Los motivos de lo imperecedero

Por el Profesor Miguel Marcos 
REFLEXIÓN ACERCA DE LOS MOTIVOS QUE VUELVEN TAN NECESARIA LA LECTURA DEL QUIJOTE.
(EN ADHESIÓN AL DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO)
El presente texto tiene una única intención y va a predicarla de manera explícita aún a riesgo de resultar (deliberadamente) ingenuo: se trata de acercar razones y motivaciones que lleven a una pulsión de lectura cuyo objeto sean las mil páginas de la primera gran novela moderna: EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA. 
De no conseguirlo, habremos fracasado, pero qué importa si bien vale este intento que aquí emprendemos, pequeños como quijotes blandiendo nuestra lanza contra los gigantes: gigante desinterés en todo lo que no se resuelva bajo el signo del consumo, gigante negación de la lectura y sus mundos, gigante deserción de la escuela como espacio de enseñanza y formación del pensamiento y la capacidad reflexiva, gigante apuro de la posmodernidad vacía, y hueca, y triste...
Podríamos apelar a ciertos lugares comunes y afirmar que se trata de un clásico y los clásicos deben leerse... y es absolutamente cierto pero vale la pena que cuestionemos y nos preguntemos por qué es un clásico; probablemente habremos de respondernos que ha conquistado la eternidad lo que equivale a decir que, ESE MUNDO (ESE UNIVERSO NARRADO) DEL 1605 O DEL 1615, ES ESTE MUNDO Y, CON RIGUROSA LÓGICA Y CIERTO IRREDUCIBLE PESIMISMO, EL QUE SEGUIREMOS VIVIENDO (Y PADECIENDO): UN MUNDO FUNDADO EN EL DOBLE MOTOR DE LA RAZÓN Y EL DINERO. 
En ese mundo post renacentista, en ese mundo moderno, el personaje de Cervantes resulta absolutamente anacrónico, o dicho en otros términos, es lisa y llanamente un inadaptado, por cuanto adhiere a los valores caballerescos y medievales que tenían por entonces ya casi tres siglos de desuso. Don Quijote cree en el valor y el compromiso de la palabra, en un mundo que ha cambiado, y en el que ya, sólo resulta exigible el cumplimiento de un pagaré, ese documento, y lo saben perfectamente abogados y contadores, absolutamente irrevocable. Basta, para ilustrar este concepto, releer la Aventura de Andrés en el capítulo IV de la primera parte de la obra.
Pero a la hora de sumar argumentos que incentiven para emprender el viaje de la lectura, tendremos que decir de manera terminante que EL QUIJOTE ESTÁ VIGENTE PORQUE HABLA DEFINITIVAMENTE DE NOSOTROS Y DE NUESTRO MUNDO, Y DESDE LUEGO, DE NUESTROS CONFLICTOS; sin ir más lejos, el evidente enfrentamiento de caracteres entre el idealismo enloquecido que se encarna en Don Quijote, y el sentido común o pragmatismo más pedestre y mediocre encarnado en Sancho Panza bien puede ser tomado como la perfecta síntesis de nuestra aporía entre dos cosmovisiones incompletas e insatisfactorias: la del que sueña sin poner los pies sobre la tierra y destila descabelladas utopías; la del que acepta las reglas de juego de este mundo y en él se reduce, achicando su humanidad...
Si los personajes de esta novela son arquetipos, tendrán que ser necesariamente modelos o representaciones de lo que nosotros somos, ¿no es probable que seamos todos un poco Quijotes, o un poco Sanchos, o que podamos fluctuar entre ambas condiciones? ¿No sería apasionante entonces que nos buscáramos en nuestros sueños y miserias en este, “el mamotreto más feliz de todos los tiempos”? ¿No significaría tal hallazgo el auténtico triunfo de la literatura como espacio de las grandes verdades de la existencia?
Pero, desde luego, la monumental importancia de esta obra, no se reduce al sumario de aquellos aspectos que la vuelven nuestra contemporánea –nosotros escasamente hemos considerado algunos-; y hay mucha tela para cortar en este universo de lo quijotesco, forjado con cuatro largos siglos de lecturas que van tejiendo incansablemente una red infinita, un laberinto... 
¿Cuánto tiene que ver con su perdurabilidad el potente recurso de la parodia? ¿Es el Quijote una obra del siglo de oro español que hemos leído de la mano del romanticismo del siglo XIX? ¿Cuánto se diferencia la visión de los lectores del mil seiscientos de aquella otra, romántica, que ha idealizado a nuestro personaje? ¿Es su compleja arquitectura una metáfora de la complejidad de nuestro mundo? ¿Y si habláramos de la literatura dentro de la literatura, del relato enmarcado, de la sutil condena a la Inquisición por vía del recurso de la aparente transcripción –no olvidemos que el narrador se presenta como el transcriptor de un texto, de unos papeles olvidados, que provienen de la pluma de un escritor arábigo-? 
El infinito es inagotable.
Y quizás resulte ineludible retomar esta voz... pero por lo pronto, este texto se ha agotado…
Y sabrán ustedes si ha motivado o no.
Fuente: del sitio de facebook del Profesor Miguel Marcos.
https://www.facebook.com/miguel.marcos.5815?fref=ts
Imagen de la portada: Don Quijote - Del sitio Médicos de Madrid.
http://medicosdemadrid2012.blogspot.com.ar/2012_05_01_archive.html
Don Quijote de La Mancha - Del sitio Chicos Sin Fronteras, de España.
http://chicosinfronteras.blogspot.com.ar/2013/04/don-quijote-de-la-mancha-es-un-libro.html

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