Abandonar los ejes del espacio comunicacional, un error imperdonable

        por Adriana Sylvia Narvaja
        Difícil gobernar la Argentina, un país que no deja nunca de retroceder. Años y años de decadencia nos han llevado hasta esta situación que hoy vivimos en el 2016. Se habla de miseria y hambre, miseria y hambre que han sido construidos pacientemente durante décadas. Se habla de ollas populares, que ya vivimos hacia el final del tristemente recordado Proceso de Reorganización Nacional, la temida Dictadura del Proceso, a la cual le dijimos NUNCA MÁS.
        Pero con palabras no alcanza para derrotar el saqueo al que nuestro país fue sistemáticamente sometido. No alcanza con palabras para terminar con la falta de Justicia, ni el apocalipsis de la Educación, ni la Violencia ni la Intolerancia. No alcanza el NUNCA MÁS para que realmente sea NUNCA MÁS.
        Durante décadas, el pueblo argentino trabajó y se esforzó tanto, tanto que hoy… no tiene nada. Ni rutas, ni puentes, ni caminos, ni escuelas nuevas, ni hospitales (los que se habían inaugurado eran sólo fachadas). No hubo condenas. Murió un fiscal. Nada.
        Hoy, cuando los mismos que saquearon al país siguen insistiendo con su pretendida y falsa “revolución nacional y popular” (en minúscula, porque en esta farsa la mayúscula sería un insulto), cuando los mismos, decimos, quieren volver “a como dé lugar” para continuar con el saqueo, el gobierno actual pierde el espacio comunicacional.
        ¿Qué significa esto? Que con sus rimbombantes frases de “Se puede”, está a la vista que se puede poco. El espacio comunicacional de los medios públicos, ocupado anteriormente por las cadenas nacionales que todos los días nos atormentaban, ahora está vacío. Gran error de este gobierno. Gran error.
        Ese espacio se percibe como un espacio falto de poder, falto de gobierno. Frente a las diatribas constantes, a las persecuciones contra el “abuelito amarrete” y aquellos que piensan distinto (que puntillosamente fueran acusados de “enemigos de la Patria” y quién sabe cuántas barbaridades más), no fueron cambiadas. Pudiendo cambiarlas, no lo fueron.
        Seguimos explicando. Si bien cambiar la realidad es difícil, ya que hay que ir en contra de montones de intereses y manejos no sólo de los que detentan el poder, sino también de los sectores que quedaron en manos de los saqueadores, no es imposible empezar por mostrar que los medios colaborarán en el cambio. Y sin gastar tanto, se puede comenzar a presentar “spots” donde se aconseje a la gente muchas cosas que harán su bienestar, y que sí o sí tendrán que hacer, si quieren vivir mejor.
        Empecemos a dar ejemplos.  Nunca se hicieron spots para el cuidado del medio ambiente, para reciclar la basura, para separarla. Sólo para la Ciudad de Buenos Aires se hacen algunos mensajes, pero la Argentina, ese territorio enorme, NO ES la Ciudad de Buenos Aires. El tema de la basura, que tarde o temprano colapsará (no lo sabemos, nadie más habló de la situación de los depósitos finales de basura), nos obligará a cambiar. Pero la Argentina no quiere cambiar, quiere que todo quede como está. ¿Moverse? ¿Y para qué?
        Otro tema, las enfermedades. El dengue, el cólera, el zika están a las puertas. Spots que se refieran al tirar los cacharros, a lavarse las manos, a cuidarse del sol y de los mosquitos, no son poca cosa, en un estado de hospitales en donde no hay atención. Si actuamos hoy, no lo lamentaremos mañana. Spots en ese sentido pueden ayudar…
        Y si hablamos de enfermedades, nada mejor que hacer campañas contra el HIV (del que nunca se habló más, al parecer Argentina encontró la cura contra ésta y muchas otras enfermedades simplemente ignorando que existen), campañas contra el tabaco, contra el abandono de animales, contra la violencia de género, contra ignorar las señales de tránsito, en fin, la lista es infinita. Pero en nuestro país, inexistente. Se resuelven los problemas, definitivamente, ignorándolos. Y si alguien los nombra, es culpa del periodista que los nombra. No de la realidad, que lamentablemente se impone siempre por encima de cualquier “mentira comunicativa” en donde el periodismo es el culpable… simplemente porque quiere (¡y debe!) desnaturalizar lo que está naturalizado. Ésa es su función: criticar, indagar, buscar a los responsables. Y la Justicia, condenarlos.
        Nada de eso vemos aquí. Se habla de cosas intrascendentes, problemas de alcoba de algún conocido o alguien que busca hacerse conocer, algún accidente (en el país líder en muertos por accidentes de tránsito), algún asesinado (cuando hay decenas por día), alguien que murió en un hospital (sin decir qué pasa en los hospitales), y muchos, muchos videos estúpidos de lugares remotos, que jamás deberían ir a un noticiero, y que “pasan” por información.  Jamás deberían ir, repetimos, a un noticiero, y sí a un programa de “bloopers”. Hoy, el blooper, es el noticiero mismo.
        Tanto es así que un hecho importante como el Brexit, en el cual el Reino Unido decidía si se retiraba o no de la Unión Europea, nos tomó por sorpresa y de los pelos. Los que miramos muchos noticieros nacionales, para “estar informados”, simplemente no sabíamos nada.Claro, la cara de sorpresa de los periodistas de los canales era similar a la nuestra: tuvieron que salir con un remis urgente a buscar a alguien que explicara lo que hace meses se estaba gestando en Gran Bretaña, y que tiene enormes consecuencias para un mundo tan complejo como éste, pero Argentina, ocupada en los devaneos del fútbol, no se enteró. Y nosotros tampoco…
        Es decir, no hemos cambiado, a pesar de lo que dice CAMBIEMOS. El silencio sobre los temas importantes, el “no agitar las aguas” para que todo se mantenga tranquilo, mientras los corruptos toman la posta y sí siguen opinando y ocupando el espacio comunicacional, es tremendo para todos. Y dificultará que, ante la falta de “educación social” que proponemos que se haga mediante spots, la Argentina pueda encontrar su rumbo. Claro, no solucionará los problemas, que hay que solucionar con educación verdadera, inversiones, organización, y mucho más. Pero es un paso necesario. Imprescindible para hacer entender a todos que para vivir BIEN hay que cambiar la forma en la que hacemos las cosas.
        No puede vivirse bien la vida si no aprendemos de otros países, que usaron los medios de comunicación para educar, para debatir temas serios, para llegar a la gente. El caso más emblemático es China. China era, en el año 1911 cuando el Doctor Sun Yat Sen hizo su Revolución, mucho antes de la de Mao Tsé Tung, uno de los países más pobres de la Tierra. La basura se acumulaba en las calles, las enfermedades mataban a millones. Era tan pobre (no hace tan poco tiempo) que un padre vendía a su hija en la calle, NO POR UN PAN, sino por un bocado de pan.
        Y sin embargo, y gracias a la tarea constante de educación y mejoramiento de la calidad de vida que se impulsó por los medios de comunicación, China hoy es uno de los países más poderosos del Planeta. Impulsando la educación en forma completa, otorgando importancia a los mensajes de salud, haciendo una tarea difícil en un medio tan difícil, con tanta población sumida en la pobreza, China lo hizo. No hubiera podido salir de su medioevo y pasar a la modernidad sin hacer el trabajo correspondiente: es lo que tratamos de decir. Aquellos que quieren vivir “en el Primer Mundo” sin hacer la tarea del Primer Mundo en cuanto a la tarea social y educativa, están mortalmente equivocados. Para cambiar las cosas, hay que pensar QUE SE PUEDEN CAMBIAR. Pero que todos tenemos que cambiar, si queremos cambiar.
        En cambio en Argentina, y para que nada cambie (y para que los corruptos se lleven el dinero, ya que no tienen necesidad de invertirlo en nada, porque problemas no hay), se dice que si alguien fue atropellado con el auto, bueno, “le tenía que pasar”. El fatalismo, que ya dijimos en otra nota que era mortal, es el principal motor de la corrupción en nuestro país. Si alguien va a un hospital y en vez de curarse, muere, bueno, “le tenía que pasar, vio doña cómo están las cosas”. Y siempre así. Siempre para atrás.
        Si alguien dice y sostiene que “en Holanda, o en Nueva Zelanda, o donde sea, se ha hecho esto o aquello” nunca falta el que dice “ah, pero eso es en otro lado, acá no se puede hacer, o acá no hay interés en hacerlo, o acá con tan partido en el poder no se puede…” y así hasta el infinito. Y eso parte de una idea equivocada, mortalmente equivocada, de que “nosotros somos los mejores, no necesitamos a nadie que nos diga cómo tenemos que vivir”. Y la verdad, la soberbia mata. Mata siempre. Y luego, a llorar a casa, aquello que vivimos como inmodificable: el destino, con su vertiente fatalista.
        Tamaña equivocación no pasa inadvertida para el resto del Planeta, que nos lo echa siempre en cara, pero como nosotros no escuchamos, no queremos escuchar, no estamos dispuestos a escuchar, no nos llega.Los funcionarios harán lo imposible para que no nos llegue, así estamos tranquilos y ellos pueden seguir haciendo lo que quieren. Y luego, cuando te pasen las cosas, podés de nuevo ir a llorar a tu casa. Nadie te escuchará. Porque cuando uno no quiere cambiar, no quiere escuchar, tampoco lo escucharán cuando necesite. Tampoco.
Sendas peatonales que se pintaron en algunas calles de Bernal, durante 2016
        Días pasados,nosotros, que siempre insistimos con algo tan sencillo como las sendas peatonales (o sea, pintar el suelo para que el peatón pueda cruzar), recibimos como respuesta en Facebook el mensaje de una señora que nos decía que “para qué se van a pintar, si nadie las respeta”. Una gran desazón se apoderó de nuestra alma. Pensamos que era mejor, entonces, volver a las Cavernas, o algo así. Si a todo alguien responderá con un “¿para qué?”, quizá sea que muchos quieran que realmente… no hagamos nada, no avancemos nada.
Esquina de la Avenida San Martín y Liniers, en Bernal, con la senda peatonal recién pintada, mayo 2016, la única que vimos
        Claro, después pasan las cosas que pasan. Pero nadie relaciona lo que sucedió con nuestra participación, nuestro cambio. Nadie. Lo que pasó, pasó por nada, y no habrá nada que nos haga cambiar. Pasa en Facebook todo el tiempo: cada cual da su opinión, se insulta al opositor, se vuelve a insultar en los comentarios (de hecho habrá 45 comentarios insultando a alguien) pero si hay  una solución, nadie la compartirá, aunque se pida de rodillas. Y después nos quejamos que vivimos de rodillas. Para estar de pie, hay que tomarse muchos trabajos. Ése es el problema.
        Por eso vemos con asombro cómo este gobierno cedió el espacio comunicacional, pudiendo ocuparlo e ir concientizando a los ciudadanos sobre distintos temas, cosa que al fin, seamos honestos, muchos esperábamos. “Vacune a sus hijos”, “No deje a su perro suelto en la calle”, “Consuma más frutas y verduras”, “Saque los cacharros para que no venga el dengue”, “Respete las señales de tránsito”, “Jamás cruce con la barrera baja” y así podríamos seguir hasta el infinito. Es una forma de empezar a pensar diferente, de empezar a darnos cuenta que fueron nuestros errores lo que causaron nuestros males. De empezar a hacernos cargo, hoy, y empezar a cambiar.
        Luego vendrán (o no, no lo sabemos) las soluciones. Pero hay que hacer mover a la ciudadanía antes de que los problemas exterminen a todos. Para cambiar, hay que cambiar. Lo hemos visto en otros canales del mundo (caso México), que en lugares de muchos problemas, mucha pobreza, se educa a través de la televisión.
        Es hora de ocupar, para comenzar nomás, el espacio comunicacional de la Argentina, con mensajes que hagan cambiar a la Argentina.
        Es ahora o nunca.
Las imágenes pertenecen a David Álvarez y su serie de dibujos "Black Anthropomorphic Illustration". 
Del sitio Colossal:
http://www.thisiscolossal.com/2016/01/the-black-and-white-anthropomorphic-illustrations-of-david-alvarez/
Las fotos de las sendas peatonales pertenecen a Adriana Sylvia Narvaja.
El "botón que soluciona todos los problemas del mundo" pertenece al dibujante argentino Liniers.

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