por Amado Nervo,
poeta mexicano (1870-1919)
Hay tanto amor en mi alma que no queda
ni el rincón más estrecho para el odio.
¿Dónde quieres que ponga los rencores
que tus vilezas engendrar podrían?
Impasible no soy: todo lo siento,
lo sufro todo...Pero como el niño
a quien hacen llorar, en cuanto mira
un juguete delante de sus ojos
se consuela, sonríe,
y las ávidas manos
tiende hacia él sin recordar la pena,
así yo, ante el divino panorama
de mi idea, ante lo inenarrable
de mi amor infinito,
no siento ni el maligno alfilerazo
ni la cruel afilada
ironía, ni escucho la sarcástica
risa. Todo lo olvido,
porque soy sólo corazón, soy ojos
no más, para asomarme a la ventana
y ver pasar el inefable Ensueño,
vestido de violeta,
y con toda la luz de la mañana,
de sus ojos divinos en la quieta
limpidez de la fontana...
Falleció en Montevideo el 24 de mayo de 1919
Nota: Hoy recordamos en Hermeneuta al mexicano Amado Nervo (1870-1919), uno de los más grandes y recordados poetas del siglo XX. Su vida y obra quedaron marcadas por las prematuras pérdidas de su padre, hermano y esposa (Ana Cecilia, a quien dedicó “La amada inmóvil”), pero, aún así, sus poemas resultan vitales y, como explicó el profesor y especialista José María Martínez, es común en ellos una “búsqueda de la felicidad”. Hemos incluido un poema originalmente publicado en “Elevación” (1917), escrito pocos años antes de su fallecimiento y que sintetiza su personalidad y sus sentimientos.
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📷 Amado Nervo (Fuente de la imagen: INBAL México).
Fuente: Del sitio de facebook de Hermeneuta. Revista cultural.
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