¿Por qué cocinar? (primera parte)

               
     por Michael Pollan
        “Desarrollé algunas teorías para explicar lo que denominé la ‘paradoja culinaria’. La primera y más obvia es que observar cómo cocinan otras personas no es algo nuevo entre los humanos. Incluso cuando ‘todos’ cocinábamos en casa, había muchos que nos dedicábamos principalmente a observar: hombres la mayor parte, y también los hijos. Casi todos tenemos bellos recuerdos de cuando nuestra madre estaba en la cocina realizando proezas que parecían brebajes de brujería, y que normalmente terminaban convirtiéndose en algo suculento. En la Antigua Grecia, la palabra para designar  a un ‘cocinero’, un ‘carnicero’ y un ‘sacerdote’ era la misma, ‘mageiros’, una palabra con las mismas raíces etimológicas que ‘magia’.
        Yo observaba, embelesado, cuando mi madre preparaba sus platos más mágicos, como los rollos bien envueltos de pollo a la Kiev que, cuando se cortaban con un cuchillo bien afilado, liberaban una espesa capa de manteca derretida y una bocanada de hierbas aromáticas. Igualmente, observar cómo preparaba unos simples huevos revueltos me parecía todo un espectáculo, ya que ese delgado y amarillento pegote se transformaba repentinamente en deliciosas pepitas de oro. Incluso el plato más normal se sometía a un proceso apetitoso de transformación para convertirse mágicamente en algo más que la suma de sus partes. A eso hay que añadir que en casi todos los platos se pueden encontrar, además de los ingredientes culinarios, los de una historia, es decir, un comienzo, un desarrollo y un final.
       También hay que mencionar a los cocineros, los héroes que ejecutan esas pequeñas obras de transformación. Aunque no nos percatemos en nuestra vida cotidiana, nos sentimos atraídos por los ritmos y texturas de su trabajo, ya que nos parece mucho más directo y satisfactorio que la mayoría de las tareas abstractas que realizamos los demás en nuestros trabajos actuales. Los cocineros trabajan con materia viva, no sólo con teclados y con pantallas, sino con cosas fundamentales como plantas, animales y hongos. También trabajan los elementos: el fuego, el agua, la tierra y el aire, y los utilizan -¡los dominan!- para realizar sus deliciosas alquimias. ¿Quién de nosotros desempeña un trabajo que le haga entablar un diálogo con el mundo material y que concluya –asumiendo que el pollo a la Kiev no suelte el jugo demasiado pronto ni que el suflé se desinfle- con un sentimiento de clausura tan delicioso y gratificante?
        Por tanto, puede que la razón de que nos guste ver programas de televisión y leamos libros de cocina es que hay aspectos de ella que realmente extrañamos. Es posible que creamos que no tenemos tiempo ni energías (ni conocimientos) para cocinar a diario, pero aún no estamos preparados para que esa actividad desaparezca de nuestra vida por completo. Si cocinar, como dicen los antropólogos, es una actividad específicamente humanael acto mediante el cual comienza la cultura, según Claude Lévi-Strauss-, entonces no debe sorprendernos que nos conmueva ver cómo se desarrolla este proceso”.
Michael Pollan
“Por qué cocinar”
Introducción al libro “Cocinar”
Editorial Debate
año 2014  
Imagen de portada – Del sitio Casa del Libro
http://www.casadellibro.com/libro-cocinar-una-historia-sobre-la-transformacion/9788499923659/2247218
La obra de las granadas pertenece al artista plástico Stefan Petre, y es del muro de nuestro amigo Ragonneau Pierre.

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