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La Madre, símbolo de la lucha por su hijo y al fin, por sí misma

por Máximo Gorki,

escritor ruso (1868-1936)

        En el arrabal obrero, la sirena de la fábrica lanzaba cada día al aire, saturado de humo y grasa, su vibrante rugido; obedientes a su llamada, unos hombres sombríos, de músculos entumecidos por la falta de sueño, salían de las casuchas grises, corriendo como cucarachas asustadas. A la luz fría del amanecer, iban por la calleja sin empedrar hacia los altos jaulones de la fábrica, que les esperaba, segura, indiferente, alumbrando la fangosa calzada con sus decenas de ojos cuadrados y grasientos. Chocleaba el barro bajo los pies. Resonaban voces soñolientas en roncas exclamaciones, groseras injurias rasgaban el aire con rabia, y una oleada de ruidos diversos venía al encuentro de los obreros: el pesado jadeo de las máquinas, el gruñido silbante del vapor. Sombrías y severas, destacábanse las altas chimeneas negruzcas, que se alzaban sobre el arrabal como gruesos mástiles. 

        Al anochecer, cuando se ponía el sol y sus rayos rojos brillaban sin fuerza en los cristales de las casas, la fábrica vomitaba gente de sus entrañas de piedra, como si fuera escoria, y los hombres, ahumados, negros los rostros, centellantes las dentaduras hambrientas, volvían a pasar por la calle, dejando en el aire el persistente olor de la grasa de máquinas. Entonces había en sus voces animación y hasta alegría; habían terminado los trabajos forzados de aquel día; la cena y el descanso les aguardaban en casa. 

        La fábrica se había tragado una jornada más, y las máquinas habían succionado de los músculos del hombre cuantas fuerzas necesitaran. El día habíase borrado de la vida, sin dejar rastro alguno; el hombre había dado un paso más hacia la sepultura; pero veía cerca, ante sí, el gozo del descanso, los placeres de la taberna llena de humo, y estaba satisfecho.

        Los días de fiesta dormían hasta eso de las diez de la mañana; luego, la gente seria y casada se ponía la ropa dominguera y se marchaba a misa, regañando a los mozos que encontraba a su paso, por su indiferencia en punto a religión. Volvían de la iglesia a casa, comían unas empanadas y acostábanse de nuevo a dormir, hasta el atardecer. 

        La fatiga acumulada durante largos años les quitaba el apetito y, para comer, bebían mucho, excitándose el estómago con el fuego abrasador de la vodka. 

        A la caída de la tarde, paseaban sin prisa por las calles; los que tenían chanclos se los ponían, incluso cuando el suelo estaba seco, y los poseedores de un paraguas lo sacaban, aunque luciese el sol. 

        Cuando se encontraban unos con otros, hablaban de la fábrica, de las máquinas, maldecían de los contramaestres. Todas sus palabras, todos sus pensamientos estaban vinculados al trabajo. La razón, torpe e impotente, sólo lanzaba aislados chispazos; débiles resplandores de un instante en la monótona uniformidad del día. 

        Una vez en casa, reñían con sus mujeres, pegándoles a menudo, con todas sus fuerzas. Los mozos se quedaban en las tabernas u organizaban francachelas en casa de no o de otro, tocaban el acordeón, cantaban canciones soeces y obscenas, bailaban, soltaban palabrotas groseras y bebían. Agotados por el trabajo, se embriagaban con facilidad, y en todos los pechos se iba alzando una irritación morbosa, incomprensible, que buscaba desahogo. Y aferrándose a cualquier oportunidad para dar suelta a este sentimiento inquieto, se lanzaban, por nimiedades, unos contra otros, como bestias enfurecidas. Surgían sangrientas peleas, que a veces terminaban con heridas graves o llegaban al homicidio.

       El sentimiento de animosidad en acecho dominaba en las relaciones mutuas entre las gentes, tan inveterado como la fatiga incurable de los músculos. Las gentes nacían con esa enfermedad del alma, herencia de los padres, que como negra sombra les acompañaba hasta la tumba, incitándoles a cometer, en el transcurso de su vida, acciones repugnantes por su inútil crueldad. 

        Los días de fiesta los jóvenes volvían a casa a altas horas de la noche, con las ropas destrozadas, llenos de barro y polvo, con la cara partida, jactándose perversamente de los golpes asestados a los camaradas, u ofendidos, coléricos o llorando de despecho, ebrios y lastimosos, infelices y repugnantes. A veces los padres llevaban a casa a sus hijos. Se los encontraban tumbados en la calle, al pie de una valla o en la taberna, borrachos, sin conocimiento. Terribles insultos y puñetazos llovían entonces sobre los fláccidos cuerpos de los hijos, desmadejados por la vodka; luego los acostaban, con más o menos cuidado, para despertarlos por la mañana en cuanto el rugido irritado de la sirena hendía el aire, como un turbio torrente, llamando al trabajo.

        Aunque insultaban y pegaban duramente a sus hijos, las borracheras y riñas de los jóvenes parecíanles a los viejos cosa completamente natural; ellos también, en sus mocedades, habían bebido y se habían peleado, y también sus padres les pegaban. La vida siempre había sido así: fluía regular y lenta como un río de turbias aguas, durante años y años, sin que se supiese hacía dónde iba, y toda ella estaba vinculada a las arraigadas y viejas costumbres de pensar y hacer siempre lo mismo, día tras día. Y nadie tenía el deseo de intentar cambiarla. 

        Y después de vivir así una cincuentena de años, el hombre moría. 

Reparto de alimentos a la hora del almuerzo 


“La vida no es ya la misma, y el miedo es diferente, la inquietud es por todos. Mi corazón es otro, mi alma ha abierto los ojos; mira, y ve con alegría y con tristeza. Muchas cosas hay que no entiendo; y es doloroso y amargo para mí el que no creáis en Dios nuestro Señor… Pero ¡qué le vamos a hacer! Sin embargo, veo que sois gente buena, ¡buena! Os habéis consagrado a una vida penosa para servir al pueblo, para propagar la verdad. Comprendo también vuestra verdad; mientras haya ricos, el pueblo no conseguirá nada: ni la verdad, ni la alegría, ni nada… Ahora vivo entre vosotros; a veces, por la noche, me pongo a recordar el pasado, mi fuerza pisoteada, mi joven corazón lacerado, y siento una amarga compasión de mí misma. Pero, a pesar de todo, mi vida se ha vuelto mejor. Me veo más a mí misma…”.

“Porque está naciendo un nuevo corazón, madrecita, ¿un nuevo corazón crece en la vida! El hombre avanza, alumbrando la vida con la luz de la razón, y llama a gritos: ¡Eh, hombres de todos los países, uníos en una sola familia! Y a su llamada, todos los corazones, con sus partículas más sanas, forman otro enorme, fuerte, sonoro, como una campana de plata….”

Trabajo en las fábricas a principios del siglo XX en Rusia

“A las gentes les está aún reservado mucho dolor, aún les sacarán mucha sangre, pero todo el dolor y toda mi sangre valen poco para pagar lo que ya poseo en mi pecho, en mi cerebro… Ya soy rico, como una estrella lo es con sus rayos. Todo lo soportaré, lo sufriré todo, ¡porque llevo en mí un gozo que nadie ni nada matará nunca! ¡En este gozo está la fuerza!”.

“- ¡Camaradas! - sonó, cantarina y dulce, la voz del “jojol” (ucraniano), dominando el sordo murmullo de la multitud-. Hemos emprendido ahora un camino penoso en nombre de un dios nuevo, ¡el dios de la luz y de la verdad, el dios de la razón y del bien! Nuestro objetivo final está lejos; las coronas de espinas, cerca. El que no crea en la fuerza de la verdad, el que no tenga valor para defenderla hasta la muerte, el que no confíe en sí mismo y tema los sufrimientos, ¡que se aparte de nuestro lado! Llamamos junto a nosotros a aquellos que tienen fe en nuestra victoria; los que no ven nuestro objetivo, que no vengan con nosotros, a ésos sólo les esperan penas. ¿Formad filas, camaradas! ¡Viva la fiesta de los hombres libres ! ¡Viva el Primero de Mayo!”. 

Fábrica Kírov, que trabaja desde la época zarista hasta la actualidad 

Máximo Gorki,

“La Madre”,

Editorial Zero,

Colección “Se hace camino al andar”,

Madrid,

noviembre de 1972

Biografía de Máximo Gorki

Máximo Gorki, o Maksim Gorki (en ruso Максим Горький), pseudónimo utilizado por Alekséi Maksímovich Peshkov (en ruso: Алексе́й Макси́мович Пeшкóв; Nizhni Nóvgorod, 28 de marzo de 1868-Moscú, 18 de junio de 1936)​ fue un escritor y político ruso, identificado y activista del movimiento revolucionario ruso.​

Fundador del movimiento literario del realismo socialista, Gorki también fue nominado cinco veces para el Premio Nobel de Literatura. Alrededor de quince años antes de su éxito como escritor, cambiaba con frecuencia de trabajo y recorrió todo el Imperio ruso; estas experiencias influirían más tarde en su escritura, que destacó en varias especialidades como la novela, teatro o ensayo. Fue en la novela donde Gorki alcanzó mayor notoriedad, especialmente con obras como Los bajos fondos y La madre. Tuvo una gran amistad con otros escritores rusos como León Tolstói y Antón Chéjov, y llegó a escribir las memorias de ambos.

Gorki fue muy activo en el emergente movimiento socialdemócrata marxista. Se opuso públicamente al régimen zarista y durante un tiempo se asoció estrechamente con Vladímir Lenin y el ala bolchevique de Aleksandr Bogdánov en el partido. Estuvo una parte importante de su vida exiliado de Rusia y más tarde de la Unión Soviética, pero en 1932 regresó a Rusia por invitación personal de Iósif Stalin y murió allí en junio de 1936. De 1932 a 1990 su ciudad natal, Nizhni Nóvgorod, llevó el nombre de Gorki en su honor.

Fuente: Del sitio Wikipedia - Máximo Gorki

https://es.wikipedia.org/wiki/M%C3%A1ximo_Gorki

Vean la película "La Madre" en Youtube, una joya del cine clásico

Subida al sitio de Jorge Lopardo, esta auténtica joya del cine mudo (año 1926) representa la trama exacta de la novela de Máximo Gorki, que transcurre en el año 1905. Las excelentes actuaciones, la música y la recreación de la fábrica, la prisión y las marchas entonando los himnos de los trabajadores estremecen tanto en aquella época como en ésta. 

Dice el sitio:

"Un verdadero clásico de todos los tiempos.

Con esta adaptación de la novela de Maximo Gorky (el gran escritor ruso), Pudovkin (su director), nos sitúa en las revueltas obreras de 1905 y logra escenificar con total y máxima crudeza y rigor la toma de conciencia de clase de una madre y de todo un movimiento social en el marco de una revuelta de los obreros quienes se encontraban sometidos a una total servidumbre y alienación absoluta. Realmente Imperdible y única en su genero."

Fuente: Del sitio Youtube - Jorge Lopardo

https://www.youtube.com/watch?v=k745cLjG8eQ&list=PLFUO2VyebiCsK63Wyc5efwszAJT4k8Gx

Según nos informa FilmAffinity, esta película (llamada en el original ruso  "Mat") fue estrenada en el año 1926, en la Unión Soviética (URSS), bajo la dirección de Vsevolod Pudovkin y el guión de Nathan Zarkhi, sobre la novela de Máximo Gorki. La excelente música es de David Blok y Tikhon Khrennikov  (la película es muda). Los actores del reparto son: Vera Baranovskaya, Nikolai Batalov, Aleksandr Chistyakov, Ivan Koval-Samborsky, Anna Zemtzova. La productora es  Mezhrabpom-Rus.

El afiche de la película pertenece al sitio FilmAffinity.

Fuente: Del sitio de divulgación cinematográfica FilmAffinity

https://www.filmaffinity.com/ar/film873028.html

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