escepticismo!”“¡Nos tiene infectados del apátrida!” dice Cochonga, errando el tiro: los problemas de su vida, y los de su hija y su familia, tienen origen en otra parte, y no en la cisterna.
Junto a la gran actriz Patricia Santi, la esposa Cochonga
        Pero poseer la cabeza de Bautista lo es todo para Salomé. Quizá porque la “posesión” de la cabeza le daría lo que ella busca: que él la mire (aunque sus ojos ya no miren), que él la oiga (aunque sus oídos ya no oigan), y fundamentalmente, que él la bese (aunque su boca llena de sangre ya no pueda besar). Algo más profundo, algo más humano que el mero erotismo que ella sabe usar, porque sabe lo que el erotismo puede despertar. Pero el amor no. El amor no se logra con mera seducción. El amor se despierta o no se despierta. Y en Bautista no lo logró. Pero la cabeza nos dará la respuesta. “Yo voy a conocer esa boca” dice Salomé. Quizá la conozca. Pero esa boca ya no habla, “bichos que no aguantan corral, las palabras”.  “Es tarde, en su boca se dibuja una verdad inapelable!” dirá Gringuete, venido desde el Más Allá. La muerte los silencia a todos.
       Pero esta tierra un día hablará, y el silencio que calló esas voces no podrá ganar. Que el silencio no gane y surjan más voces como éstas, más obras identitarias, teatrales, literarias, cinematográficas, donde vernos reflejados. Que hable más nuestra tierra, que de tierras ajenas ya tenemos bastante. Drama valioso, visceral. Enorme trabajo para rescatar, tan acertadamente, nuestra identidad.
        Forjada en sangre, en lucha, en viento, en malones, en partidas, en facones.
        Forjada en sangre.
        Pero nuestra.
El gran director Miguel Montalto junto a Adriana Sylvia Narvaja
Vean aquí en este video del Canal Encuentro el documental que se hizo sobre "Salomé de Chacra", con la entrevista a Mauricio Kartun
http://www.encuentro.gov.ar/sitios/encuentro/programas/ver?rec_id=117054

Las fotos pertenecen a la conductora del programa "Algo Especial Protagonista del Presente", Adriana Sylvia Narvaja, periodista y docente de Quilmes, República Argentina.
Las fotos de Cochonga y Herodes, y la de Salomé,  pertenecen al director Miguel Montalto, a quien le estamos muy agradecidos por la invitación, y lo felicitamos junto a su grupo por su trabajo.

¡Compártelo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario