Días violentos (Segunda Parte)

        Claro que es ésta una enorme simplificación de fenómenos que sabemos son mucho más complejos y exceden el marco de este texto. Pero muchas veces he oído decir: “con tal Presidente estábamos mejor, porque yo me compré tal o cual cosa”, o “noooo, con tal otro Presidente estábamos bien, porque yo me compré tal cosa” y me indigna escuchar gente que pronuncie esas palabras. Nadie está mejor o peor por lo que compre, o porque haya viajado o no a cualquier lugar. Acá el problema es más profundo, y si me preguntan mi opinión, la daré: para mí, una vez que se produjo el primer Golpe de Estado, volteando a un presidente democrático como era HipólitoYrigoyen, no hay ni habrá recurso económico que pueda subsanar semejante indignidad. Ahí se perdió la República, como diría la famosa película.
        Y luego, aceptado este evento como “natural”, todo lo demás está fuera de la ley. Todos los Golpes de Estado y todo el Terrorismo de Estado que tanto cuesta juzgar y todas las desapariciones de personas no se equiparan a “aquello que pude comprar” o "lo que no pude comprar” o “las vacaciones que me tomé” o "que me pienso tomar”. Nada se comprara con haber dejado de apoyar a un presidente constitucional, que se fue casi solo mientras muchos vivaban a los que venían a reemplazarlo por la fuerza. Y no fue la única vez, si bien fue la primera, la que convirtió la política en algo “en que no hay que meterse” porque “es sucia”.
        Y en ese ámbito, la intolerancia hizo su agosto. Nadie se educó en la Tolerancia en la Argentina. Se percibe cada día más en las redes sociales, donde llegan mensajes con insultos de todo calibre de los grupos más variados hacia los grupos más diversos. Lo que antes era Intolerancia, hoy es la Reina absoluta de la Red. Y si no me creen, les puedo mostrar algunos mensajes que simplemente, no compartimos en el muro, pero que llegan. Ni que hablar de los que incitan al linchamiento, o al fusilamiento, o a la quema pública.   Como en las mejores épocas de la Inquisición, muchos prometen y piden más tortura y más muerte, como si no hubiéramos tenido suficiente, en un país que lleva, además de todos sus pecados, el de haber inventado la picana eléctrica, y como si fuera poco, haber corrido el límite que ni siquiera en los campos de concentración nazi se atrevieron a correr: aplicar la tortura a mujeres embarazadas.
        Es triste recordar todo esto, y a la vez, es necesario. Porque la vida que llevamos, y la escuela no está libre porque está inmersa en esta realidad, está surcada por las marcas de la violencia, de la intolerancia y la impunidad. Del “deme dos” y de la "plata dulce", del “yo, argentino” y de los falsos blasones como haber “inventado” el dulce de leche (que no es invento argentino) y el colectivo. Muy tristes medallas, mientras nadie recuerda a los Premios Nóbel, y los héroes de Malvinas fueron escondidos como fantasmas al término de una guerra que se llevó a los mejores de los nuestros.
        Por eso duele cuando se intenta hacer parecer que nuestro país comenzó en el 2001, intentando borrar el pasado y borrar de un plumazo la historia y la realidad. Y los adolescentes lo saben, o al menos, intuyen que hay algo que falta, un fantasma que viene del siglo pasado o del anterior o del anterior, pero que se tapará piadosamente con más gritos, más propagandas espantosas de productos incomprables, con más griterío u “opinamiento” (disculpen la palabra, la acabo de inventar), con más discusiones vanas sobre temas vanos, con más soluciones fáciles a temas profundos (¡Dios nos libre de la profundidad, a ver si la gente se da cuenta de las verdades que cualquiera puede ver… sólo con salir a la calle!)
        Por eso Argentina paga su pecado original de haber dejado de lado la Justicia, de haber hecho ojos ciegos a la Democracia, y lo seguirá pagando si no entiende que debe sostener, como valor fundamental, el valor de la Justicia y la Tolerancia, especialmente considerando que éste último es un valor que jamás ha ejercido. Y deberíamos enseñar en las escuelas que JAMÁS, JAMÁS los alumnos deben creer, comprar o aceptar discursos del tipo que sea, del tono que sea, del partido que sea, que impulse la creación de “enemigos”, que puedan incluir términos como “fascista”, “golpista”, “gorila” y tantas denostaciones más, como fáciles etiquetas que nos sirven para generar enemigos… mientras otros se llevan la plata.
        Debemos entender que todo Gobierno o aún Partido que insista en la creación de divisiones y enemigos, es antipatriótico per se, ya que las divisiones las hemos vivido, y los desencuentros los hemos vivido, y no los queremos más. Y jamás los volveremos a aceptar. Y quien te divide, te divide para dominarte. Por eso, cuidemos aquel discurso que “compramos”, y no compremos odios, ni violencias, ni enemigos ni fantasmas ni etiquetas, del pasado o del presente. Sostengamos la Justicia, el mayor bien que un pueblo puede tener, y si no lo tiene, el mayor valor al que un pueblo puede aspirar.
        Dicen que una persona nace dos veces. Una vez el día que nace, es el día de su cumpleaños. Y otra vez, el día que comprende para qué nació, ése es el más importante. Pues bien, digamos que la Argentina nació con la Revolución de Mayo, cuyo aniversario conmemoramos días pasados. Será ése su día de nacimiento, o podemos elegir el Día de la Declaración de la Independencia, en 1816. Está bien, será ése su nacimiento.
        Pero el día en que la Argentina puso un pie en terreno firme, un solo pie en un terreno argentino, no fue cuando Solís y sus hombres llegaron a esta tierra y sufrieron a manos de los pueblos originarios lo que sufrieron, y luego, muchos pueblos originarios sufrieron por su parte lo que aún siguen sufriendo. No. Fue (y quizá algunos coincidan conmigo) el día en que en un Juicio histórico, el recordado Juicio a las Juntas impulsado por el gobierno del Doctor Ricardo Alfonsín, alguien dijo: “Nunca más”.
        Ahí la Argentina puso un pie hacia la construcción de su tierra verdadera, hacia el territorio de la Justicia. Y eso debiéramos enseñarle a los alumnos, y citar a los padres de los alumnos, para que se unan a la escuela y no se permita más violencia, para insistir y difundir la idea y repetir la idea y repetir y repetir QUE NADIE TIENE DERECHO DE ATROPELLAR LOS DERECHOS DE NADIE. Para que la sociedad se integre (que aún no se integró) y juntos, todos juntos, digamos NUNCA MÁS. Ni en la escuela, ni en la calle, ni en el Gobierno, ni en ningún lado.
        Nunca más.
Imágenes de Tolle, Sergey Nikolaiev. 

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3 comentarios:

  1. Excelente artículo, ¡muy bien escrito! Me gusta que escribas lo que vos pensás. Te mando un abrazo.

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  2. Muchas gracias, Anabel, gracias por tus palabras que siempre son tan alentadoras para mí. Esperemos que muchos lo lean, y los haga reflexionar! Gracias, de corazón!

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    1. ¡De nada Adriana! A mí me gustaron mucho estos artículos porque se nota que son sentidos y siempre hace bien escribir lo que a uno le pasa. Además uno nunca sabe que puede generar una nota, yo leí notas que me influyeron mucho y me hicieron reflexionar.

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