Todo tiene un límite

por los doctores Ricardo Levy y Lilian Banderas
        “Es aconsejable que los padres estimulen la socialización, respetando las necesidades y los tiempos del niño, en un clima de libertad con límites. Estos niños crecen más armónicamente, se sienten fuertes, queridos, amparados y aprenden a tolerar mejor las frustraciones. Pueden crecer sin dejar de ser niños y su avance no se transforma en invasión.
        Antes de abordar el tema de los límites es preciso destacar a qué nos referidos cuando hablamos de límite:
1. Definimos como límite el sistema de leyes, reglas, pautas y procedimientos que regulan los comportamientos y determinan qué cosas se permiten y cuáles se prohíben. Además de la ley debe haber una autoridad que la ejecute, poniendo frenos que sirvan de advertencia, prevención y protección, así como aplicando sanciones frente a la transgresión. Dentro de este sistema que establece la cultura hay leyes compartidas convencionalmente, otras son exclusivas de determinada comunidad y otras son propias de cada grupo familiar.
2. Nos referimos al concepto de límite en el sentido de demarcación límitrofe, es decir la frontera que discrimina dentro de un grupo qué espacio le corresponde a cada uno y cuál se comparte, diferencia cuáles son los papeles y funciones atribuidos a los distintos miembros, distingue dónde terminan los derechos de uno y empiezan los de los demás, y traza los variados estratos jerárquicos en que se organizan.
3. Relacionamos el límite con el alcance de nuestros recursos biológicos, psicólogos y sociales, que nos enfrenta con las limitaciones que hacen a la condición humana. Hay ocasiones en las que estos límites son engañosos y pueden superarse, pero hay circunstancias en las que resultan una barrera o extremo infranqueable.
Actuemos con criterio
        Formularemos algunos criterios que son facilitadores del proceso de incorporación de reglas en un niño y de la funcionalidad en la aplicación de límites por parte de los padres: acuerdo, regularidad, flexibilidad, coherencia y consistencia.
Un criterio básico es el acuerdo de un padre y madre, con respecto a las normas y sanciones. Aunque la pareja parental viva junta o separada, la autoridad compartida los fortalece a ambos, mientras que el desacreditarse uno al otro los debilita. Cuando hay desacuerdo se puede apelar a distintas alternativas: discutir a solas la falta de acuerdos, sin desautorizarse delante de los hijos; negociar las divergencias; regularse mutuamente; ceder uno ante el otro en lugar de instalarse en posturas opuestas o indeclinables.
La regularidad tiene que ver con la posibilidad de los padres de regular la crianza de sus hijos, desempeñándose en su papel con una presencia estable. Independientemente de la cantidad de tiempo que permanezcan con el niño, es necesario que cumplan una función constante para que sean consideradas como las figuras de contención y protección: es estable un padre separado que sólo ve al niño los fines de semana regularmente; son inestables los padres que nunca se sabe cuándo van a estar o dónde localizarlos o qué se puede esperar de ellos.
La flexibilidad o ductilidad se relaciona con la capacidad de acomodarse plásticamente a las demandas de cada circunstancia y momento evolutivo sin dejar de ser autoridad, poder variar sin perder estabilidad. Los padres que cambian constantemente no son flexibles sino inestables y el hijo no sabe nunca a qué atenerse porque son imprevisibles. Los padres estables sin capacidad de acomodación a las distintas situaciones son rígidos y el hijo no se siente comprendido: frente al entrenamiento del control de esfínteres, los padres flexibles pueden tolerar los descontroles del niño sin abandonar el adiestramiento; los inestables pueden cambiar la metodología permanentemente y fluctuar entre el “dejar hacer” y la rigurosidad; los rígidos son absolutamente intolerantes y no contemplan ninguna excepción.
La coherencia implica la congruencia en cada uno de los padres y entre ellos con respecto a las normas que imparten, cuidando que las mismas sean acordes entre sí, sin contradicciones ni oposición: un ejemplo de coherencia es que si uno de los padres puso una regla, el otro la haga cumplir aunque no la comparta.
La consistencia supone la capacidad de ser consecuente, sostener sólidamente las normas y sanciones con coherencia y estabilidad, lo cual le da credibilidad y efectividad a un límite. Los niños permanentemente ponen a prueba la consistencia de los padres; cuando un padre es inconsistente, su hijo desarrolla tempranamente estrategias para doblegarlo: un ejemplo de consistencia es, si los padres decidieron que ya es hora de sacarle al niño el chupete, mantener su decisión y actuar en consecuencia aunque perciban que el hijo sufre el desprendimiento.

        Es imposible pensar que en todo momento los padres puedan ser flexibles, coherentes y consistentes, pero si por lo regular su funcionamiento se sustenta en el acuerdo de estos criterios, su autoridad es más sólida y proporciona al niño sentimientos de seguridad.
        Los desajustes en los padres, tanto en lo que exigen como en lo que dan, producen consecuencias en el niño en cuanto al reconocimiento y la aceptación de los recursos y límites.
        Si a un niño se le exige menos de lo que puede dar, se empobrece, si se le exige de más se angustia, se bloquea o se adultiza.
        Si los padres dan menos de lo que pueden dar, el hijo no se siente considerado; si dan más de lo que pueden, no aprende a aceptar la realidad ni a tolerar las frustraciones”
Doctores Ricardo Levy y Lilian Banderas,
“Cuando es preciso ser padres”,
Editorial  Sudamericana, 
año 2001
 "Baño de bebés" del pintor Steve Hanks 
Imagen de portada, tapa del libro “Cuando es preciso ser padres” de Ricardo Levy y Lilian Banderas, del siglo Google Books.
https://www.google.com.ar/imgres?imgurl=http://t3.gstatic.com/images%3Fq%3Dtbn:ANd9GcRBrVYyfsbMVs0LfIzjmEqCus2t-JdPJrt598qWswTxBhb5T2Ti&imgrefurl=http://books.google.com/books/about/Cuando_Es_Preciso_Ser_Padres.html%3Fid%3D7OgMAAAACAAJ%26source%3Dkp_cover&h=400&w=268&tbnid=n2ObqVIHj5fYWM:&vet=1&tbnh=160&tbnw=107&docid=D5QRRg5YlKOFKM&itg=1&usg=__8PTGJQOa0UlwA6AfpAvL-U5NYbU=&sa=X&ved=0ahUKEwiK6_PMhPLRAhUCDpAKHQMbBKoQ_B0IXDAK#h=400&imgrc=n2ObqVIHj5fYWM:&tbnh=160&tbnw=107&vet=1&w=268
La imagen de los bebes saliendo de la chauchita pertenece al sitio La Bioguía.
La imagen del "Baño de bebés" pertenece al pintor Steve Hanks.

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