Con el corazón partido, pero la esperanza intacta

El pasado sábado pudimos disfrutar de la excelente obra “Rotos de Amor”, de Rafael Bruza, en el Teatro Municipal de Quilmes. Risas y mucho humor, y también, una lágrima. El amor nos duele a todos,  y bienvenido el médico que le encuentre la cura y lo repare. ¡Ay, no perdamos la esperanza de que esta cura exista!

        El amor duele, quién puede dudar de esta verdad que recorre las páginas interminables de la literatura, de la poesía, del teatro, del cine, de la canción romántica. El amor duele, y cuando duele, sólo el que sufrió por amor sabe que no hay nada que pueda hacerse para calmarlo. Rotas las expectativas de la gran pasión, los corazones quedan, como dice el título de esta obra maravillosa, “Rotos de Amor”. Y así su autor, Rafael Bruza, nos habla de este tema, en la voz de sus personajes queridos, y  a la vez, sufrientes. Agónicos, en el sentido griego de “agonizar”, que significa “padecer”. Y por eso los “prot/agonistas”, es decir, los que “agonizan”, son cuatro. Pero podrían ser más. Podríamos ser todos.

        Y es por eso que estos cuatro visitadores médicos, que tienen remedios para todo, no lo tienen para el amor que se ha perdido. O que no se ha encontrado. O que no se ha concretado. En fin, el amor, en todas sus formas, duele. Y mire usted, estimado lector, que buscando información sobre este tema (uno también tienen sus penas…) llegamos …. ¡hasta el National Geographic! Y allí, en una versión de la afamada revista en español, hay una nota llamada “Últimos hallazgos sobre la química del Amor” y ¿a qué no sabe?. Pues bien, al parecer, el amor romántico es algo muy similar… a la locura. Tiene muchos puntos de contacto con los trastornos obsesivo-compulsivos, y al fin, como todo exceso, se acaba. Incluso (¡y échele la culpa al National Geographic por lo que le voy a contar!) para la tribu fulbe del norte de Camerún, el aplomo es más importante que la pasión. Las manifestaciones de la pasión son vergonzosas y se equiparan con la enfermedad y la discapacidad social. Y esto lo dicen prestigiosos estudiosos del tema, tanto químicos como psiquiatras que escriben sobre el tema. Mire usted que hasta la ciencia se lo va avisando. Pero todos, todos, y quién no, hemos caído en las redes del señor Amor.

        Claro que cuando termina, en Camerún o en Buenos Aires, la sensación es la misma para todos: uno queda como si hubiera sacado, piadosamente, los dedos de un enchufe. Quizá nuestra comparación sea muy gráfica, pero queremos ser, justamente, lo más gráficos posible para representar la vida de estos cuatro personajes, Rodríguez, Artemio, Berlanguita y El Mudo, que se debaten en estos conflictos y buscan, sobre el final, anular, acallar, aniquilar o algún otro sinónimo que traiga paz a sus atribulados corazones. Y entre medio, y en el camino, habrá risas, habrá llanto, habrá intentos de suicidio, habrá milagros que  llegan y una gran solidaridad entre ellos que es lo que los mantiene de pie. Y es lo que hará que no pierdan la esperanza.

        Con la excelente Dirección y Puesta en Escena que nos dejara el gran Leopoldo Russo, en el marco del hermoso Teatro Municipal de Quilmes, estos cuatro actores excelentes como son Alejandro Casagrande, Jorge Graffigna, Carlos Oberst y Héctor Varveri se han instalado definitivamente en nuestro corazón. En la asistencia, Mónica Dargains y Patricia Santi aportan todo su saber para sostener esta obra que tanto nos hizo reír como reflexionar, sobre este espinoso tema del Amor.

        “Es zonzo el cristiano macho cuando el Amor lo domina” dice el más sabio de nuestros gauchos, el Martín Fierro. Él lo había padecido en carne propia, ya que nunca vuelve a encontrar a su prenda amada. Y nuestros cuatro amigos podrían muy bien cantar el tango que comienza con un verso famoso: “Rechiflado en mi tristeza / hoy te evoco y veo que has sido / en mi pobre vida paria / sólo una buena mujer…”. Pues bien, cantos, remedios, llantos, nada parece dar resultado. Hasta que al fin, “una esperanza humilde”, como diría el gran Carlitos Gardel, parece iluminar sus almas. Con lo cual, han elegido (lo sepan o no): han decidido seguir apostando al amor. Aunque, como en el Casino, el croupier se lleve todas las fichas, siguen apostando, porque el Amor es la fuente de la vida del alma.

Héctor Varveri, "El Mudo", con la conductora del programa Adriana Sylvia Narvaja

     “El Amor es esperanza, una esperanza vana, pero que alguna vez va a encontrarse con la realidad” dice Rodríguez, y agrega: “Nadie decide sobre sus sentimientos, por eso el Amor duele tanto”. Prueban muchos remedios, pero al fin, prueban llevar su dolor a cuestas, y mirar más allá de ellos mismos. Mirar lo que hay a su alrededor, y volver a apostar a lo bueno de esta vida.

Con Carlos Oberst, "Berlanguita", estupendo actor 

        Y que aunque esté roto de amor, si uno se espera a sí mismo y se escucha, comenzará a escuchar a los demás y también oirá su dolor. Y será más humano, más grande, más ancho, más amplio, y quizá quiera abrir los brazos y abrazar algo más que ese otro cuerpo, que ese otro corazón que es la fuente de nuestro dolor. Quizá veamos más allá y veamos a todos los que nos necesitan, y tal vez, aparezca un amor más grande, más comprensivo, más verdadero. Que no sea una obsesión, y que el Amor, el verdadero, triunfe de verdad.

        Y después, que el National Geographic nos venga a estudiar, si quiere.

        Aquí estaremos esperando.

Los cuatro actores, saludando en el final

"Rotos de  Amor" ha sido Ganadora como "Mejor Dirección", "Mejor Puesta en Escena" y "Mejor Texto Teatral" en la "XXXI Muestra de Teatro Bonaerense" de Saladillo 2012, y fue representada en varios escenarios locales y de Capital y Gran Buenos Aires, siempre con un éxito arrollador.

Nos acompañó en esta oportunidad  la excelente estudiante de violín Johana Cheno