Princesas contemporáneas

Ironía sobre los ideales, las fantasías y el generacional mandato.

Blanca Nieves, sin vestido glamoroso, esperaste veinte años a que tu compañero elegido se convirtiera en Príncipe, no para hacerte escupir el trozo de manzana envenenada, sino para que no te envenenara día a día con su reiterada violencia.

Cenicienta, sin zapatos de cristal, que serviste, aseaste, cuidaste, amaste, entregaste, ¿cuánto te negaste a vos misma? ¿Cuándo dejaste de vivir? ¿Cuánto de disfrutar?

Obedeciendo el heredado mandato de mujer, paradójicamente te olvidaste de ser mujer, aun cubierta de cenizas soñaste con la calabaza convertida en carroza y a tu amado hombre bajando “cambiado”.

Caperucita, con tu canasta vacía de sonrisas, perdiste la alegría cuando descubriste que el lobo estaba bajo el mismo techo, en la misma cama, y el traje de asno era el disfraz frente a los demás.

Bella Durmiente, sin rueca embrujada, quedaste petrificada al creer imposible despertar de tan larga pesadilla…, ya no era un beso lo que esperabas, golpes te regalaban.
   
Alicia, sin país de maravillas, viste correr el reloj y te sentiste pequeña, pequeñita, sin valor, salir del agujero infundía temor.

Espejo, espejito, que sin magia devolviste una ingrata imagen, dinos ¿quién es la más infeliz del Reino? ¿en qué castillo quedó el venerado amor?

Hadas buenas, genios y varitas mágicas negaron su ayuda, silencio mortal, culpa y soledad fueron los fantasmas cotidianos.

Príncipes gentiles y seductores, desensillando de veloces motores, abriendo puertas, corriendo sillas, portando flores y bombones a ojos de la noble sociedad; murallas adentro, cobardes amantes, desenvainando espinas, puños cerrados, hirientes palabras y amargos sabores.

Papá Noel, cuántas noches navideñas bajo las doce campanadas, todas ellas pidieron el mismo deseo? “Hazlo un mejor hombre”, “que aprenda a valorar y respetar a la familia”, “que no me golpee más”, “que deje de insultarme”, “que no maltrate a los niños”… etc.

Pocahontas que buscaste una vida de igualdad, justicia y libertad, hoy una historia nueva se está gestando, aunque falta río por remar.

Años de aislamiento en torres erguidas de dolor, oscuridad, tristeza, angustia, negaciones económicas, mataron fantasías e ideales, pero la fuerza surgió, la muralla cayó, la puerta se abrió, la luz se filtró.

Las princesas maduraron ideas de libertad y equidad transformándose en MUJERES, dueñas y defensoras de sus vidas, actos, responsabilidades, derechos y gozos y supieron llamar y gritar a las cosas por su nombre: VIOLENCIA ES VIOLENCIA… y colorín, colorado, esta vida, MI vida, TU vida, afortunadamente aún no ha terminado.

Un cuento de Liliana Pereyra 
Vicente López – Buenos Aires
Editorial Dunken adhiere al certamen
“Día de la No Violencia contra la Mujer”,
publicando sus trabajos.
2ª Mención – Seleccionador: Zulma Faiad

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