Voz y cuerpo para la poesía


“Gambeta del azar, trampa del tiempo, parábola cruel.
Buenos Aires devora los tipos que ama:
Con él se ha ido el último bohemio del café”.
Raúl González Tuñón
Hasta el sábado 20 de abril podremos disfrutar de un espectáculo excelente en la Casa de Arte Doña Rosa, “Las rutas de Juancito Caminador”. En la voz y el cuerpo de Norberto Ferrando, y con la dirección de Alejandro Casagrande, la poesía deja los libros y toma forma real y sensible. En la Sala 2 de Colón 279, para recomendar, un espectáculo inolvidable.
        Un día la poesía, capturada en las páginas cerradas de los libros, se levanta, camina, huye y emprende el vuelo. Toma cuerpo, forma y voz, y llega a la gente. Y emociona, y hace llorar.
        Así sucede los sábados con el espectáculo “Poetangos”, donde la voz del excelente actor y recitador Norberto Ferrando nos permite ver la poesía en cuerpo y en alma. A sala llena, el sábado pasado se presentó en la Sala 2 de la Casa de Arte Doña Rosa un espectáculo que emociona y nos llega directo al corazón.  Con la dirección de Alejandro Casagrande, de quien ya hemos hablado en otras oportunidades y que siempre nos asombra con la belleza y profesionalidad de sus producciones, “Poetangos” es un espectáculo que todos merecemos.
        Con una clara y sensible música de fondo, donde escuchamos a Dino Saluzzi, el Tata Cedrón, Astor Piazzolla, Rodolfo Mederos, Juan José Mosalini tal vez, y algo de temas musicales de películas, como “La Lista de Schindler” y “La Vida es Bella”, para acompañar, los versos van llegando y fluyen como un río.  Y cómo acompaña la poesía ese bandoneón amigo que nació para “hacer yunta” con los versos.
        Norberto Ferrando, caminador como el Juancito de la historia, camina el escenario, y nos capta con la belleza del poema. Allí cobran vida Raúl González Tuñón, Armando Discépolo, Belisario Roldán, Mauricio Kartún. González Tuñón se pasea recitándonos “Arrabal de Niebla”, “El barrio”, “Poetango de la Belle Epoque”, y el hermoso “Lluvia”, que tal vez sea el más profundo y bello de los poemas de amor, entre otros.
        Llegarán también al escenario, sentado en una mesa que quizá sea de un bar, o de una casa de inmigrantes, que sufren el paso de la vida y la lejanía de la tierras que dejaron atrás, un “Stéfano” tal cual es, tal cual siente, tal cual lo escribió don Armando Discépolo, con la misma nostalgia, con la misma carnadura. Vendrá también Belisario Roldán desde “El rosal de las ruinas”, con un fragmento bello, que tal vez sea bello como un brote de ese rosal florido.
        Kartún hará lo suyo: traerá un fragmento de su obra “El Partener”. Y para terminar, un “Poema para un niño que habla con las cosas”, también en la voz de Ferrando, también en el alma de Raúl González Tuñón.
        Bello, muy bello es el poema cuando se escapa de los libros y vuela en el cuerpo y el alma del recitador, como es el caso del excelente trabajo de Norberto Ferrando. “Algo Especial Protagonista del Presente” se emocionó sobre el final, y alguna lágrima cayó.
       La poesía huyó de los libros y llegó a nosotros, porque estaba escrita para nosotros.
       Sólo debía tomar cuerpo, forma y voz.
       Y lo consiguió. 
Fotos: imagen de Norberto Ferrando, cortesía de Casa de Arte Doña Rosa. 
Foso de Norberto Ferrando junto con la conductora del programa, Adriana Sylvia Narvaja.
Foto de Norberto Ferrando (izq.), el director Alejandro Casagrande (centro) y la conductora de "Algo Especial Protagonista del Presente".  
RAÚL GONZÁZEZ TUÑÓN
http://www.paginadepoesia.com.ar/clas_ar_tunion.html#4

Raúl González Tuñón nació en Buenos Aires el 29 de marzo de 1905, y murió en la misma ciudad en 1974.

Fue uno de los más importantes poetas argentinos del siglo XX. “Amigo de las gentes, de las mujeres amantes y del vino, una suerte de François Villon criollo, cantor de las tabernas, las grandes fiestas y duelos e insurrecciones populares”, según lo definió Pedro Orgambide.

En 1922 publica sus primeros poemas en las revistas Caras y Caretas e Inicial. En 1923 participa en la redacción de Proa, la revista que dirige Ricardo Güiraldes, y colabora en el periódico Martín Fierro. Viaja por el interior del país y en 1929 por primera vez a Europa. Dos años después a Brasil, y en 1932 al Chaco paraguayo, en el avión del diario Crítica, como corresponsal de guerra. Vuela a la Patagonia y se instala en Río Gallegos. En 1933 funda la revista Contra. Lo detienen y procesan por ¨incitación a la rebelión¨. En 1934 viaja a España y se radica en Madrid, donde traba amistad con García Lorca, Neruda y Miguel Hernández. En 1935 vuela a Buenos Aires y dos años más tarde está otra vez en España, durante la defensa de Madrid. Vive en Chile. Viaja por Europa, va a la Unión Soviética y a China.

Con El violín del diablo (1926) y Miércoles de ceniza (1928) trae Tuñón a la poesía argentina el desenfado y la picardía de los muchachos de los puertos, de los vagos y mal entretenidos que deambulaban por el viejo Paseo de Julio. Es un reconocimiento apasionado no sólo de la gente sino de los escenarios poco prestigiosos de la ciudad durante los años '20. Es en el puerto, en los suburbios, en el conventillo que encuentra los motivos de sus poemas. Todo es motivo de canto para el poeta que, por encargo de su novia, escribe Poema para la Virgencita del Teatro Cervantes . En otros poemas, El séptimo cielo, por ejemplo, utiliza la palabra en función de onomatopeya, de dibujo verbal. Es lo que se advierte también en Poema de la Cenicienta Ciudadana, donde los nombres ingleses de los artistas de cine o de su máquina de escribir, sirven de rima y música interna al poema.

En La Calle del Agujero en la Media (1930) el verso libre, de amplio período, suplanta la cadenciosa, rítmica primera manera del poeta. Ahora, el discurso poético se distiende, se abre para incorporar lo sensorial en infinitos detalles, para registrar pequeñas anécdotas que tienen la brevedad de una instantánea. Este cambio de lenguaje corresponde al cambio de escenario: ya no es Buenos Aires sino París.

Como constante, queda su observación de lo cotidiano, su mirar en las vidrieras y en los ojos fraternales: los de un saxofonista, los de un vendedor de globos, los de las chicas del music-hall, los de Blanca Luz que está lejos, los del organista de la iglesia de San Suplicio.
En El otro lado de la Estrella y Todos bailan, poemas de Juancito Caminador, ambos publicados en 1934, Raúl González Tuñón continúa esta segunda manera de su poesía: el verso amplio que llega fundirse con la prosa. De ese tiempo es la serie de Blues y su memorable poema "Lluvia", dedicado a Amparo Mom. Seguro de su oficio, canta ahora no sólo al amor y la vida vagabunda, sino a los hombres dispuestos a una actitud de solidaridad y al combate. Su registro de los años '30: el clima de preguerra europeo, el apogeo del jazz, los gangsters de EE.UU. ("Los Seis Hermanos Rápidos Dedos en el Gatillo") preparan ya el advenimiento de la poesía política de González Tuñón.

"Fue el primero que blindó la rosa", dijo Pablo Neruda. En 1936 aparece La rosa blindada. Puede señalarse este momento como el del tercer período poético de González Tuñón. En él se integran y se complementan sus dos maneras anteriores. Fiel al recuerdo de su abuelo Manuel Tuñón (obrero nacido en Mieres que lleva a su nieto a una manifestación socialista), fiel también a la poesía española, a los romances y coplas populares, González Tuñón enriquece la suya tanto en su tema como en su lenguaje. "La Libertaria", "El Tren Blindado de Mieres", "La Copla al Servicio de la Revolución", "Cuidado, que viene el Tercio", "La muerte Derramada", "El Pequeño Cementerio Fusilado" son algunos poemas de aquel tiempo, en los que, a partir de un tema heroico, la poesía se expresa tanto en verso rimado como en largos períodos de verso libre y prosa. En Las puertas de fuego (1923) y La Muerte en Madrid (1939) el mismo tema y procedimiento se reiteran con acierto.
No ocurrió lo mismo en parte de su producción posterior, donde a veces lo contingente, lo aleatorio, el compromiso de circunstancia, restó fuerza a su poesía. No obstante, se advierte en sus últimos poemas un feliz regreso a sus orígenes, al poeta vagabundo, a su admirable Juancito Caminador, aquel que dijo: "Traigo la palabra y el sueño, la realidad y el juego de lo inconsciente, lo cual quiere decir que yo trabajo con toda la realidad."
Además de su labor poética, Raúl González Tuñón escribió varias obras de teatro: El descosido, La cueva caliente y, en colaboración con el poeta Nicolás Olivari, Dan tres vueltas y se van.
 Lluvia              
              Entonces comprendimos que la lluvia también era hermosa
              Unas veces cae mansamente y uno piensa en los cementerios abandonados.
              Otras veces cae con   furia, y uno piensa en los maremotos que se han tragado tantas           espléndidas islas de extraños nombre.
              De cualquier manera la lluvia es saludable y triste.
    De cualquier manera sus tambores acunan nuestras noches y la lectura tranquila corre a su lado por los canales del sueño.
    Tú venías hacia mí y los otros seres pasaban:
     No habían despertado todavía al amor.
     No sabían nada de nosotros.
     De nuestro secreto.
     Ignoraban la intimidad de nuestros abrazos voluptuosos, la ternura de nuestra fatiga.
     Acaso los rostros amigos, las fotografías, los paisajes que hemos visto juntos, tantos gestos que hemos entrevisto o sospechado, los ademanes y las palabras de ellos, todo, todo ha desaparecido y estamos solos bajo la lluvia, solos en nuestro compartido, en nuestro apretado destino, en nuestra posible muerte única, en nuestra posible resurrección.
      Te quiero con toda la ternura de la lluvia.
      Te quiero con toda la furia de la lluvia.
      Te quiero con todos los violines de la lluvia.
      Aún tenemos fuerzas para subir la callejuela empinada. Recién estamos descubriendo los puentes y las casas, las ventanas y las luces, los barcos y los horizontes.
      Tú estás arriba, suntuosa y bíblica, pero tan humana, increíble, pero, tan real, numerosa, pero tan mía.
       Yo te veo hasta en la sombra imprecisa del sueño.
       Oh, visitante.
        Ya es seguro que ningún desvío nos separará.
        Iguales luces señaleras nos atraen hacia la compartida vida, hacia el  destino único.
        Ambos nos ayudaremos para subir la callejuela empinada.
        Ni en nuestra carne ni en nuestro espíritu nunca pasaremos la línea del otoño.
        Porque la intensidad de nuestro amor es tan grande, tan poderosa, que no nos daremos   cuenta cuando todo haya muerto, cuando tú y yo seamos sombras, y todavía estemos pegados, juntos, subiendo siempre la callejuela sin fin de una pasión irremediable.
         Oh, visitante.
         Estoy lleno de tu vida y de tu muerte.
         Estoy tocado de tu destino.
         Al extremo de que nada te pertenece sino yo.
         Al extremo de que nada me pertenece sino tú.
         Sin embargo yo quería hablar de la lluvia, igual, pero distinta, ya al caer sobre los jardines, ya al deslizarse por los muros, ya al reflejar sobre el asfalto las súbitas, las fugitivas luces rojas de los automóviles, ya al inundar los barrios de nuestra solidaridad y de nuestra esperanza, los humildes barrios de los trabajadores.
          La lluvia es bella y triste y acaso nuestro amor sea bello y triste y acaso esa tristeza sea una manera sutil de la alegría. Oh, íntima, recóndita alegría.
          Estoy tocado de tu destino.
          Oh, lluvia. Oh, generosa.

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